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Ecce Homo!

por William Orbaugh
El Ecce Homo de García Martínez y la restauración de Cecilia Giménez

El Ecce Homo de García Martínez y la restauración de Cecilia Giménez

¡He aquí el hombre! (Ecce homo! en latín) es la frase que de acuerdo al evangelio de Juan (19:5), dijo Poncio Pilatos al presentar a Jesús ante la muchedumbre tras haberlo interrogado, hecho azotar y torturar con una corona de espinas en la cabeza, una caña a modo de cetro en la mano y un manto púrpura – pese a no haberlo encontrado culpable de ningún delito – con la esperanza de que tal humillación y escarmiento, pudiera bastarles y le permitieran dejarlo vivir. Bien sabemos que no bastó.

A lo largo de la historia numerosos artistas han pintado esa escena, que invariablemente muestra a un Jesús con gesto de dolor y sufrimiento, con las manos atadas, la corona de espinas, cetro y manto. Entre tantas obras sobre el tema, existía una modesta pintura en el Santuario de la Misericordia de Borja, en Zaragoza España, pintada en 1930 por Elías García Martínez, un artista de discreta trayectoria. La obra, pintada sobre una pared de yeso sin preparación adecuada, pronto empezó a arruinarse y descascararse, dando la impresión de ser más antigua, por lo deteriorada que estaba.

En el año 2012, Cecilia Giménez una señora de unos 80 años, aficionada a la pintura y devota del Santuario, se ofreció a restaurarla y así lo hizo. Al poco tiempo, un colaborador del Diario El Español, se topó con el trabajo realizado y, escandalizado, publicó un artículo con fotografías que desató estupor e indignación a nivel mundial; y es que la obra había sido desfigurada y arruinada a tal grado, que sólo se podía concebir como un acto de brutal vandalismo o acaso la peor restauración en toda la historia del arte. 

Parecería como si la señora  hubiera intentado lavar la superficie y emparejarla con colores mal elegidos, perdiendo el rastro de todos los detalles originales y que al final, en desesperación o burla, le hubiera dibujado ojos nariz y boca, cual si se tratase de un dibujo infantil. 

Las fotografías de la obra original deteriorada y de la restauración se volvieron virales, dieron la vuelta al mundo y no tardaron en aparecer los memes, el rechazo y condena de los expertos y las burlas y carcajadas del mundo entero.

Bajo tal lluvia de reproches, Cecilia Giménez, avergonzada y sumida en una terrible depresión, optó por recluirse en su casa para estar sola y no ver a nadie. Y es que, aunque parezca mentira, ella sólo quiso ayudar y en realidad hizo lo que pudo, su mejor esfuerzo. Fue ese detalle el que lo cambió todo.

Porque arruinar cualquier obra durante una intervención, digamos una escena de la Natividad, de la Anunciación o Resurrección, una Piedad, quizás habría sido casi un crimen, una blasfemia, un insulto; pero “arruinar y deformar hasta dejar irreconocible” un “Ecce Homo”, en realidad sólo resultó ser una redundancia artística: fue llevar hasta el extremo el concepto y la intención misma de la obra, ya que se trata justamente de la escena en ¡que se burla, arruina y deforma hasta dejar irreconocible a Jesús! En su ineptitud e inocencia, Cecilia dio en el clavo: arruinó y deformó la obra hasta dejar irreconocible al Jesús. Y con ello, revivió aquella ancestral ira y burlas, que ahora se proyectaban contra su trabajo y ella misma.

Al reírnos de la incompetencia de Cecilia –esa incompetencia que a pesar de todo termina bien, como si Dios ya contara con ella– nos reímos de nosotros mismos; porque al igual que ella, al final sólo somos humanos y errar es de humanos. “¡He aquí el hombre!”

Cuantas veces, queriendo ayudar, pretendiendo explicar a un alumno o corregir a un hijo, no cometemos una barbaridad, echamos a perder la oportunidad, dejando todo peor que como estaba. ¡Así mismo, cuántos habrá que juzgan y condenan a los demás, que incluso predican, asumiendo que con sus acciones “restauran” y rescatan según ellos, la palabra divina.  No obstante, vaya a saber qué barbaridades y torpezas, verdaderas burlas a la naturaleza de Dios, se estarán diciendo y haciendo. ¡He aquí el hombre! 

Una frase para meditar y así mismo, para reflexionar con humildad, piedad y comprensión hacia nuestros semejantes.

La historia de Cecilia dio un giro inesperado: tan célebre se volvió su “mal-obra”, que millares de curiosos y visitantes empezaron a llegar a Borja, trayendo turismo y prosperidad a la comunidad. Los críticos y adeptos al arte pop, empezaron a valorar esta paradoja artística que puso a Borja en el mapa de las artes. En Londres se creó un Musical sobre el tema y en Borja se abrió un museo y Centro Cultural en su honor. Cecilia Giménez es ahora una celebridad.

Para conocer más de este curioso episodio humano:

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