Evangelio según San Lucas 18,9-14.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas’.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!’.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
Orar justamente.
1) Orar: así inicia, se presenta a dos personas que van ante el Señor, la oración es esencial en nuestra vida, es el encuentro con el Señor, el poder calmar un poco tu corazón y darte el tiempo de estar frente a Él. En este tiempo, estas buscando ese encuentro? Lo tenes? Lo defiendes? Tenes que buscar ese espacio para encontrarte con el Señor y decirle todo lo que tenes y sentís, aunque sea para estar frente a Él. DIOS habla en el silencio.
2) Al orante reflector: es la persona que sólo busca relucirse, El egocéntrico busca que Dios sea el aliado o el escribano que certifique todo lo que hace. No pide a Dios signos para hacer Su voluntad sino más bien busca que Dios le de vis libre para hacer su voluntad.
3) El orante humilde: es aquel que reconoce que es débil y que sólo no puede. Que recurre a Dios porque no le queda otra, porque se sabe necesitado y pecador. No busca recompensa sino más bien paz. Hoy vos podes tener algo de los dos.
Hoy vos podes cambiar la historia de tu vida con un rato de oración
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¡Dios te bendiga!
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