Portada » Evangelizar en tiempos de pandemia

Evangelizar en tiempos de pandemia

por María Elena Amatta
san-pablo-apostol

La imagen del apóstol san pablo tiene mucho para enseñarnos en medio de esta pandemia y la incertidumbre de la fe. 

La crisis de la pandemia por el Covid-19 a nivel mundial ha generado incertidumbre económica, laboral, social, y en todos los aspectos de la vida de las personas. Otro ejemplo de ello es la incertidumbre en la fe ¿Cómo seguir si nos cierran las iglesias? ¿Si nos prohíben las misas? y ¿Si nos privan de recibir a Jesús eucaristía? Por momentos parece que el mundo de muchos cristianos se derrumba aquí. Pero no todo está perdido ¡Levántate! Que aún en medio del aislamiento, de donde ninguna luz parecería salir de allí, hay mucho para iluminar, aunque no lo creas.

Los cristianos hemos pasado innumerables momentos de dificultad a lo largo de la vida de la Iglesia, pero de todos ellos, la figura del Apóstol San Pablo ya en la vejes es la que podemos resaltar y, así encontrar en ella una esperanza para los que están desanimados.

Cuando Pablo escribió la carta a Filemón, en este caso para interceder por uno de sus sirvientes, Onésimo, no lo hizo desde la comodidad de una oficina, de una casa o de una parroquia. Lo hizo estando prisionero en Roma en la oscuridad de una cárcel, pasando necesidades, cargando en su corazón la angustia de que algunos colaboradores se habían distanciado de él y cargando los achaques de su avanzada edad. Pablo que, estando ya anciano, preso y, quizá sabiendo que estaba cerca de su muerte, no dejó de anunciar la buena nueva que es Cristo, no dejo de iluminar y animar a los que estaban afuera, aunque las circunstancias adversas parecían ahogar cualquier intento evangelizador. 

Se deduce que Pablo, mientras estuvo en la celda fue privado de la vida comunitaria, (aunque recibió algunas visitas), y también de la fracción del pan, es decir, de la Eucaristía. Esto tampoco significó la disminución de su fervor por seguir anunciando a Cristo. Todo nos demuestra que hasta en las circunstancias más críticas de la historia el Espíritu Santo ha soplado vientos innovadores y renovadores, vientos que llegaron hasta los confines de la tierra. 

En estos tiempos de pandemia y aislamiento, podemos inspirarnos en San Pablo. Hoy sus cartas pueden ser nuestras publicaciones en redes sociales, nuestros mensajes de textos, nuestras llamadas telefónicas, nuestros carteles colgados en los balcones y ventanas. No hay tiempo para el desánimo ni lugar para la excusa, porque mientras cada uno de nosotros tengamos vida el evangelio nos exhorta y nos impulsa a comunicarlo. 

En esta particular cuaresma que vivimos casi en todo el mundo, la primicia de la buena noticia de la pascua, y con ella, las promesas cumplidas, nos manda a poner esperanza ahí donde todo parece perdido, a poner cercanía ahí donde hay soledad, a sacar una sonrisa donde hay mucha tristeza. En pocas palabras nos manda transformar todo nuestro alrededor con la luz con la que hemos sido iluminados cuando recibimos nuestra fe.

Podrán cerrar todos los templos del mundo, las misas podrán celebrarse sin presencia de los fieles, pero ¿Quién dijo que ese es el final? Si San Pablo pudo evangelizar estando prisionero en aquellas celdas frías y oscuras del imperio romano. Nosotros que estamos en nuestras casas, algunos en familias, con ciertas comodidades, con internet y con algo de salud ¿Que nos impide anunciar a Cristo? Seamos dóciles y fieles a lo que sople el Espíritu Santo que sin duda marcará el camino en medio de la adversidad. 

¡Levántate! Que seremos misioneros al estilo de San Pablo, y de tantos otros valientes más que dieron su vida por predicar la buena nueva. Nuestra cárcel no es el aislamiento, nuestra cárcel es el egoísmo y la cobardía, esa cizaña que nos impide alzar la voz por quienes hoy nos necesitan. El mundo tiene mucha sed de Dios ¡Levántate! desmelé de beber.  

Artículos relacionados

Deja un comentario