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Juan 16,5-11

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan 16, 5-11

Evangelio según San Juan 16,5-11.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’.
Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.
Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mí.
La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.
Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.»

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a Misioneros

La justicia en Dios.

1) No estén tristes: hoy Jesús nos recuerda que no podemos dejarnos entristecer por las circunstancias que nos golpean y complican. Es mirar el presente y desde el presente mirar el futuro, pues si constantemente miramos el futuro olvidándonos del presente, perdemos ambos.

2) La justicia: la justicia todos la buscamos y queremos. Es saber que es una gracia divina, pero que también implica lucha y madurez. Justicia no es tan solo cuando se tira agua para mi molino, la justicia es buscar lo justo y no lo que me conviene solamente a mí.

3) Cuando venga: nosotros sabemos que nuestra vida es caminar juntos hasta que venga Jesús por segunda vez. Nuestra esperanza es la venida de Cristo. Qué mejor que estar con Él. Hoy no pierdas las esperanzas porque Cristo está vivo, no te abandona nunca y alimenta tu esperanza.

Un año con Jesus

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1 comentario

ana alvarellos mayo 19, 2020 - 9:17 am

Ciertas elecciones en nuestra vida parecen insignificantes a los ojos de los tontos: ¿Vos rezás? ¿Vas a misa? ¿Vas a confesarte? Como si nosotros viviéramos en el pasado, pasado de moda, según ellos, de la fe en Dios y en Jesucristo. Viven en este engaño todas las personas inteligentes del mundo que eligen no-creer para terminar enamorándose de perros y otros animales, de dietas y filosofías pseudo-orientales, y pierden la relación justa consigo mismo y con el mundo. Lamentablemente, muchas veces damos el mal ejemplo de una no-fe en Cristo, que abandonamos para pasar a las actitudes de los intelectuales, damos el mal ejemplo de costumbres vacías de significado, para “hacer y hacer, dale, dale” tratando de sentirnos mejores por méritos nuestros, con tradiciones conservadas y “arrastradas” en base solo a estatuas de santos y superticiones, y de este modo, y así el Amor Santo que Jesús nos ofrece constantemente queda olvidado o aplastado por la presunción de nuestros conocimientos literarios o teológicos de la Biblia. El Espíritu nos ayuda a vivir la fe en el Amor verdadero, mientras que nosotros preferimos la especulación racional y tratamos solo de sentirnos bien. Vivir Jesús y vivir el Espíritu Santo es una cosa sola y sin el Uno no podemos vivir el Otro, y solo con Jesús podemos vivir el Espíritu.
Y todo esto siempre en el Padre.
Y “el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”: hermosa, santa y eterna, la Vida es hoy; Jesús y el Espíritu de Amor están aquí, ahora, para compartirlos con todos sin ninguna preferencia. Los que todavía pueden permitirse el lujo de elegir son los ricos que ya tienen un pie en las llamas, del “…podría haber hecho pero no lo hice”.
¡Cada vez más unidos en el Amor de Cristo y en su Vida!

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