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Bautizarse en una iglesia vacía

por Editor mdc

Un campeón mundial de triatlón y paramédico contra el coronavirus se bautiza en una iglesia vacía. Esta es la historia del medallista Akos Vanek, vestido de técnico de ambulancia.

Una foto llamativa ha capturado la imaginación visual de los húngaros y de mucha más gente a partir de su difusión por la agencia Reuters: un adulto se bautiza vestido de paramédico o de técnico de ambulancia. Marci Zoltán, entrevistando al sanitario, explica que su foto, sólo en Facebook, ya llegó a 140.000 impactos. 

No es una persona anónima: es Akos Vanek, un tipo «realmente duro», que fue campeón mundial de triatlón en 2014 y tiene un importante palmarés en esta exigente especialidad deportiva. 

Obtuvo también medallas de bronce en el Campeonato Mundial de Triatlón por Relevos Mixtos de 2014 y una medalla de bronce en el Campeonato Europeo de Triatlón de 2016.

Explica que su esfuerzo en el mundo del deporte le ha permitido construir una serie de virtudes que le sirven en otros campos de la vida: perseverancia, humildad y respeto. Y dice que eso también es útil en la relación con Dios.

Akos Vanek trabaja como paramédico en una ambulancia. Estos días, completamente revestido con su EPI (equipo de protección individual), traslada enfermos de coronavirus.

«El ambiente de las ambulancias es bastante religioso. Nadie tiene escrito en la frente que es religioso, pero aquí es necesario. Esta profesión la elige gente que cree», explica en una entrevista por YouTube en húngaro. «Sabes que tienes una llamada -uso la palabra inglesa, ‘calling’- aunque no sabes para qué, pero piensas que Dios ya te responderá, ya sabrás el porqué te puso aquí».

Una vida deportiva

Nacido en 1984, durante 22 años se volcó en el triatlón y el deporte. Recientemente lo dejó, porque dice que Dios le llamó a trabajar en la ambulancia y con los enfermos. Se sumó al servicio de urgencias hace medio año, en noviembre. Trabaja en turnos de día y turnos de noche, ayuda a reanimar a personas al borde de la muerte y administra pruebas del coronavirus. El Domingo de Pascua el país centroeuropeo acumulaba un total de 1.400 infecciones y un centenar de muertos.

«Ahora con el coronavirus trasladamos enfermos infectados, hacemos tests -algunos in situ-, otros los llevamos a laboratorio… Lo más difícil son los protocolos de los trajes que llevamos», explica.

Vanek pensaba bautizarse católico en Pascua, pero el coronavirus obligó a cerrar iglesias. Pero para él se hizo una excepción: los franciscanos de Pasaret, en Budapest, lograron permiso para bautizarlo en una iglesia vacía, tan solo ante algunos frailes, en la Vigilia Pascual. Y obtuvo permiso para acudir con su traje de paramédico, como un símbolo visual poderoso: el agua del bautismo también da vida nueva, vida eterna, a los que luchan por salvar vidas.

«Un amigo mío que es pastor protestante tomó mi turno de noche en la ambulancia para que pudiera bautizarme», detalló Vanek, agradecido.

Un deseo especial

«El bautizo fue muy especial: estaba yo solo en la iglesia y en la oscuridad venían los curas, los veías con velas en las manos. No había nadie más que nosotros, la iglesia resonaba por el vacío. Me sentí como un elegido, fue todo un honor estar allí y tener esa liturgia». Sólo le preocupaba cometer algún error en el ritual y que los participantes se dieran cuenta.

«Ayer cuando terminé de trabajar me sentía muy relajado; he podido ir en bicicleta a casa con un plus de energía. En ese momento me di cuenta de que formo parte de una cosa muy buena en la vida».

Explica que sus abuelos eran personas religiosas, mientras que sus padres, deportistas, invertían todo su tiempo en hacer deporte. Hizo amigos católicos y empezó a ir a misa. «Fueron mis amigos quienes me ayudaron a que me guste. Además, me gustaría ser el padrino de mi sobrino y para ello es necesario ser católico, así que empecé la catequesis».

«Si me pasa algo, ya me preocuparé»

Si preguntan a Vanek si teme contagiarse o morir al trabajar con infectados, responde: «Creo que he tenido una llamada de Dios para que haga esto [ser paramédico] y Dios no me puso aquí para morir sino para que pueda ayudar a los demás. Yo intento cuidarme todo lo posible. De todas formas, no se puede vivir este trabajo con miedo diario. Si me pasa algo, ya me preocuparé. Así somos los conductores de ambulancia».

Como sanitario ya ha tenido algunos encuentros con la muerte. «Cuando presencié por primera vez la muerte pensé que lo llevaría peor, pero me imagino que en ese momento bajan unos ángeles y me van diciendo qué es lo que tengo que hacer y me dicen que ese tiempo fue el que Dios asignó a esa persona. El porqué pasó así, nosotros no lo podemos saber».

Explica que tanto él como muchos compañeros en el oficio rezan mientras realizan sus tareas. A veces ve que son los parientes de los enfermos graves o terminales los que necesitan ver que se reza. «He hablado de esto con algún cura y me dijo que les puedo decir un Padrenuestro. Los enfermos son muy agradecidos. Cuando llegamos al hospital recibo muchas miradas que reconfortan. Una vez una señora me dibujó una cruz en la frente», explica.

La diócesis de Budapest difundió un comunicado explicando que este bautismo con una presentación icónicamente especial busca dar esa visibilidad que el Papa pide de mostrar a los sanitarios que se arriesgan como «santos de la puerta de al lado».

Para esta época de incertidumbre Akos Vanek anima a «volverse hacia la fe y orar con esperanza en el futuro, con miedo no podemos. También pienso que es importante no olvidar el humor en estos momentos dramáticos. Un chiste ayuda a sobrellevar la situación».

Fuente: Religión en Lbertad /Autor: Pablo J. Ginés

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