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Mateo 13,36-43

por Pbro. Luis A. Zazano
Mateo-13-36-43

Evangelio según San Mateo 13,36-43.

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!».

 

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Cumplir y descubrir la voluntad de Dios.

1) La imaginación: Es una de las técnicas que presenta san Ignacio para trabajar la oración. Es que puedas imaginarte lo que la cita bíblica presenta. El poderte poner como uno de los personajes o ser un espectador. Esta manera que propone san Ignacio ayuda a que puedas entrar en un diálogo con Dios de una manera íntegra. Es lograr que tu mente y tu corazón se prendan a través de un pasaje bíblico.

2) La misión: Después de la experiencia personal con Dios, san Ignacio propone la misión. Por ello los ejercicios espirituales son ejercicios que vos realizas con tu mente y corazón para lograr que tu alma esté más íntimamente en Dios; pero también ese resultado lo encontramos en acciones concretas, la misión, tu obrar. El que medites el evangelio lleva a que como resultado de ello no sea que logres ser un erudito bíblico, sino, más bien, que logres tocar corazones de hermanos que no encuentran vida en sus vidas.

3) La paz interior: Es uno de los puntos que más planteará san Ignacio en su vida. Para lograr la paz interior se debe conocer la voluntad de Dios, y cuando conoces la voluntad de Dios tenés paz interior, pues son dos caras de una misma moneda. Si sabes qué es lo que Dios te pide, tendrás paz haciendo lo que te manda.


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