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Iglesia y Convento de Santo Domingo en Lima

por Horacio Espinosa

Siguiendo las huellas de San Martín de Porres, mi nuevo Santo amigo, llegué al lugar en el que vivió muchos años sirviendo a los más necesitados de su ciudad. Se trata de la Basílica Menor y Convento Máximo de Nuestra Señora del Rosario, conocido popularmente como Santo Domingo, en la ciudad peruana de Lima.

La historia de este complejo religioso está signada por los temblores de la tierra, que son muy frecuentes en la región. La construcción de templo y convento llevó unos 50 años, desde la fundación de Lima en 1535 hasta 1578. Sin embargo, en 1678 hubo un gran terremoto que destruyó la primera edificación.

Catedral

Tras el desastre natural, se erigió una nueva iglesia y se reconstruyó el convento, que antes contaba con seis claustros y varios patios de servicio. El templo se reedificó desde el crucero hasta el coro, se cambiaron los arcos y se amplió el número de ventanas, lo que le dio amplitud, sencillez y uniformidad. Los materiales empleados fueron adobe, ladrillo y calicanto y la quincha (que es un entramado de caña con barro) sirvió para aligerar el peso, hacer más flexible la estructura y aumentar la resistencia a los sismos.

En 1746, otro terremoto provocó destrozos y fue necesario hacer modificaciones en el conjunto. Se reconstruyeron la torre, la fachada principal de la parroquia y parte del convento.

La iglesia fue elevada a la categoría de Basílica Menor en 1930. Diez años después, un nuevo terremoto dañó la estructura y hubo que reconstruir.

Lugar de descanso de San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima

A un lado de la entrada principal de la Basílica se encuentra la capilla de San Martín de Porres. Si bien el lugar en el que el santo tuvo su celda fue destruido por un sismo en el siglo XVIII, gracias a la caridad de los fieles y donativos de la Iglesia, se logró levantar este sitio santo delante de lo que fueron su dormitorio y enfermería.

Los visitantes también pueden acceder al Oratorio del santo, un pequeño ambiente debajo de la escalera en donde Martín frecuentemente oraba y era tentado por el demonio. Hoy se observan allí gran cantidad de objetos que sus fieles devotos acercan en acción de gracias. En lo alto de la habitación, una cruz de madera recuerda que en este mismo lugar San Martín alejó las tentaciones del maligno.

En las paredes hay cuadros que refieren a los milagros del patrono de la justicia social. Quien también intercede especialmente por los peluqueros tiene un altar en donde se venera su imagen. A sus lados hay esculturas que representan a Santo Domingo y a San Francisco de Asís y desde arriba lo custodia una de la Virgen del Rosario.

Por otro lado, los restos de San Martín de Porres descansan en la sepultura y hay una urna en donde se conservan los maderos de su cama. Asimismo, están allí los restos de Santa Rosa de Lima.

La patrona de América fue sepultada en el antiguo cementerio en el que se inhumaba a los primeros religiosos de la orden y luego depositada en un osario de varios metros de profundidad. La sepultura de mármol que tiene los restos de la santa está en el centro del ambiente decorado con mosaicos.

En una placa recordatoria se lee textualmente: «Hago donación de mi cuerpo a mis hermanos Dominicos». Dicha frase da cuenta de cuán agradecida de pertenecer a la orden Terciaria Dominica estaba Santa Rosa.

El templo hoy

Al llegar a la plazoleta que lleva el nombre de Santo Domingo, uno comienza por admirar el exterior de la iglesia. La puerta original fue labrada en la segunda mitad del siglo XVII pero los sismos la fueron dañando con el tiempo, por lo que hubo que repararla más de una vez.

El aspecto actual del templo se debe en buena medida a los trabajos de reconstrucción tras el terremoto de 1940. Éstos consistieron en la aplicación de cemento en las paredes y la restauración de la portada, que como la fachada de la iglesia, había sido modificada en la segunda mitad del siglo XIX cuando las paredes fueron recubiertas con un acabado de ladrillo.

La actual torre fue construida en 1766, es de estilo rococó y su parte baja tiene forma octogonal. Está dividida en tres cuerpos y los dos superiores cuentan con pequeños balcones sobre ménsulas. En la cúspide hay una escultura de un ángel sosteniendo una trompeta, figura que representa el anuncio del Juicio Final.

El templo es sencillo y en el interior se conservan numerosas esculturas. En el coro de la iglesia se encuentran la sillería más antigua del Perú, trabajada totalmente en madera de cedro nicaragüense, y otra similar que está por delante y fue tallada mucho más tarde siguiendo el modelo de la primera.

En el respaldo de los asientos hay figuras de santos y personajes bíblicos. En la parte central de la sillería se encuentra el asiento principal del Prior del convento, con tallas de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís.

El altar es de estilo neoclásico con decoración en colores turquesa y oro. En la zona inferior del altar hay una escultura de Santa Rosa de Lima realizada por el artista maltés Melchor Caffá en 1669 por encargo del Papa Clemente IX.

El recinto está formado por tres naves, de las cuales las laterales se encuentran compuestas por capillas en las que se ubican varios retablos. Entre ellos se destacan los de San Jacinto de Polonia, San José, Santo Domingo de Guzmán y Nuestra Señora del Rosario. Con todo, el más importante es el de los Santos Peruanos, así como las capillas del Señor de la Justicia y de la Cofradía del Rosario.

El Altar de los Santos Peruanos tiene en el centro la imagen de Santa Rosa de Lima, a la izquierda la de San Martín de Porres y a la derecha la de San Juan Macías. Este último, a pesar de haber nacido en la península Ibérica, es considerado peruano porque desarrolló su vida religiosa en Lima. En la parte inferior hay relicarios en donde se guardan reliquias de cada santo.

La visita

Llegué a pie rodeado de un grupo de turistas, esto en general causa distracción porque están más interesados en sacar fotos que en sentir la dulce presencia del Espíritu Santo. No puedo hablar demasiado de quienes se comportan de ese modo porque hasta no hace mucho yo solía hacer lo mismo. No obstante, el Señor me fue moldeando de a poco y hoy al entrar a un templo no actúo igual que cuando ingreso a un museo. Trato de buscar a Dios en ese lugar, y lo encuentro siempre.

En este caso, no se trata de uno de esos templos lujosos que son monumentos en sí. Es muy lindo, claro, pero las reliquias de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres se llevan toda la atención. Aunque impresiona un poco el que los cráneos de los santos estén a la vista, son venerados por mucha gente.

Una mención especial merece la Capilla del Señor de la Justicia, en donde está el Santísimo expuesto. Muchos transeúntes interrumpen un ratito sus tareas cotidianas para pasar a saludar al Señor, visita que tuve la gracia de hacer.

Tips de Viajero

  • No dejen de entrar al museo que está dentro de la capilla de San Martín de Porres.
  • Si bien la iglesia tiene poca luz, ello contribuye a que se genere una atmósfera especial.
  • Deténganse a rezar al menos unos minutos en la Capilla del Señor de la Justicia, es el lugar sagrado de oración de muchos limeños.
  • No se pierdan la histórica sala capitular de la Basílica. Allí comenzó a funcionar en el siglo XVI la Universidad de San Marcos, oficialmente la primera universidad peruana y la más antigua de América.
  • El templo está muy cerca del centro histórico.
  • Los horarios de apertura de la basílica son de 10:00 a 12:00 y de 16:00 a 19:00.

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