Evangelio según San Juan 15,9-17.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Cada vez que visitas nuestros anunciantes estas ayudando
a Misioneros
Tipos de amor.
1) Amor “eros”: es ese amor que se reduce a lo sensual y erótico. El cual tiene un principio y un fin. Se enciende como fuego, pero pronto se hace cenizas. Está anclado en los sentimientos, en donde mitad siento y mitad me miento. Cuando solo se reduce a lo sensual y sentimental se cae en un tinte de inestabilidad. Es intenso, pero hiriente.
2) Amor “fraternal”: es ese amor de un padre a un hijo, donde esa mama o ese papá es capaz de hacer lo que sea por su hijo. Este amor está marcado en las entrañas. Es un amor que marca y deja cicatriz, el cual un hijo capaz que no comprende, porque uno no puede ser el mejor papa o mamá. No pueden muchas veces, pero dan lo que pueden. A veces lo que pueden es insuficiente. Hay momentos en que ese papá o esa mamá no está a la altura, pero es ahí donde aparece ese tipo de amor denominado fraternal.
3) Amor “ágape”: es el amor sin límites que da todo sin esperar, que no necesita pruebas y que, por sobre todo, es servicial porque tiene una mirada sobrenatural. Es un amor que contagia. Ese amor, como lo tenía Madre Teresa de Calcuta. Ese amor que te hace feliz y hace feliz.
1 comentario
Después de tantos errores y tantas buenas intenciones declaradas, finalmente te das cuenta de que sin Jesús y sin su Amor no podés hacer nada bueno. Primero lo sentís con tu mente, pero el orgullo te tiene todavía encerrado en vos mismo. Pero después sentís que si dejás que el Amor que viene del Señor obre en vos, las cosas pueden cambiar. Luego, cuando te das cuenta de que quedándote un momento con Jesús, o a lo mejor rezando con Él, obtenés lo que has compartido en tu corazón, entonces ya no podés dejarlo, porque se vuelve más necesario que el aire que respirás, más que tu corazón que late, más importante que cualquier otra cosa, medio o realidad necesaria. Se vuelve todavía más importante que tu propia vida porque la estás compartiendo con Él, Verdadero Amor. Nos damos cuenta de que todo, absolutamente todo, en nuestra vida es obra del Amor de Dios Padre que hace todo junto a Jesús y nos lo da para que podamos aprender, siguiéndoLo a dónde nos quiera llevar y dejándoLo obrar como quiera. Nos sentimos tan importantes que siempre tratamos de llamar la atención para hacernos notar, mientras que el amor y la presencia de Jesús en nosotros nos recomienda escondernos, hablar poco y con amor, evitar ser notados, como María, aprender a escuchar con el corazón «cada palabra que sale de la boca de Dios». Descubramos la importancia de estar junto a Jesús Eucaristía, de vivir con el corazón lleno de Su presencia de amor fresco del día como la fragancia del pan recién salido del horno. ¡Nada es igual que ayer, porque Él renueva siempre nuestro corazón, cuando nosotros Lo buscamos para amarLo, como ya sabemos, sin anteponerLe nada, ni siquiera mi propia familia, ni mi comunidad, absolutamente nada!