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Catedral de Buenos Aires

por Horacio Espinosa
Interior de la Catedral de Buenos Aires

La popularidad de la catedral de la capital argentina se incrementó luego que el cardenal Jorge Mario Bergoglio fuera elegido como Sumo Pontífice. Ésta, que por haber estado en obra durante décadas es la referencia de un dicho popular que se usa para expresar que algo demora mucho, fue la iglesia en la que el Papa Francisco ejerció como arzobispo de Buenos Aires desde 1998 hasta 2013.

Una historia de reconstrucciones

Juan de Garay, en la segunda fundación de Buenos Aires en 1580, dejó asentado el lugar elegido para el templo católico de la ciudad. Señaló que allí, en donde hoy está la catedral, debía levantarse “la iglesia de la cual pongo por Advocación la Santísima Trinidad, la cual sea y ha de ser iglesia mayor parroquial”.

La primera construcción del templo data de 1580 y era muy precaria: se había realizado con adobe y paja, como todas las de la época.

Más adelante, en 1603 el gobernador Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias, derribó el templo para iniciar la edificación de uno nuevo.

En 1620, el Sumo Pontifice Paulo V elevó la iglesia a la categoría de Catedral.

Casi un siglo y medio después de estos hechos, en 1752, el templo sufrió un gran derrumbe y, una vez más, se debió emprender la reconstrucción. Esta vez, el resultado fue la base de la actual.

La nueva versión fue inaugurada en 1791 sin estar terminada y recién en 1821 el gobernador Martín Rodríguez ordenó su conclusión.

Exterior de la Catedral.jpg

La ornamentación del frente con una representación en bajo relieve del encuentro entre José y Jacob en Egipto relatado en el Antiguo Testamento fue terminada en 1863.

Un dato curioso es que en 1853 se pusieron el piso y los bancos. Antes de esto, la costumbre era que los hombres se arrodillaran en el suelo y las mujeres sobre una alfombra.

Interior y exterior

El estilo de la catedral es ecléctico. Su exterior es neoclásico y tiene doce columnas corintias que simbolizan a los doce apóstoles. El interior, sin embargo, es más bien colonial español —algunos se atreven a decir que es barroco y romántico—.

Al ingresar uno se encuentra con una majestuosa  nave central de casi 100 metros de largo que está acorde con los 3000 metros cuadrados que aproximadamente tiene la superficie total. Pero esta no es la única nave, posee cinco en total, dos de las cuales tienen capillas laterales.

A decir verdad, a primera vista desde afuera no parece una catedral puesto que la fachada está inspirada en el Palais Bourbon de París. No obstante, si se mira un poco más hacia arriba se observa la gran cúpula, que en su interior tiene pinturas de las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Entre las capillas y altares, se destacan el Altar Mayor, y el Cristo de Buenos Aires, que fue tallado en algarrobo blanco por el imaginero portugués Manoel da Coyto en el siglo XVII. Preside esta capilla desde hace más de 300 años, pues fue entronizado por autoridad del Obispo Fray Cristobal de la Mancha y Velazco el 29 de diciembre de 1671.

La Capilla del Santísimo Sacramento, con sus columnas de granito y base de mármol, es el principal sitio de recogimiento de este templo. Se encuentra detrás del cortinado de terciopelo rojo, muy cerca del Cristo.

En la nave a la que se ingresa por la derecha está el Mausoleo del Gral. San Martín, prócer de la Argentina y libertador, junto a Simón Bolívar, de varios países de la región. Este lugar se estableció en 1877. El mismo está hecho casi completamente de mármol y se encuentran también los restos mortales del Gral. Las Heras y del Gral. Tomás Guido, compañeros del ilustre militar americano.

La visita

La catedral de Buenos Aires es para mí un lugar bastante conocido. Caminé por allí muchas veces pero quizás por el hecho de que está en el corazón político de la ciudad me costaba verla como lugar de oración y casa de Dios. Era error mío, claro, ya que en esta visita encontré lo que buscaba.

Placa conmemorativa al Papa Francisco
Placa conmemorativa al Papa Francisco

Hace algún tiempo, un amigo me comentó que le gustaba ir a la celebración de la Santa Misa a esta catedral. La verdad no lo comprendí ni compartí su gusto en el momento, pero lo respeté y me quedé pensando en eso.

Físicamente, la catedral está en un punto neurálgico de la ciudad, la Plaza de Mayo, lugar de protestas cotidianas por el cual he caminado muchas veces, diría casi a diario.

Cuando pensé en escribir esta bitácora, decidí dedicar una tarde a la visita del templo, casi con la certeza previa de que iba a ser demasiado tiempo.

La recorrí con la mente puesta en que se trata de la que fue la casa del actual Santo Padre. Paso a paso fui imaginando lo que el Papa Francisco debe haber vivido entre estas paredes y los consejos que debe haberle dado a sus fieles en miles de homilías y confesiones. Así, me fui adentrando entre los turistas.

Si bien recordaba bastante poco de mis visitas «obligadas» de pequeño (eran excursiones escolares casi anuales), no quería dejarme influir por mi memoria. Por eso, no fui a buscar el mausoleo de San Martín como tantas veces, sino que recorrí la iglesia como un peregrino más, en busca de Jesús.

Así fui caminando por las naves y el altar principal. A un costado me llamó mucho la atención el Santo Cristo de Buenos Aires, de quien desconocía en ese entonces la historia, y muy cerca del mismo vi a una persona que salía del cortinado de terciopelo rojo. Me acerqué y se trataba ni más ni menos que de la Capilla de Adoración.

Descubrí entonces que allí mismo, en el centro caótico de la «ciudad de la furia» —como la llama Gustavo Cerati en la canción de Soda Stereo— había un lugar en donde el Amor le ganaba al caos. Me postré sobre mis rodillas un buen tiempo y agradecí al Señor el haber podido encontrarlo tan cerca de mi trabajo.

Terminé el recorrido pasando por el mausoleo y disfrutando de las imágenes religiosas que adornan las capillas laterales.

Tips de Viajero

  • La catedral de Buenos Aires queda frente a la plaza en la que se hacen la mayoría de las protestas políticas en la ciudad, tengan esto presente al momento de decidir visitarla, ya que muchas veces suele estar cerrada.
  • Cuando vayan disfruten de las vistas desde la plaza de Mayo, junto al Cabildo y la Casa Rosada son una postal típica de la ciudad.
  • Si llegan a la ciudad por trabajo, es muy probable que les quede cerca, ya que hay muchas empresas en los alrededores. Entonces, regálense un minuto con el Señor en la Capilla de Adoración.

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