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NEWMAN Y LA AMISTAD

por Pbro. Juan Rodrigo Vélez
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Lamentablemente, muchas personas tienen pocos o ningún amigo.

Lamentablemente, muchas personas tienen pocos o ningún amigo. Aquellos que tienen amigos son más felices y encuentran sentido en sus vidas. Los santos son hombres y mujeres que tienen muchos amigos. Podríamos preguntarnos por qué es así. La vida del beato John Henry Newman (1801-1890) nos da algunas razones que explican sus abundantes amistades.

Durante su larga vida, Newman ejerció las virtudes naturales y sobrenaturales que dan vida a la amistad. Sus amistades surgieron naturalmente por intereses comunes. Uno de sus primeros buenos amigos fue John William Bowden, un estudiante un año mayor que él que conoció en Oriel College, Oxford, en su primer día en la universidad. Uno de sus intereses era el periodismo y escribir obras de teatro, cosa que hicieron juntos.

Las preocupaciones espirituales y religiosas compartidas lo llevaron a desarrollar una amistad con Richard Hurrell Froude, otro estudiante de Oxford, y a través de este último con John Keble, un antiguo estudiante y profesor de poesía en Oxford. Fue con ellos y algunos otros hombres que comenzó el Movimiento de Oxford en 1833. A través de su trabajo incansable en este movimiento de renovación, Newman hizo muchos nuevos amigos.

Los amigos aprenden unos de otros porque esa es la naturaleza de la amistad; el crecimiento personal nunca es unilateral. Froude, un alto miembro de la Iglesia Anglicana fue uno de los hombres que más desafió los malentendidos de Newman sobre el catolicismo y la Edad Media. De Keble, Newman aprendió sobre la profundidad y belleza de las estaciones litúrgicas y las fiestas del año.

A menudo, la amistad comienza con actos de servicio entregados por una persona a otra. En estos actos de servicio, descubrimos y compartimos la bondad de los demás. Los estudiantes de Newman y sus lectores recurrieron a Newman para hacerle preguntas sobre teología o consejos prácticos. Buscaron ánimo en tiempos difíciles y consuelo en el luto.

La amistad con frecuencia se desarrolla con el tiempo y las buenas amistades resisten el paso del mismo. Este fue el caso con muchos de los amigos de Newman. Frederick Rogers, más tarde Lord Blanchford, es un ejemplo de esto. Newman fue su tutor en Oxford, y el profesor y el estudiante se hicieron amigos. Después de que Newman se convirtiera en católico, él y Rogers no se vieron por un tiempo, pero aun así se escribían, y muchos años después, vemos a Rogers y otros amigos anglicanos regalando un carruaje a Newman.

Newman tenía pasión por la verdad, lo que le permitió ser sincero consigo mismo y con sus amigos sobre sus creencias religiosas. Él persiguió la verdad religiosa a pesar de que a veces esto suponía discusiones dolorosas con amigos e incluso la separación de ellos. Fuera de la lealtad, las amistades soportan diferencias de opinión y creencias, incluso en asuntos importantes, y se reavivan cuando, por diferentes motivos, estas diferencias han conducido a la separación. Hacia el final de su vida, Newman y algunos de sus antiguos amigos anglicanos pudieron restablecer sus amistades.

Por mucho que todo lo anterior sea importante en la amistad, hay otro elemento que es muy importante y característico de la amistad: el afecto. Todos anhelan afecto, pero no todos pueden darlo y recibirlo. Newman era afectuoso con sus amigos. Su afecto se mostraba con gestos y palabras amables. Él se ganó a la gente por su manera de tratarlos, que en última instancia estaba enraizada en la caridad, el amor que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones. Newman expresó esta manera afectuosa de relacionarse con sus amigos con las palabras en latín cor ad cor loquitur (el corazón le habla al corazón).

Newman admiraba a San Juan Crisóstomo, quien tenía buenos amigos, y una vez escribió: «Un amigo es más ansiado que la luz. Hablo de uno genuino. Y no te sorprendas: porque sería mejor para nosotros que el sol se extinguiera a que nos priváramos de amigos. Es mejor vivir en la oscuridad que estar sin amigos.»

Hay mucho más que Newman nos enseña sobre la amistad. En mi reciente libro Holiness in a Secular Age, the Witness of Cardinal Newman (Sceptre Publishers, 2017) ofrezco algunos otros detalles sobre las amistades ricas de Newman. Pero en suma, John Henry Newman nos recuerda la necesidad de la amistad, y que se basa en intereses comunes, crece gradualmente, y requiere virtud, especialmente la caridad.

 

Traducción: Guiliana Rivas

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