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¿Cuál es el mandamiento más importante?

por Card. Rubén Salazar Gómez
buen-samaritano

Hoy en el Evangelio se nos hace una pregunta muy importante, para nosotros ¿qué significa a amar? ¿qué significa amar de verdad? escuchamos con atención:

Del santo Evangelio según SAN LUCAS 10, 25-37

En cierta ocasión, se presentó a Jesús un doctor de la Ley para ponerlo a prueba y le preguntó: «Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?» 
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué es lo que en ella lees?»
El doctor de la Ley le contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todas tus fuerzas y todo tu espíritu’, y ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’» 
Jesús le dijo: «Bien respondido. Haz eso y vivirás.» 
Él, queriendo justificar su actitud, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» 
Jesús respondió: 
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos, le quitaron la ropa, lo apalearon y se fueron dejándolo medio muerto. 
Casualmente bajó por ese camino un sacerdote, quien al verlo dio un rodeo y siguió su camino. 
Lo mismo hizo un levita que pasó por ese lugar: al verlo dio un rodeo y siguió su camino. 
En cambio un samaritano que iba de viaje, al llegar a donde estaba el hombre y verlo, se conmovió, se acercó, le lavó las heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo montó sobre su propia bestia  y lo llevó a una posada, donde acabó de cuidarlo. 
Al día siguiente sacó el dinero equivalente a dos jornales y se lo dio al dueño de la posada  y le dijo: ‘Encárgate de cuidarlo, y si gastas más, yo te lo pagaré al regreso’. ¿Cuál de esos tres hombres te parece que se portó como prójimo del que fue asaltado por los bandidos?» 
Él respondió: «Pues el que hizo la obra de misericordia con él.» Jesús entonces le dijo: «Vete y haz tú otro tanto.» 
Palabra del Señor.

Transcripción de La Voz del Pastor del 14 de julio de 2019

En el Evangelio que acabamos de escuchar nos encontramos con una de las parábolas más hermosas y más importantes de nuestro señor Jesucristo, es la parábola que todos conocemos como la parábola del buen samaritano, a la pregunta de alguien al Señor ¿cuál es el mandamiento más importante? o mejor ¿qué es lo que tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? la respuesta del Señor es clave.

Todo lo que nosotros tenemos que hacer no es sino un amarlo el amor es la clave, de nuestra vida, es la clave de nuestra relación con Dios, es la clave de nuestra relación con los demás, pero no se trata de un amor teórico, hay un amor simplemente de labios para afuera, no, se trata de un amor concreto, y el Señor en la parábola no significa claramente que significa ese amor concreto, es cuando nosotros a lo largo de nuestra existencia nos encontramos con alguien que tiene necesidad de nuestra ayuda, ese pobre hombre que había caído víctima de los ladrones que había sido herido en el camino de Jericó a Jerusalén, es un símbolo de toda persona que sufre necesidad, de toda persona que es víctima de la injusticia y de la violencia, la persona que de alguna manera necesita de nosotros, y por lo tanto el amor que nosotros tenemos que darle es la respuesta concreta, tender la mano al que lo necesita, para responder en el nombre de Dios y con la fuerza del amor de Dios precisamente a la necesidad de esta persona y poder ayudarle.

Los seres humanos necesitamos ayudarnos los unos a los otros, no podemos vivir cada uno por su lado,  indiferentes frente a los demás, no podemos dejarnos llevar del egoísmo de tal manera que pensemos solamente en nosotros en nuestros intereses, en nuestras necesidades, no, tenemos que abrir los ojos y darnos cuenta de los demás, del sufrimiento y de las necesidades de los demás, fíjense que en la parábola del Señor nos pone el ejemplo de un sacerdote del pueblo judío que bajaba, que vio al al herido y siguió indiferente, lo mismo un levita, es decir puso el Señor el ejemplo de dos personas que por su naturaleza, por su oficio, tenían que ser especialmente sensibles a las necesidades y al dolor de los demás, pero no, pasaron en diferentes.

 En cambio el samaritano que era de un pueblo enemigo de los judíos no le importa que el judío sea su enemigo desde el punto de vista de la raza, desde el punto de vista de la pertenencia a un pueblo, sino que se conmueve ante él y el dolor y acude inmediatamente a ayudarlo, esto es lo que tenemos que hacer nosotros nunca pararnos a considerar si esa persona que está necesitando la ayuda, es digna o no es digna de la ayuda, lo único que es claro es que necesita de nosotros y que nosotros tenemos que darle la ayuda que necesita, qué diferente sería el mundo si nosotros de verdad pudiéramos ayudarnos de verdad los unos a los otros, qué diferente sería porque entonces no habría gente que pasara necesidad, no habría gente que viviera en la angustia, en el dolor, en el sufrimiento, solos, abandonados, no porque todos recibirían la ayuda que necesitamos, y todos estamos en capacidad de poder dar esa ayuda.

Hoy la invitación es muy concreta, nuestro amor a los demás que es aquello que nos da verdaderamente felicidad, que nos da verdaderamente alegría en nuestra vida, es un amor concreto, de ayuda, de solidaridad, de fraternidad, hagámoslo nosotros así como el Señor lo hizo, fijémonos que al final el Señor nos dice anda y haz tú lo mismo, es la invitación que nos hace el Señor el que nosotros seamos como ese buen samaritano, que se compadeció de aquel que había sufrido el asalto de los bandidos de los ladrones y estaba en necesidad, que nosotros nunca seamos indiferentes al sufrimiento de los demás, que siempre estemos dispuestos a ayudar, porque siempre lo podemos hacer.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre, Amén.

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