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Dos corazones en el Corazón de Cristo (6ª parte)

por Elena Fernández Andrés
Detalle de la estatua de S. Claudio de La Colombière a la entrada de la iglesia con su nombre en Paray-le-Monial

Foto: Detalle de la estatua de S. Claudio de La Colombière a la entrada
de la iglesia con su nombre en Paray-le-Monial

 

«La bondad del Señor será su ayuda…»

A partir de aquel 21 de junio de 1675, Margarita María se siente por fin comprendida. Puede hablar claramente con alguien de las Gracias extraordinarias que está recibiendo. Claudio, por su parte, no se extraña de nada: «Me dijo que en todo ello solo tenía motivos para ser humilde y admirar las grandes misericordias de Dios para conmigo». Muchas de las religiosas de la comunidad siguen murmurando; nada saben de las grandes revelaciones que recibe su hermana. La superiora está al tanto de todo pero, para probarla, la trata duro. Y así pasa un año…

A fines de agosto de 1676, el padre Claudio recibe una carta inesperada de su superior: se le manda a Londres. Es una gran sorpresa para él. Y para la hermana Margarita María un golpe muy duro. Así lo cuenta ella:

«El Señor lo retiró de esta ciudad para emplearlo en la conversión de los infieles. Recibí este golpe con entera sumisión a la voluntad de Dios. En el poco tiempo que había estado aquí ¡me había sido tan útil!».

El Señor le hace un cariñoso reproche: «¿Qué? ¿Es que no te basto yo que soy tu principio y tu fin?».

No es nada fácil la misión que se le encomienda al padre en la Inglaterra separada de Roma por el cisma de Enrique VIII. Oficialmente es el predicador del palacio (el hermano del rey, Jaime, duque de York, era católico y heredero del trono al no tener aquel sucesor), pero deberá ayudar con la máxima discreción a los católicos ocultos, e incluso a los anglicanos que quieren volver a la fe católica. Va a pasar dos años muy duros. (Xanax) Para colmo, el frío y la niebla no favorecen su salud delicada. En febrero de 1678 se manifiesta la tuberculosis y en agosto sufre una hemotisis. Por esas mismas fechas los enemigos del duque de York inventan «un complot papista tramado por los jesuitas». Es la persecución abierta: varios jesuitas ingleses son ahorcados. El 24 de noviembre, en medio de la noche, el padre Claudio es detenido, encarcelado y el 1 de diciembre condenado a la deportación (por ser extranjero no se atreven a más). El 30 de diciembre, con la salud más minada que nunca por la estancia en una cárcel húmeda y malsana, sale de Londres rumbo a Francia. 

Aunque parezca increíble, estos dos años de Londres son decisivos para el cumplimiento de la misión encomendada por Jesús a sus dos amigos. Ni ellos mismos se dan cuenta de ello. Antes de su partida, Margarita María le había hecho llegar un mensaje de parte del Señor:

«1.- El talento del padre es llevar las almas a Dios: he aquí por qué los demonios harán toda clase de esfuerzos contra él; incluso personas consagradas le causarán tristeza y no aprobarán lo que dirá en los sermones que les dirija. Pero la bondad de Dios será su ayuda en estas cruces, pero solo en la medida en que confíe en Él.

2.- Debe tener una bondad compasiva para con los pecadores y no emplear la fuerza más que cuando Dios se lo dé a entender.

3.- Procure con mucho cuidado nunca sacar el bien de su fuente. Esta palabra es corta, pero contiene muchas cosas que Dios le dará a entender según la aplicación que haga».

Estas últimas palabras las comprenderá de repente durante el retiro de enero de 1677 y las aplica a la práctica y al espíritu de la pobreza. En respuesta a este misterioso mensaje él da a Margarita estos sencillos consejos:

«Debe usted acordarse de que Dios le pide todo y nada. Le pide todo porque quiere reinar sobre usted y en usted como sobre un bien que es absolutamente suyo; de modo que pueda disponer de todo; que nada se le resista, que todo se le pliegue, que en todo obedezca a la menor señal de su voluntad. Y no pide de usted nada porque Él quiere hacerlo todo en usted, sin que tenga que meterse en nada, contentándose de ser el sujeto en quien Él obra, para que así toda la Gloria sea de Él, que solo Él sea conocido, alabado y eternamente amado».

Los dos -Margarita y Claudio- viven profundamente unidos en el Señor. Margarita sigue y vive los trabajos apostólicos de su amigo. El Señor mismo le informa. Así lo afirma la superiora: «Nuestro Señor hizo ver a la hermana los sufrimientos y las cruces que el padre sufría en el país al que los superiores le habían enviado. Vino a decírmelo y me entregó una nota para hacérsela llegar. Contiene dos cosas muy consoladoras que Jesucristo le había dictado».

Algo va cambiando en su relación. Es ahora ella quien lleva la iniciativa. Ya no hay director y dirigida. Él se siente muy poca cosa ante esa alma privilegiada que Dios ha puesto en su camino. Escribe así en sus apuntes del retiro de Londres:

«Quisiera tanto, si fuera posible, no resistir a la voluntad de Dios. Siento un gran deseo de seguir todas sus inspiraciones, sobre todo desde que una persona muy familiarizada con Dios me dijo que nuestro Señor le había dado a entender que yo le estaba resistiendo en algo que yo no hacía por temor de parecer imprudente».

Aunque no la nombre directamente, Margarita María está presente en este retiro: «Me he dado cuenta de que Dios quiere que le sirva procurando el cumplimiento de sus deseos en lo referente a la devoción que ha sugerido a una persona con la que se comunica con mucha confianza, y para la cual ha querido servirse de mi debilidad».

«Dios, pues, habiéndose comunicado con esa persona, que podemos creer es según su Corazón, por las grandes gracias que le ha concedido, me lo explicó a mí y le obligué a poner por escrito todo lo que me había dicho, y que yo quiero reproducir en el diario de mis ejercicios porque Dios quiere servirse de mis débiles fuerzas para poner en ejecución este designio». Y a continuación copia íntegro el texto de Margarita María.

A través de los mensajes que ella le envía y de las cartas de la superiora, Claudio desde Londres sigue con gozo la vida de esa hermana que el Señor le ha dado.

Canción: Te entrego todo
Autor: Kiki Troia
 
https://youtu.be/TEWPc9DDDZA
 
 
 

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