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La Sagrada Familia

por Editor mdc
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La Sagrada familia es el modelo de virtudes de todas las familias

Leemos en el libro del Eclesiástico 3,3:»El que honra a su padre expía sus pecados. El que respeta a su madre acumula tesoros». Buena lección para la sociedad nuestra. «No abochornes a tu padre mientras vivas, aunque su mente flaquee». Si este mundo se enfoca como un jardín de placeres terrenos, con la finalidad de pasarlo bomba, y como estación término, todo se explica. Pero si se ve con ojos de evangelio, hemos de rectificar muchas conductas. San Pablo ya decía a los Colosenses 3,12: «Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente, perdonándoos, como el Señor os ha perdonado. Y por encima de todo, el amor, la Palabra, la Eucaristía… Hijos, obedeced a vuestros padres, que eso le gusta al Señor. Padres, no seáis posesivos, para que no se desanimen vuestros hijos». Tampoco les sobreprotejáis en exceso, porque se quedarán enanos, no crecerán y estarán necesitando a todas horas y en todos los problemas, el paraguas de papá, la sombrilla de mamá. ¡Yo bendigo el día en que el Obispo, a mis veinticuatro años, me nombró párroco y tuve que sacarme las castañas del fuego con mis propias manos! Eso me ayudó a crecer y a profundizar mi sentido de la responsabilidad. Pero ¡hay que educar!

La primera escuela es la familia, y nadie la puede sustituir. Ese principio del derecho natural que a los poderes de hoy les cuesta tanto entender y sobretodo, practicar, porque les impide manipular. Al niño hay que enseñarle el respeto a todos; el deber de dar gracias, que a él ni le nace, ni lo comprende, porque cree que todo se lo merece y que todos han de estar a su servicio y así crecerá y de mayor e incluso con cargos de responsabilidad y de relumbre, incurrirá en defectos enormes de ingratitud, de ignorancia de lo que se debe a quienes le educaron o a los que le han prestado un servicio con sacrificio y, ni se les da una explicación por la pérdida de papeles o, si se pidieron, en fuerza de autoridad, ni razonar la no publicación, ni agradecer el trabajo y, tal vez el sacrificio, que supuso su cumplimiento. Al niño no se le hizo ver que hay que agradecer y que no todos deben estar a su servicio por su cara bonita.

LOS PROBLEMAS

La Sagrada Familia también, como la familia de hoy, tuvo que afrontar y convivir con grandes problemas; con una dramática situación en cada uno de sus miembros: un padre que biológicamente no lo era; una madre que no era esposa plena; y un hijo que rebasaba la dependencia natural. A ella deben acudir las familias de hoy para aprender a vivir el amor y el sacrificio, conscientes de que la gracia del sacramento del matrimonio fortalece a los esposos para sacrificarse el uno por el otro, y ambos por los hijos.

«Cuando dieron término a todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. El niño crecía y se robustecía, llenándose de saber, y el favor de Dios descansaba sobre él». La Sabiduría y la sensatez de la Sagrada Familia de Nazaret deberían traducirse en un nuevo modelo de familia y de relaciones humanas. Aunque sabemos muy poco de su convivencia y estilo de vida; tenemos un dato seguro: la pobreza. Pobreza de los padres: José, era un hombre justo, carpintero o albañil de profesión el «tektón» griego, que sirve para todas las ocupaciones necesarias y sin brillo. María, una joven madre dedicada a las tareas del hogar. Y un hijo: Jesús, aprendiz de carpintero y de servicio del hogar con su madre. Allí, en aquel ambiente austero se educó Jesús. Cuando lo presentaron sus padres en el templo no pudieron ofrecer a Dios ni siquiera un cordero, como los ricos, sino dos pichones o tórtolas, como los pobres. En su predicación condenará el despilfarro y el derroche de los epulones y proclamó felices a los pobres: «Dichosos los que pobres de espíritu».

«Este será como una bandera discutida. Y a ti una espada te traspasará el alma» Lucas 2, 22. Desde esa profecía dolorosa hay que contemplar las dificultades que hoy encuentra la familia: Equivocada independencia de los esposos entre sí; intercambio aberrante de parejas; casos raros de parejas de hecho; ambigüedad ante la autoridad sobre los hijos; dificultades para transmitir los valores humanos y cristianos. El divorcio, el aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la mentalidad anticonceptiva, de tantas formas utilizada y normalmente justificada.

Fuente: Catholic.net

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