Evangelio según San Mateo 5,33-37.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios,
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.
Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea sí, y cuando digan ‘no’, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
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Ser de una sola palabra.
1) No jures: sé persona de una sola palabra. No andes llevando doble discurso, en donde en la cara no decís «ni mu», pero por mensajes de WhatsApp te animas a decir de todo. Aprende a enfrentar las situaciones en la cara y, como se dice aquí, «a calzón quitao». No te escondas detrás de un celular o de una publicación en Facebook para decir las cosas.
2) Lo tuyo: saber que ni siquiera tu vida es tuya, la tenés de prestada y pasa rápido. Aprende a caminar en la vida y saberte caminante de Dios. No tengas miedo por luchar por tu vida y por lo que implica tu vida. Ponele actitud y enfrenta tu realidad.
3) Sí es sí: sé una persona que tenga firmeza en el hablar y no dependa de otros. Vos tenés que ser coherente pero, por sobre todo, tajante en tu hablar y dialogar. No tengas miedo de ser lo que sos. Teniéndolo a Cristo lograrás grandes cosas.
1 comentario
Jurar es casi una prueba de mentira o falsedad realizada. Jesús es la Verdad y no necesita jurar, solo vive lo que dice porque lo demás proviene del maligno. Siempre hablaba de lo que vivía y de lo que hacía frente a todos, incluso si no lo entendían completamente. La mentira no vive en el corazón de los que aman a Jesús y, por lo tanto, incluso la necesidad de jurar no es parte del espíritu y de la vida de los que creen en el amor de Jesús. Judas, el traidor, era un mentiroso y se descubrió porque tenía motivos ocultos en su corazón y verdaderamente no amaba a Jesús. Lamentablemente, Judas sigue viviendo en el corazón de aquellos que trabajan con la apariencia de una bondad completamente exterior, pero con un corazón que piensa por sí mismo y siempre y solo se preocupa por sí mismo y por nadie más. Si creemos no necesitamos jurar porque la verdad triunfa siempre, tarde o temprano.