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10 Minutos con Jesús. Hoy: Estar al lado de Dios

por 10 Minutos con Jesús

Nueva entrega de las meditaciones que difunde el equipo de 10 Minutos con Jesús. El equipo de 10 minutos con Jesús está conformado por sacerdotes y laicos de EE.UU, México, Inglaterra, España, Colombia, Kenya, Filipinas, que hacen posible que miles de personas de todo el mundo pasen 10 minutos diarios de conversación con Jesús a través de WhatsApp, Spotify, Telegram, Instagram, YouTube, Ivoox, Podcast de Apple, Google Podcast…

Señor mío y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí a mi lado; que me ves; que me oyes. Con profunda reverencia te pido perdón porque no he sabido, porque quizá también no he querido corresponderte; y gracia para hacer con fruto este rato de oración: Para que me convierta Madre mía inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi Guarda, interceded por mí-

Una canción de Fito y Fitpaldis

Hace unos días escuchaba una canción de Fito Fitipaldis. En un momento dice que “quiero estar cerca de ti/ lo más lejos a tu lado” y me gustaron mucho estas palabras. Me encantó y pensé que esto se lo puedo decir yo al Señor. Lo puedo decir muchas veces a lo largo del día. Se lo puedo decir con estas palabras: “quiero estar cerca de ti Señor, lo más lejos a tu lado”, o con un sencillo te quiero. Se lo puedo decir de muchas maneras. A veces también con una mirada, con mis afectos, con mis deseos. Quiero estar siempre junto a ti Señor.

El Señor siempre nos primerea

Pero en primer lugar es Dios, eres tú Jesús, quien me dice a mí, “quiero estar cerca de ti, lo más lejos a tu lado. Y yo pues como no merezco esto, ninguno de nosotros merece esto, pues me veo como como pequeñito. Me veo pequeñito y a la vez me lleno de gozo porque Dios está conmigo. Porque tú Dios, tú Señor, quieres estar conmigo. Lástima que tantas veces no me entero. En el evangelio de hoy, que es de San Lucas, se nos cuenta cómo se acercaron unos fariseos a Jesús y le preguntaron cuándo llegará el reino de Dios. Y  Jesús le respondió que no vendrá, no vendrá el reino de Dios con espectáculo. No me dirán verlo aquí o allí; porque mirad, el reino de Dios ya está en medio de nosotros. Pensaba que podríamos sustituir en este texto las palabras el reino de Dios por una única palabra: Jesús. Al fin y al cabo tener a Jesús es el reino de Dios y quedaría así la respuesta de Jesús: no vendrá a Jesús con espectáculo porque mira Jesús ya está en medio de nosotros y es cierto; Jesús está en medio de nosotros. Este ha sido siempre el modo de actuar del Señor.

Un Dios discreto

Sin espectáculo, sin ruido, sin efectos especiales tipo los superhéroes de las películas de Marvel. Sin imponerse. Por eso quizá no le reconocemos,  no le descubrimos. Parece como si no estuvieras Jesús porque  tú llegas en el silencio, en el servicio, en el amor atento y así eres. Jesús llega sin espectáculo. En esos treinta de vida oculta,  en los tres años de vida pública, donde incluso cuando hace milagros es todo muy discreto.  También es un Dios oculto en la pasión, en la cruz. Pienso que un Dios que actúa así es más Dios. Es un Dios de verdad. Es un Dios que vale la pena. ¡Vaya sí vale la pena! Parece que  el poder de Dios queda oculto, la gloria de Dios queda oculta. Pero el amor que Dios nos tiene queda manifiesto. Dios en medio de nosotros en la encarnación, la segunda persona a la santísima trinidad, se hace hombre perfecto Dios y perfecto hombre. Igual a esta manera tú Jesús nos enseña a vivir la vida de Dios siendo hombre. Es decir, nos enseñas a vivir tu vida, la vida de Dios según las exigencias de la naturaleza humana. Con la encarnación pues queda manifiesto que era claro que tú quieres estar a nuestro lado, en medio de nosotros, junto a mí. Después de la resurrección Jesús sube al cielo pero se queda en la eucaristía.

Se va y se queda

Se va y se queda. Lo que no puede hacer el amor humano lo puede hacer del amor divino. Se queda en medio de nosotros, en el sagrario, a mi lado. Tan solo lo que tengo que hacer es acercarme a un sagrario. Acercarme a ti; pero todavía hay más. Todavía hay más. Hace unos días celebramos la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán. La Basílica de Letrán es la catedral de Roma, la sede del Papa, madre y cabeza de todas las iglesias de Roma y del mundo. Pues en esta fiesta se nos recordaba algo muy grande: que somos templos de Dios y dice San Pablo en la primera carta a los Corintios: “no sabéis que sois templo de Dios y que el espíritu de Dios habita en vosotros”. Si alguno destruyó el templo de Dios, lo destruirá a él pues el templo de Dios que sois vosotros, es santo. Ffíjate estas últimas palabras de San Pablo en palabras de la escritura que conviene que la saboreemos, que las veamos una y otra vez: El templo de dios que sois vosotros es santo. Cada uno de nosotros somos templos de Dios. Nuestra alma en gracia es templo de Dios. El amor del hombre, el amor humano puede decir algo tan bonito como quiero estar cerca de ti lo más lejos a tu lado. El amor divino va más allá porque puede más, porque puede ir mucho más allá y dice quiero estar cerca de ti lo más lejos en ti. Quiero ser más íntimo a ti que tú mismo. Como más o menos decía San Agustín eso es lo que el Señor nos dice quiero ser más íntimo a ti que tú mismo. Pues en el día de hoy, en el que te invito a que le digas al Señor muchas veces que quieres estar cerca de él, que le quieres lo más lejos a tu lado Señor, siempre contigo.

Una invitación

Pero me gustaría invitarte -invitarme a mí mismo- en el día de hoy a celebrar la cercanía de Dios. A gozar, a saborear ese estar cerca.  Con mucha frecuencia cuando la liturgia dice una y otra vez el Señor esté con vosotros, fijaros así empezamos la misa el sacerdote y así la terminamos. Con este saludo, recordándonos que el Señor está con nosotros, que no se me olvide que los sabores en la anunciación el ángel le dice a María: “alégrate llena de gracia el señor es contigo”. Pues que el Ángel de la Guarda me diga a mí: “alégrate, Dios está contigo. Dios está en ti. Esta es la meta de mi vida. Esta es la meta que quiero alcanzar. En compañía de la Virgen, madre mía, te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, Ángel de mi Guarda, interceded por mí.

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