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Lucas 1, 57-66

por Pbro. Luis A. Zazano

Evangelio según San Lucas 1,57-66.

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan».
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre».
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.

 

Cuando llegó el tiempo.

1) Se alegraban con ella: es ver como la comunidad se alegra por el bien que hace Dios en el hermano. Hoy como comunidad y como persona tenemos que trabajar por alegrarnos por las alegrías del otro, el rivalismo y la competencia no puede habitar entre nosotros. No hay nada más duro que el hermano se pelee con el hermano y se saque los ojos por monedas o por puestas o reconocimientos. Hoy debemos hacer esa purificación que nos permita alegrarnos por ver el progreso en la vida del hermano ¿vos sos envidioso?

2) El nombre: es algo importante y es por eso que en el bautismo se toma un momentos para preguntar por el nombre. Es lo que te da identidad y demuestra que sos alguien, alguien pensado y soñado. Sos esa partecita de Dios que te hace único. Hoy mirate vos y volvé a tu subjetividad, reconocete como persona y aceptate con lo que tenes.

3) Alabar a Dios: que lindo es alabar a Dios cuando uno ve la mano de Dios en uno y cómo obra. Así como somos insistentes en el pedir es también ser alabantes de manera constante porque es tarea tuya y mía mostrar que Dios no se deja ganar en generosidad.

 

 

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