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La caridad también va en dos ruedas

por Editor mdc

En la Biblia se cuenta que el buen samaritano andaba a caballo. En los tiempos actuales también pueden viajar arriba de una moto. He aquí las historias de un puñado de samaritanos, al sur y al norte del Ecuador, que encendieron sus motores para llevar la caridad de Dios a sus hermanos.

Los protagonistas de estas historias son un sacerdote –hoy en día Arzobispo de Miami, Estados Unidos- y un grupo de motoqueros con aspecto de hombres rudos que movidos sin saberlo o no por la mano de Dios, se suben a sus motocicletas para tenderle una mano al prójimo que lo necesita.

El cura motoquero

El pasado domingo 23 de este mes, una imagen novedosa y habitual se dibujó antes los habitantes de Miami. Más de cien motociclistas realizaron un paseo matutino por el condado de Miami-Dade organizado por el arzobispo de Miami Thomas Wenski, y todo fue por una causa noble. «Los motociclistas son un grupo generoso de personas, y ciertamente saben cómo rezar», dijo Wenski. «Deberían rezar si están en las carreteras del condado de Dade».

«Venimos todos los años y estamos muy felices de estar aquí. Hay muchos de nosotros aquí «, dijo el motociclista Victor Cotto, quien vino al evento desde Palm Bay.

El Arzobispo listo para subirse a su moto.

Los motoqueros pagaron veinte dólares para participar y todas las ganancias tiene como destinatario al  St. Luke’s Center, una instalación para personas que luchan contra las adicciones. «Es un gran lugar para ayudar a las personas que luchan contra las adicciones a recuperarse», dijo Wenski, «y los motociclistas  están hoy aquí para apoyar ese buen trabajo».

Los participantes se reunieron en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe para la misa antes de salir a la carretera. «Comenzamos con misa esta mañana, y ahora nos vamos», dijo Wenski, quien bendijo las motocicletas y a sus conductores. «La meta del Arzobispo y la meta de la Iglesia Católica es apoyar a las personas que son menos afortunadas que la mayoría de nosotros, y estamos aquí para apoyar ese esfuerzo cada año», dijo el motociclista Rafael Cotto. «Vamos a seguir haciendo esto por la gente de este condado».

El viaje terminó en Harley-Davidson South de Peterson, ubicado en South Dixie Highway y 198th Street en Cutler Bay, donde los que participaron de la peculiar peregrinación disfrutaron de buena comida y sorteos cuando llegaron. «Para mí, como cristiano y católico, es gratificante apoyar a las personas en las que se centra esta organización benéfica: los drogadictos y los desamparados», señaló Cotto.

Motoqueros solidarios

Muchas veces para realizar sus obras de caridad Dios elije a particulares samaritanos. Puede ser que a veces tengan el aspecto de tipos rudos, pero en el fondo de buen corazón como Los Villanos Barbudos que desde hace 3 años e inspirados en el primer club de barbas que se fundó en 2014 en Los Ángeles. Los Bearded Villains criollos recorren por las noches las calles de la ciudad de Buenos Aires ayudando con comida, compañía y afecto a personas que viven en situación de calle. Mauro Ponti, el capitán de este grupo, de 34 años y tatuador profesional comenta: «Tener que enfrentarnos a los prejuicios de la gente nos pasa todos los días, por eso es que el club se formó para cambiar un poco el paradigma que hace que la gente asocie tatuajes y cadenas con gente fuera de la ley. Nosotros somos completamente otra cosa”. Son justamente un puñado de hombres barbudos de diferentes credos que se sostienen en cuatro pilares: la lealtad, el respeto por el otro, la familia y la caridad.

La causa con la que están comprometidos quienes forman parte de esta agrupación es una y sencilla: ayudar a quién está en situación vulnerable y necesita del otro. Los Bearded Villains hacen recorridas nocturnas en barrios de la ciudad de Buenos Aires, pero ya están ampliando los días de salidas y las zonas hacia el oeste, sur y norte del gran Buenos Aires.

Todo lo que se reparte en las recorridas se consigue a partir de los aportes individuales de los integrantes del grupo, de las donaciones que buscan y reciben y del trabajo mancomunado que los moviliza a ellos y a sus familias. Quien sabe y puede prepara comidas, otros aportan movilidad para el reparto, utilizan sus motos para trasladarse, y así se va armando una cadena de voluntades que les permite llegar a las personas que están en la calle con comida, jugos, ropa y abrigos. Recientemente incorporaron voluntarios del área de salud que se ocupan de atender necesidades básicas en el área salud y hasta un amigo peluquero, que ayuda en la higiene y corte de cabello.

“Es entablar una relación, porque para nosotros no es solo ir y dejar un plato de comida caliente, es charlar, tocamos música, es como una amistad, los chicos que viven en situación de calle nos hacen dibujitos, van a la escuela y nos ponen como héroes, se te pone la piel de gallina cuando ves eso” cuenta Mauro, emocionado, a la vez que reflexiona: “Estamos, para dejar un mejor futuro a nuestros hijos, que sean mejores personas. Y me duele todo, los chicos, los ancianos, gente de mi misma edad que está desocupada y con vergüenza por recibir un plato de comida. Tenemos que ponerle el oído también, que sientan que no están solos. No vamos a cambiar el mundo, pero por un minuto le cambias el mundo a esa persona escuchándola, dándole una frazada, una palmada en el hombro, un beso”.

Fuentes: Infobae y 7News Miami

 

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