Evangelio según San Mateo 8,28-34.
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino.
Y comenzaron a gritar: «¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo.
Los demonios suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara».
El les dijo: «Vayan». Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados.
Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
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El Hijo de Dios.
1. Eran feroces: es una de las características de estos demonios, pero la persona que no tiene a Dios en su interior también puede perturbar el camino de los otros. Hay personas feroces, que provocan miedo en la vida de los otros, que destrozan y lastiman. No dejes que nadie te lastime, que nadie destruya ese tesoro que hay en ti.
2. Eres el Hijo de Dios: ellos reconocen a Jesús, en tu vida reconoce a Dios, no seas un cerrado que sólo se mete en sus caprichos, no dejes que tus propios caprichos te atormenten, deja que Dios obre en vos y déjate ayudar, en la vida tenemos que crecer dejándonos ayudar.
3. Vayan: hoy Dios quiere sacarte eso feroz que tienes en tu interior, Dios te quiere sacar aquello que te lastima, esos recuerdos que te dañan y atormentan, como así también quiere sacar de vos eso que no te deja sonreír. Déjate sacar aquello que es producto del que divide y que te divide, deja entrar la calma en vos. Abandónate y déjate ayudar.
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