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Bienaventurados

por Card. Rubén Salazar Gómez
bienaventuranzas

A medida que avanza el año también la palabra del Señor va avanzando, permitiéndonos entrar en lo hondo de ese mensaje de salvación que es el evangelio, escuchemos con atención:

Del santo Evangelio según SAN LUCAS 6,17.20-26

Elegidos los doce apóstoles, Jesús bajó con ellos de la montaña 
y se detuvo en un llano. Había allí una gran cantidad de discípulos y 
mucha gente del pueblo, proveniente de todo el país de los judíos y 
de Jerusalén y aun de la costa de Tiro y Sidón. 

Jesús dirigió la mirada hacia sus discípulos y dijo: 
«Dichosos los pobres, porque el Reino de Dios es para ustedes. 

Dichosos los que ahora pasan hambre, 
porque tendrán alimento en abundancia. 

Dichosos los que ahora lloran, 
porque reirán. 

Dichosos cuando los hombres los odien, los excluyan de su compañía y los insulten,  y aun rechacen su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. 

Alégrense ese día y salten de júbilo, porque en el cielo tienen reservado un gran premio. 

Así trataron los padres de esa gente a los profetas. «En cambio, ¡ay de ustedes los ricos, 
porque ya tuvieron su felicidad! 

¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos, porque pasarán hambre! Ay de los que ahora ríen,  porque tendrán que sufrir y llorar! 

¡Ay, si todo el mundo habla bien de ustedes! Así trataron los padres de esa gente a los falsos profetas!» 

Palabra del Señor. 

Transcripción de La Voz del Pastor del 17 de febrero de 2019

El Señor hoy se dirige a sus discípulos, es decir se dirige a cada uno de nosotros, y se dirige para presentarnos un camino nuevo, de felicidad, dichosos los pobres, esa palabra dichosos, es una palabra que tenemos que tomar muy en serio.

Dios quiere que nosotros cada uno de nosotros los seres humanos vivamos felices, la tragedia nuestra, es que pensamos que la felicidad es el placer, que la felicidad es el poder, que la felicidad es el dinero, que la felicidad es no tener problemas, que la felicidad es, es mil cosas, y entonces estamos buscando desaforadamente la felicidad que lógicamente no está ahí, y entre más la buscamos ahí menos la encontramos somos cada vez más infelices y contribuimos en la infelicidad de los demás.

 ¿Donde está la verdadera felicidad? el Señor nos la plantea claramente en el Evangelio, la verdadera felicidad está en aceptar a Dios en la vida, ¿por qué? porque cuando uno acepta a Dios en la existencia entonces todo se redimensiona todo empieza a ocupar el sitio que le corresponde, y por lo tanto vamos a entender perfectamente de qué se trata de nuestra existencia, y cómo tenemos que vivir cada uno de los momentos de nuestra existencia, pongamos un ejemplo claro la primera bienaventuranza que nos trae San Lucas es felices los pobres, dichosos los pobres, San Mateo dice: los pobres en el espíritu, Lucas nos dice simplemente los pobres, ¿qué significa la pobreza? porque vamos a tener que renunciar entonces a todo lo que tenemos para poder ser dichosos, no, la pobreza consiste verdaderamente en que no hagamos de los bienes materiales un valor absoluto que no pensemos que tener es lo esencial y lo fundamental en la existencia, sino que tomemos conciencia de que lo fundamental y lo esencial es ser, ser, y estamos llamados a ser hijos de Dios y hermanos los unos de los otros, por lo tanto estamos llamados a no apegarnos a las cosas, nosotros sabemos todos que fácil es apegarse a las cosas y qué fácil es pensar que el dinero es lo que puede verdaderamente satisfacer el corazón humano.

 Si nosotros analizamos un poquito más a fondo esto nos vamos a dar cuenta de que el dinero es causa permanente de corrupción y la corrupción es el cáncer según la imagen utilizada por el papá Francisco es el cáncer que ha hecho metástasis prácticamente a todos los estamentos de la sociedad, por qué por qué es ese afán desmedido de tener y tener y entre más se tiene, más se desea tener, es la tendencia a acumular y acumular, y eso hace que nuestro corazón se vuelva duro, se vuelva implacable, se vuelva injusto, los que nos volvamos ladrones, porque entonces empezamos a apropiarnos del dinero que no nos corresponde y poco a poco vamos cayendo en un círculo vicioso, que es el círculo vicioso del más, más, más, más y  para eso somos capaces de sacrificar cualquier cosa.

 El Señor nos dice sean pobres, es decir no se apeguen a las cosas materiales el Señor nos regala a nosotros muchísimas cosas maravillosas tenemos donde vivir tenemos como comer tenemos como vestirnos tenemos una cantidad de cosas procesos son medios para que podamos vivir como él quiere de nosotros, no son fines yo no vivo para comer, yo no vivo sencillamente para poder tener una cantidad de trajes de vestidos de zapatos no yo no vivo para eso la vida no puede tener en su sentido en esas cosas materiales que son pasajeras que se acaban de un momento a otro, importante es centrar nuestra existencia en Dios, en Dios que en nuestro padre en Dios a quien tenemos que amar y querer y respetar como hijos que somos, y ese amor tiene que traducirse tiene que ampliarse a todos los hermanos, a todos, sin distinción ninguna, nosotros vivimos en un mundo racista, clasista, en un mundo absolutamente polarizado, porque todos contra todos, prácticamente no si somos pobres en el sentido auténtico del término si no ponemos nuestras esperanzas y nuestras alegrías en los bienes materiales sino que nos relacionamos correctamente con Dios, entonces nos relacionaremos también correctamente con los demás, aprenderemos a ser tolerantes, a ser pacientes, a reconciliarnos, a perdonar, a vivir como verdaderos seres humanos como hijos del padre celestial.

La bendición de Dios todo poderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre, Amén.

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