Portada » Debemos vivir siempre en presencia de Dios

Debemos vivir siempre en presencia de Dios

por Card. Rubén Salazar Gómez
La Voz del Pastor

Cada domingo, el Evangelio nos trae a nuestro señor Jesucristo en plena acción; este domingo tenemos un mensaje especialmente importante para que entendamos lo que es el Señor para nosotros y lo que nosotros tenemos que hacer como discípulos suyos. Escuchemos con suma atención:

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:

–Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Palabra del Señor

 

 

Transcripción la voz del pastor 22 de julio de 2018

El texto del Evangelio que acabamos de escuchar tiene como dos partes. Ustedes recuerdan que hace ocho días veíamos cómo el Señor envió a los discípulos a misionar, envió a los discípulos para que continuaran su obra de salvación. Hoy nos encontramos con el regreso de los discípulos y el Señor los invita a un rato de descanso. El Señor los invita a que le cuenten todo lo que ellos han hecho, todo lo que han enseñado, cómo les ha ido.

Esto es bien importante para todos nosotros como discípulos del Señor, como miembros de la Iglesia. Tenemos que estar permanentemente confrontando lo que hacemos, lo que decimos, lo que significa nuestra existencia con ese señor que nos salva. ¿Por qué? Porque podemos desviarnos fácilmente; por ejemplo, podemos olvidar el sentido que tiene el hecho de ser discípulos del Señor, podemos olvidar el sentido que tiene ser miembros de la Iglesia, podemos olvidar la tarea que el Señor nos ha encomendado de anunciar el Evangelio a los demás, y nuestra vida puede ir perdiendo sentido.

Ustedes lo saben perfectamente, como yo también lo sé, que esto es muy fácil. Por eso este relato del Evangelio nos invita a todos nosotros a que a cada rato nos pongamos con el señor Jesús. Le contemos a Él lo que enseñamos, lo que hacemos, lo que vivimos, cómo es nuestra existencia, qué es lo que buscamos, qué es lo que anhelamos y lo confrontemos con Él. Él siempre nos escucha. La oración es un diálogo: nosotros hablamos, pero Él ha hablado primero, Él nos ha dado primero su mensaje de salvación. Qué bueno que fuéramos capaces siempre de confrontar nuestra existencia con el Señor.

Pero hay una segunda parte muy hermosa. Se dice que cuando Cristo nuestro Señor los invitó a ese momento de descanso, no pudieron hacerlo porque la gente estaba allí y la gente apremiaba. Y hay unas palabras hermosas: el Señor sintió lástima de la gente porque estaban como ovejas sin pastor. Esto nos tiene que llevar a nosotros a tomar una conciencia de que tenemos que estar siempre activos en la proclamación del Evangelio, en el llevar el Evangelio a los demás; que no podemos darnos vacaciones, podríamos decir así, en nuestra vida cristiana. ¿Por qué? Porque la vida cristiana es precisamente un vivir delante del Señor, es un vivir en comunión con Él, es un vivir en diálogo con Él y esto debemos hacerlo permanentemente, ya sea que estemos en el trabajo, ya sea que estemos en vacaciones, ya sea que estemos en vida de familia, ya sea que estemos solos. Sea como sea nuestra existencia tiene que ser siempre coherente. No podemos tener los momentos en los cuales dejamos de ser lo que tenemos que ser, sino vivir siempre de acuerdo a lo que el Señor quiere de nosotros (que, como les decía hace ocho días, es al mismo tiempo nuestra felicidad, es al mismo tiempo nuestra plena realización).

Pidamos al Señor que nos ayude a vivir siempre en su presencia, que Él nos ayude a vivir, siempre tomando conciencia cada vez más de que somos evangelizadores, de que somos discípulos del Señor, de que en este campo no nos podemos dar vacaciones. Sino que siempre junto al Señor, frente al Señor, escuchando al Señor, dialogando con el Señor, podamos también llevar a los demás el testimonio de su amor.

La bendición de Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.

Artículos relacionados

Deja un comentario