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Juan 16,20-23a

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan 16, 20-23a

Evangelio según San Juan 16,20-23a

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.»
La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
Aquél día no me harán más preguntas.»

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Su tristeza será alegría.

1) Tristeza: la tristeza es la manifestación de tus límites. Es la aflicción, el desánimo y la desilusión ante una situación que no podés manejar o controlar. Esta tristeza también podés tenerla vos cuando sentís que Dios no te escucha o no salen las cosas como vos tenés pensadas. La tristeza te lleva a la ira y al enojo, así como también a aquello de querer soltarlo todo. San Ignacio de Loyola nos dirá «la tristeza es aliada del enemigo». Al sentimiento de la tristeza no podemos controlarlo, pero sí podemos luchar por limitarlo y darle un fin, para poder seguir adelante y superarlo. No dejés que la tristeza tome tu vida, recordá que pasa por tu vida.

2) Alegría: esto va más allá de una sonrisa. Es generar un nuevo ánimo, el tener una esperanza que te mueve y te lleva a pensar a lo nuevo, a seguir caminando en la vida. Ser una persona que le guste enfrentar la situación y seguir adelante a pesar de lo que duele el transcurso del vivir. La alegría exige hacer pasos y aprender a soltar. Hoy también debes ser optimista y seguir adelante. No bajes los brazos.

3) Yo estoy: Jesús está en vos y permite que vos crezcas día a día. Pasar una alegría o una tristeza puede venir por situaciones ajenas, pero vivir triste o alegre depende de vos. Empezá a forjar tu vida y tomá riendas de tu vida, sabiendo que vivir es una decisión tuya y de ese lugar que das a Dios.

Un año con Jesus

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1 comentario

ana alvarellos mayo 22, 2020 - 2:56 pm

Jesús resucitado es la plenitud de la nueva vida. Si Jesús es la única referencia verdadera para nuestra vida, está claro que ya no pediremos más nada porque al estar con Él no necesitaremos ninguna otra cosa. Nuestro problema de hoy es el hecho de que hemos mezclado en nuestra vida tantas cosas que no tienen nada que ver con lo que es Cristo Jesús, que no logramos verLo y considerarLo como verdadero y único punto de referencia. Hemos dejado crecer tantos afectos y apegos en nuestro corazón que no reconocemos lo que es verdad de lo que no lo es. Lamentablemente, tenemos que encontrarnos cara a cara con la muerte o con algo trágico para ir a buscar a la persona de Jesús y pedirLe ayuda. Habiendo perdido el conocimiento de nosotros mismos, nos hemos vuelto arrogantes y pretendemos exigirle a Dios que haga lo que yo quiero y luego seguir MI existencia de acuerdo con mis planes. La mujer que da a luz debe enfrentar el sufrimiento del parto, todos debemos y queremos enfrentar y superar el sufrimiento de la muerte física para poder estar definitivamente con Jesús, hombre completo y nuevo. La «muerte» es toda esa experiencia de finitud e incompletitud junto con el dolor que descubrimos en el camino y que no podemos ni queremos evitar con tal de llegar a la plenitud de la vida con Jesús. Ya no tendremos preguntas ni pedidos que hacer cuando seamos uno con Él como Jesús lo es con el Padre. Tenemos que deshacernos de muchas actitudes hipócritas y mucho egoísmo espiritual con el que hasta ahora hemos fingido hasta perder de vista a Jesús y su vida. «Yo soy el camino, la verdad y la vida», nos dijo a todos, y si queremos llegar a encontrarnos con el Padre que nos espera en el Cielo no tenemos nada más que hacer que seguir a Jesús Hijo sin desviarnos ni un milímetro ni arreglarnos nuestras cosas como estamos acostumbrados a hacer.

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