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San Ignacio de Loyola y Francisco: “De tal palo, tal astilla”

por Carlos L. Rodriguez Zía
Francisco y San Ignacio

Esta expresión popular, propia de su tierra natal (Argentina), viene a expresar que el espíritu que mueve al papa Francisco es el que aprendió del fundador de los jesuitas, San  Ignacio de Loyola. Pasen y vean cuánto aprendió el sucesor de Pedro del santo español; hoy, en el día de su festividad.

 

“La huella de San Ignacio de Loyola (23 de octubre de 1491-31 de julio de 1556)  en Francisco es evidente. Muchas de estas enseñanzas las pone en práctica, como su preocupación por llegar a todos o su espíritu de superación. Repite que es mejor cometer errores que mantener una Iglesia cerrada en sí misma, “declara Chris  Lowley autor del libro Papa Francisco: ¿Por qué dirige  de la forma que dirige? a RomeReports. El ex seminarista jesuita y alto ejecutivo de JP Morgan también señala que el  Papa reconoce que piensa como un jesuita, como un misionero, aunque nunca pudo ir a Japón, como quería en su juventud. Aun así, desde Roma la impronta de San Ignacio de Loyola le está ayudando a llevar el Evangelio mucho más lejos”.

Aunque hoy en día es para mucha gente el  jesuita más conocido del mundo, La Compañía de Jesús no nació el 13 de marzo de 2013, cuando Francisco fue elegido como el nuevo sucesor de Pedro. La Compañía de Jesús tiene siglos de historia. Nació en el siglo XVI de la mano de una personalidad única: San Ignacio de Loyola, cuya obra ha permitido que muchos conozcan a Dios. Con respecto al santo español, Chris Lowney comenta que «el fundador de los jesuitas, San Ignacio, ideó los ejercicios espirituales, una serie de meditaciones que ayudan a las personas a comprender cómo seguir a Jesús en sus propias vidas». Eso para Lowney ha dado sus frutos en Francisco. “La formación jesuita pone énfasis en la autorreflexión. Durante su entrenamiento con los jesuitas, Jorge Bergoglio pasó un mes entero lejos del trabajo, los diarios, la televisión, analizando en profundidad su vida y sus objetivos, sus debilidades, fortalezas y valores. El resto de su vida debió seguir esa misma disciplina de reflexión diaria. Cuando empujaron a este pobre hombre al balcón frente a 200.000 personas por primera vez, no hubiera sido un buen momento para preguntarse: «Mmm, ¿quién soy y qué debo hacer?» Así que, aunque nunca se haya imaginado ser Papa, su formación jesuita le dio la preparación más esencial para cualquier líder: saber quién es uno y los valores y objetivos en la vida que lo sostienen.

Francisco y San Ignacio

Cada día el Santo Padre pone en práctica lo que aprendió del fundador de La Compañía de Jesús.

 

Y si «Ad maiorem Dei gloriam» (Para la mayor gloria) es el lema de la congregación,  no debe extrañar que Francisco haya pronunciado una de sus famosas frases: “Prefiero una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma”.  Porque para un cristiano la mayor gloria es el bien de su prójimo. Y eso implica salir a las periferias. “Salir a las periferias es también una actitud propia de los jesuitas. Son grandes pedagogos que han llevado el mensaje del Evangelio a América Latina, India, África y Oriente. Pero no sólo han llegado a los confines del mundo. Francisco también dice que se necesitan misioneros cerca de casa. Hay muchas personas alejadas de la Iglesia que, en realidad, no han tenido mucho contacto con la religión. No les importa la religión, de ninguna forma. Por eso, ese espíritu de ‘salir a las periferias’ se centra en ellos».

Por último, Chris Lowney destaca las cuatro claves de un líder jesuita, que tenía San Ignacio y se pueden observar en Francisco. “Autoconocimiento: hay que conocer las propias debilidades, fortalezas, valores y cosmovisión. Creatividad: el mundo cambia todo el tiempo y los líderes efectivos saben adaptarse. Heroísmo: hay que motivarnos con la pasión para ser sobresalientes, y con objetivos que sean mayores que el propio ego. Amor: debemos tratar a los demás de manera que respete su dignidad y libere su potencial humano. A menudo asociamos liderazgo con una posición jerárquica. Pero, mi idea, basada en los valores jesuitas, es exactamente la opuesta: todo el mundo está liderando en cada momento como resultado del impacto que tienen las propias acciones cada día, y basarse en este modelo es muy útil para hacerlo bien a cualquier escala.”

 

Fuentes: RomeReports y La Nación

 

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