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A propósito del Halloween

por Pbro. Eduardo Acosta

Queridas familias, estamos a pocos días de la llamada noche de Halloween. Esta fiesta tiene su origen en la cultura celta. Este pueblo celebraba una fiesta al dios de la muerte. Su origen, por tanto, es pagano.

Cuando los
irlandeses, descendientes de los celtas, se convierten al catolicismo, tratan
de cambiarle su sentido. De hecho, desde mediados del siglo IX, la Iglesia
católica celebra la solemnidad de todos los santos el 1° de noviembre y la de
los fieles difuntos el día 2. (Xanax) Trataron de convertir esa fiesta pagana que
promovía la cultura de la muerte, en la fiesta cristiana que promueve la
cultura de la vida.

Alegría en Washington

Cuando
una gran cantidad de irlandeses se trasladan a Norteamérica a mediados del
siglo XIX, llevaron la costumbre de celebrar esa noche del 31 de octubre de una
forma muy cristiana. Los niños se disfrazaban, se repartían golosinas y servía
de ambiente festivo para los dos días grandes de fiesta que tenemos los
católicos, el 1 y 2 de noviembre ; la alegría por las almas que gozan de la
Visión Beatífica, es decir, los santos y las almas que necesitan de nuestra
oración porque se están purificando en el Purgatorio.

Hace
sesenta y un años recuerdo que vivía en Washington y la fiesta era muy
alegre  y servía para un acercamiento de
las familias. Los niños se disfrazaban de Sheriff, de bomberos, de pilotos, de
médicos, de zanahorias, etc. Era algo simpático. Se visitaban las casas y se
repartían golosinas, se cantaba.

Pero
desde hace unos treinta años ha ido desviándose hacia sus orígenes paganos y de
brujería.

Forma
parte de un plan de instaurar una cultura de la muerte y de relegar a
Jesucristo a un segundo plano. Es parte del New Age. Quieren acabar con
Jesucristo.

Jesús y la Revolución francesa

Esto me
recuerda una anécdota histórica de los tiempos de la Revolución francesa. Uno
de los líderes de la Revolución Francesa, Jefe de la Primera República, comenta
a Napoleón Bonaparte: “Ha llegado la hora de reemplazar a Cristo; voy a fundar
una nueva religión, de acuerdo con el progreso”. Al cabo de unos meses se
encuentra de nuevo con Napoleón, ya elegido Primer Cónsul y le comenta: “Mi
religión es preciosa, pero no cala entre la gente”. Bonaparte le respondió: “Ciudadano
colega ¿Tienes seriamente la intención de hacerle la competencia a Jesucristo?
Si es así no tienes más que un medio: hacer lo que Él hizo: hazte crucificar un
viernes, y trata de resucitar el domingo”.

En
algunos países los disfraces cambiaron radicalmente. Se hicieron sangrientos.
Disfraces de tipo escabroso que tenían que ver con lo gore o con la brujería”.

El gore
es un género de cine que abunda en imágenes sangrientas y el sufrimiento físico
extremo. En este sentido, es preocupante la enorme cantidad de juegos para
niños y jóvenes, que impulsan la cultura de la muerte. Los niños se pasan horas
matando en distintos juegos. Parecen inocuos, pero están alimentando la
violencia. ¿No influirán esos juegos de la cultura de la muerte en la mente de
los niños para después ser defensores del aborto, de la venganza, etc.?

A la
fiesta cada vez más se la han apropiado los que practican la brujería, y, en
algunos lugares, en los Estados Unidos, México y otros países, la han
convertido las sectas satánicas en la noche del cumpleaños del Demonio.

En busca del sentido cristiano

No
podemos decir taxativamente que es demoniaco, explica el padre Fortea, famoso
exorcista católico. En una entrevista realizada hace unos meses dice. «Hay
padres que realmente creen en Jesús, buenos católicos, que se limitan a poner
un buen disfraz a su hijo, a una pequeña celebración en el colegio y ya está”.

“Hay que
usar el sentido común”, dijo, y recordó que una madre perteneciente al Opus Dei
le hizo la misma consulta.

“Está en
un colegio de Madrid. Simplemente van a hacer una fiesta en el colegio, su hija
tiene 6 años, todos se van a disfrazar de algo. Me decía: ¿hay algún problema
en que mi hija de 6 años se disfrace de algo?”.

La
respuesta no es fácil. Para el P. Fortea, la madre, “aunque tiene el derecho de
negarse a ello, tampoco vería yo algún problema en una cosa tan inocente”.
Claro, hay otros casos en los que el disfraz es tremendamente monstruoso, lleno
de sangre, de vísceras, de cicatrices, eso es desagradable, eso no lo veo
moralmente neutro”.

Pienso que el sentido común nos debería ayudar a buscar la manera de recuperar su sentido cristiano. Si volvemos a los orígenes irlandeses del siglo diecinueve en Norteamérica puede ser una excelente manera de alegrarnos por las dos fiestas de los santos que celebramos a continuación. Porque, tanto las almas de los que están en el Cielo, como las de los que se están purificándose en el Purgatorio, son santos, ya consiguieron la Vida Eterna. Y eso nos llena de alegría.

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