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Resurrecciones de Semana Santa – La música ya no volverá a morir

por William Orbaugh
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Felix Mendelssohn, fue un compositor, pianista y director de orquesta judío-alemán, que nació en 1809 y murió en 1847, dejando un gran legado a pesar de su corta vida. Un día, cuando tenía apenas 20 años, descubrió sobre la mesa de la cocina un paquete de carne envuelto en papel usado, que su madre había comprado en el mercado y le llamó la atención notar que se trataba de papel pentagramado con escritura musical. Intrigado fue a visitar al carnicero, preguntándole si tendría más de aquel papel, ofreciendo comprárselo. Así lo hizo y resultó ser el manuscrito de la Pasión Según San Mateo, de Johann Sebastian Bach. Casi se muere: ¡La mayor obra, del mayor compositor de todos los tiempos, que se creía perdida para siempre! 

En aquel entonces, no se acostumbraba interpretar obras de autores de épocas anteriores. Las obras literalmente morían con sus autores, porque tanto los músicos como el público, sólo se enfocaban en la música del momento y los autores de moda. No obstante, la magnitud de este casi milagroso rescate (¡y es que cuánta obra escrita se ha perdido en guerras, desgracias y por el mero paso del tiempo!), llevó a Mendelssohn a querer preparar y presentar esa gran obra para cantantes solistas, coro y orquesta, en contra de la recomendación de colegas y amigos: -¡Quién va a querer escuchar la música de un autor muerto y olvidado!

Así, en la víspera de la Semana Santa de 1829 – hace 190 años – resucitó la Pasión según San Mateo de Bach y el impacto fue tal, que tanto Mendelssohn como otros directores empezaron a rescatar más obras de Bach y de otros compositores, como Vivaldi, Haendel y demás. Volvían a la vida uno a uno, todos esos maravillosos músicos y nacía así lo que llamamos el “historismo en música”, que es el estudiar, interpretar y representar obras de los autores de todas las épocas, algo muy común hoy en día.

Decía Mendelssohn: “El destino ha querido que fuera yo, un judío, quien diera a conocer al mundo la obra más grande de la música cristiana”.

De no haberse podido recuperar la Pasión según San Mateo, ello habría sido una pérdida para la música, comparable a lo que hubiera sido para la pintura el que se destruyera en el pasado el techo de la Capilla Sixtina sin quedar siquiera una fotografía, un dibujo o un boceto de cómo fue. O como si del Nuevo Testamento se hubiera perdido irremediablemente y sin rastro, todo el Evangelio de San Mateo.

La obra es monumental, para 7 cantantes solistas, coro mixto, coro de niños y orquesta. Está dividida en dos partes: la primera dura una hora y media y la segunda, casi dos horas. 

Aprovechen estos días para escucharla. Aunque sea de a poco cada día y regálese la oportunidad de sorprenderse y emocionarse hasta las lágrimas con esta historia que habrá visto y escuchado tantas veces, pero quizás nunca de esta manera: conducida espiritualmente por la música.

 Les recomiendo la versión de Karl Richter, con los Coros y Orquesta Bach de Munich, que tiene subtítulos en español.

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