Portada » Él es el único buen pastor

Él es el único buen pastor

por Card. Rubén Salazar Gómez
el-buen-pastor

Estamos en el cuarto domingo de Pascua, llamado normalmente como el domingo del buen Pastor, porque en este domingo siempre se lee alguna parte del capítulo 10º de san Juan, en el cual el Señor nos explica que él es el buen pastor.

En este año se lee un trozo de ese capítulo décimo, en el cual el Señor explica por qué él es el buen pastor. Él es el buen pastor porque conoce las ovejas, y las ovejas lo conocen. ¿Qué significa esto? Conocer, en el lenguaje semítico, en el lenguaje del Antiguo Testamento, en el lenguaje de oriente, no es simplemente un acto intelectual. Nosotros decimos: «Sí, yo conozco a tal persona; sí, la he visto»… conocer para ellos es entablar una comunión profunda, una relación de verdadero amor, de verdadera amistad, de verdadera unión profunda entre aquellos que se conocen.

De tal manera que cuando el Señor dice «yo conozco a mis ovejas», está diciendo que el Señor, a cada uno de nosotros, nos conoce con su amor infinito, nos conoce con nuestro nombre propio, con nuestras circunstancias, con nuestros problemas, con nuestras alegrías, con nuestras luchas; nos conoce y está con nosotros y está íntimamente unido a nosotros porque nos ama. Y nos ama porque él ha dado la vida por nosotros y, por lo tanto, nos está dando permanentemente la vida, para que nosotros podamos vencer todos los signos de muerte que se nos presentan a lo largo de nuestra existencia y podamos vivir en plenitud.

Él dice: «He venido a que tengan vida y la tengan en abundancia»; él nos da la vida plena, esa vida que nos llena a todos de la luz, de la paz, de la alegría y nos capacita para vivir, aún en medio de las dificultades y de los problemas, con gozo, con paz. Él nos conoce pero él dice que también nosotros lo conocemos. Qué bueno que también nosotros lo conociéramos; qué bueno que todos los días nosotros tratáramos, de verdad, de acercarnos más profundamente al señor Jesús, aquel que siendo el hijo del Padre, se hizo uno de nosotros en el seno de la virgen María y que murió y resucitó para darnos la vida, para darnos su espíritu. Qué bueno que nosotros lo conociéramos, que el señor Jesús dejara de ser simplemente una idea, un personaje del pasado y que empezara a ser un personaje vivo, presente, fundamentalmente importante en nuestra existencia. Porque es aquel el punto de referencia hacia el cual nosotros tenemos que, permanentemente, estar atentos, para que podamos hacer que nuestra vida tenga pleno sentido y que nuestra vida pueda vencer todas las dificultades y problemas que se presentan, y podamos vivir siempre con sentido, con alegría y con paz.

Qué bueno que pudiéramos conocerlo de verdad, conocerlo, acercarnos a él, y para eso, él nos regala su palabra. Veamos los evangelios, leamos los evangelios. En los evangelios, nosotros vemos la persona de Cristo como aquel que verdaderamente está vivo y presente entre nosotros. En el evangelio, lo encontramos predicando, acercándose al pobre, al indigente, al necesitado, sanando, consolando, resucitando los muertos. 

Pues bien, que todo esto sea para nosotros una realidad profunda, que todos los días nos motive a seguir adelante, a seguir caminando, a no dejarnos vencer por la tristeza, por tantas cosas que, a veces, nos oprimen y nos deprimen. Que todos los días nos llenemos de esa presencia salvadora que nos dé, por lo tanto, la posibilidad de caminar siempre adelante.

Hay otro aspecto que vale la pena tener en cuenta en este domingo y es el siguiente: que el Señor quiso que ese pastoreo suyo se prolongara a lo largo del tiempo y del espacio, a través de aquellos que él se eligió como apóstoles y los sucesores de sus apóstoles; es decir, los obispos y los sacerdotes que son los colaboradores inmediatos de los obispos, aquellos a quienes nosotros llamamos los pastores de la Iglesia. Todos aquellos que hemos sido llamados a ser pastores en la Iglesia tenemos perfectamente claro que lo somos en la medida en que estamos unidos a él, y que, por lo tanto, él es el único buen pastor, y que nosotros somos, simplemente, reflejos de esa presencia fundamental de él en medio de nosotros.

Qué bueno que también hoy pidiéramos especialmente al Señor por los pastores, para que el Señor nos ilumine, nos conforte, para que el Señor nos conceda la gracia de no desviarnos sino de andar siempre por los caminos que él quiere que recorramos. Qué bueno que hoy también pidiéramos por los pastores y, aun cuando estemos llenos de defectos, aun cuando seamos personas que muchas veces hacemos daño a la comunidad con nuestro modo de ser, con nuestra conducta, les tengamos siempre respeto, los acatemos. Y como dice el Señor palabras terribles en el Evangelio, «hagan lo que ellos les dicen, pero no hagan lo que ellos hacen», cuando los pastores no son verdaderamente lo que tenemos que ser. Vamos a pedirle al Señor, hoy especialmente, por ellos y también para que el Señor suscite siempre en la Iglesia todos los pastores que necesitamos, para que la comunidad esté bien servida, bien acompañada, bien pastoreada.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén.

 

 

Tu aporte por muy pequeño que sea nos permite mantener esta página y 
 el proyecto de Misioneros Digitales,  sin tu ayuda no sería posible continuar

¡Gracias por tu generosidad!
¡Dios te bendiga!

 

 

Misioneros Digitales Donaciones

 

[ecp code=»Matched_Content»]

Artículos relacionados

Deja un comentario