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Las capillas testeras de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires

por Miguel Cabrera
Catedral de Buenos Aires

Las capillas testeras de la Catedral Metropolitana se realizan en la segunda mitad del siglo XVIII. En arquitectura, el testero, palabra derivada del latín testa (cabeza), sirve para designar la pared opuesta a la entrada principal. Por su parte, en el caso de los templos, en cambio, se refiere a la cabecera (parte opuesta al imafronte).

En mayo de 1752 una buena parte del edificio de la Catedral de Buenos Aires se vino abajo. Sin embargo, el Cabildo Eclesiástico aprueba su reconstrucción recién en 1755. Domingo Basavilbaso, un comerciante, fue el designado para manejar los fondos de obra. Los trabajos se le encargaron al arquitecto saboyano Antonio Masella. Al parecer los materiales utilizados por Masella no eran los adecuados. Fue así como en 1770 se detectaron rajaduras en la cúpula que obligaron a rehacerla. Diez años después se la comenzó a equipar con los nuevos retablos.

Durante las 3as. Jornadas del Instituto J. Payró en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, el profesor Ricardo González afirmó que: “Las capillas testeras de las naves laterales muestran a la institución eclesiástica y a la representación de la élite de la sociedad civil adscripta como terciarios del clero secular.” Esta afirmación se basa, por ejemplo, en que el altar de San Pedro estaba a cargo de la congregación de curas seculares dirigida por el Cabildo Eclesiástico. Del otro lado, el altar de Nuestra Señora de los Dolores pertenecía a una cofradía fundada en 1750. La misma estaba dedicada a la salvación de las almas del purgatorio. 

San Pedro - Buenos Aires - Apóstol

El retablo de San Pedro

Del retablo de San Pedro no se ha conservado documentación para conocer a su autoría. Sin embargo, estudiosos de la materia afirman que, por sus detalles, es de Juan Antonio Gaspar Hernández. Este ebanista realizó muchos trabajos en los templos de Buenos Aires. De ahí, que determinadas referencias son propias de su estilo. Corresponde al tipo de nicho único. Tiene una sola calle con columnas laterales. Está rematado por un ático y su frontón es clasicista. La composición es lo que llama a afirmar la autoría de Hernández. Esto es columnas corintias, como enmarque del nicho. También dos pilastras decoradas con paños que caen sobre el arco de la hornacina sostenidos por querubines.

En el nicho principal se ve al Apóstol. Se lo muestra como Sumo Pontífice. El frontón partido muestra el emblema papal. En el ático un óculo con una cartela. El banco presenta motivos simbólicos relativos a Cristo y la Iglesia. También las virtudes de la Fortaleza y la Sabiduría. Además, los símbolos de la institución eclesiástica y la eucaristía, de la Iglesia y el culto litúrgico. La abundancia de elementos náuticos en el sotabanco se entiende como una apelación a la Nave de la Iglesia, conducida por Cristo. Cabría agregar, como síntesis de la temática del retablo el emblema papal que se ubica en el tímpano. Símbolo de la dignidad máxima de la Iglesia católica representada en primer lugar por el apóstol titular. El nicho pequeño del banco y la imagen que contiene son agregados modernos.

Apóstol San Pedro - Catedral - Altar

El retablo de Nuestra Señora de los Dolores

Como dijimos el altar de Nuestra Señora de los Dolores, que se encuentra en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, pertenecía una cofradía fundada en 1750. La cofradía se dedicaba a la salvación de las almas del purgatorio. Agrupaba a personajes de la élite española de la ciudad. Entre ellos Mateo Ramón de Álzaga, Gerónimo Matorras, Juan de Lezica, Domingo Basavilbaso, Antonio José de Escalada, Miguel de Riglos y Manuel Rodríguez de la Vega. Todos grandes comerciantes que se dedicaban al contrabando de productos desde Castilla. Hay que recordar que el comercio directo con España estaba prohibido. Toda la mercadería debía provenir del Alto Perú. Eso encarecía los costos y justificaba el contrabando.

Esta hermandad se constituyó como sus pares en la Metrópoli. Por lo que se estableció como tercera orden de Servitas, jerarquizando así su estatus canónico. El retablo de Nuestra Señora de los Dolores posee la imagen de La Dolorosa donada por el mencionado Matorras en 1756. Como no estaba reconstruida la Catedral la colocaron en forma provisoria en la iglesia de San Ignacio, a unas pocas cuadras. Domingo Basavilbaso, que como mencionamos, tenía a cargo el manejo de las obras en el templo mayor, decide construir ese retablo

En un acta de la hermandad se lee: “expuso Nuestro Hermano Mayor se hallaba con noticia de qe. era preciso tratar sobre el retablo nuevo qe. para la colocación de Na. Madre Dolorosa se había de hacer en la capilla de la Iglesia mayor nueva.” (N.delA.: se respetó la escritura original del párrafo). Recién en 1787 se decidió hacer el encargo en concreto, en vista de que la edificación de la Catedral tocaba a su fin. El diseño se le solicita al tallista vallisoletano Juan Antonio Gaspar Hernández. Hernandez había pedido $ 1700 pero ofrecía alguna rebaja. Abría la posibilidad de estudiar “con algunos otros inteligentes” ciertas modificaciones “en lo que sin variarse lo sustancial del diseño pudiera arbitrarse”.

Altar -Nuestra Señora de los Dolores

Características

El diseño realizado por Hernández era novedoso en la ciudad. Con su composición basada en el nicho como centro de un hemiciclo y una bóveda absidal como remate. Presenta un nicho único a pedido expreso de los cofrades. En segundo lugar, el diseño en forma de ábside con la bóveda que lo cierra en la parte superior. Es un clásico modelo barroco castellano. Finalmente, es también particularmente llamativa la vinculación de la iconografía seleccionada con los relatos propios de las circunstancias de la Pasión que rodeaban la figura misma de la titular.

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