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Sobre la relación entre el sufrimiento y la sabiduría

por Mons. Charles Pope
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«Busca a alguien que haya sufrido»

Hace más de 29 años, cuando estaba terminando el seminario y me encontraba a punto de ser ordenado, mi director espiritual en ese momento me dio algunos consejos para buscar uno nuevo en mi diócesis: «Busca a alguien que haya sufrido», me dijo. En ese momento me pregunté por qué, pero finalmente me di cuenta que fue un buen consejo.
 
Si se sobrelleva con fe, el sufrimiento aporta sabiduría profunda.Por mucho que haya odiado cualquier sufrimiento que haya sobrellevado en mi vida, debo admitir que ha traído regalos, aunque en paquetes extraños. Descubrí dones y fortalezas que no sabía que tenía. Experimenté cosas que habría evitado. Aprendí a buscar ayuda en lugar de tratar siempre de depender de mí mismo. Me armé mejor para ayudar a otros en sus luchas. A través del sufrimiento, mi fe creció, al igual que mi compasión y generosidad hacia otros que han luchado.
 
La escritura dice: El Señor no desprecia un corazón quebrantado y humillado(Sal 51). Hace unos años, mi director espiritual compartió conmigo un extraño dicho: Todo necesita una grieta; así es como entra la luz. Sí, efectivamente, la luz entra a través de un corazón roto, uno con fisuras o aberturas. Rara vez la luz penetra a través de una pared perfecta, una barrera fuerte.
 
No cabe duda que esta es una verdad dolorosa, y me da ganas de correr, pero he aprendido que esasí. Dios ha hecho más con mi quebrantamiento que con mi fortaleza. De manera paradójica, mi quebrantamiento se ha convertidoen mi fortaleza. ¿Has experimentado esto? ¿Dónde estaríamos sin nuestras cruces y sufrimientos? ¿Qué tenemos de verdadero valor que no haya pagado el precio del sufrimiento?
 
Ahora permítanme salir del camino y dejar que una Santa lo explique. Lo siguiente pertenece a Santa Rosa de Lima, cuya fiesta celebramos  el 23 de agosto en todo el mundo y 30 de agosto en el Perú. Aquí un extracto de lo que se encontraba en el breviario:

El Salvador levantó la voz y dijo con incomparable majestad:

«¡Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe: ésta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!»
 
Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen:
 
«Oíd, pueblo; oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conseguir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta hermosura del alma.»
 
Sufrir bien, compañeros cristianos. Ruega liberación, pero date cuenta de que, incluso dilatando nuestro alivio, Dios está planeando algo bueno.
 
Este motete de William Byrd dice: «Oh Señor, según la multitud de las miserias de mi corazón, tus consolaciones han regocijado con el alma».

Traducción: Guiliana Rivas / Fuente: Community in Mission

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