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Meditación del 14 de Junio

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan 6, 51-58

Evangelio según San Juan 6,51-58.

Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente».

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Cuerpo y Sangre de Cristo.

1) Pan vivo: es el alimento que nos da vida espiritual. Es importantísima para nosotros la Eucaristía, es lo que nos da vida como Iglesia y nos fortalece para seguir. Por algo la Iglesia enseña que la clave es cuidar de la Eucaristía, desde el sagrario hasta el detalle y el respeto con el que lo damos. Hoy trata de pensar en la Eucaristía. Más aún en este tiempo de pandemia en que muchos no pudieron recibirlo de manera material pero sí espiritual.

2) Vida eterna: es a la eternidad a la que nos llama Dios. Vivir en Él y con Él porque nos hacemos uno. Es el pan de los ángeles y hoy lo dedicamos a la Eucaristía para agradecer a Jesús que se queda de una manera tan simple, que nos da muchas gracias y riquezas. Jesús tiene grandes cosas para darte y llenarte de Él.

3) Hoy: Jesús está abandonado en muchos sagrarios, lo dejamos solo. Pero, sin embargo, hemos aprendido en este tiempo de pandemia a crecer en Él y junto a Él. No dejes de luchar por encontrarte con Jesús. Búscalo más que nunca en estos tiempos y pedí que alivie tu alma. Durante muchos siglos se llevó la Eucaristía y aún hoy se la lleva a cada cristiano. Pienso en tantos santos que mostraron su amor a la Eucaristía. Pienso en aquellos primeros laicos: san Tarcisio que, con sus doce años, se la jugaba para llevar la Eucaristía a aquellos que iban a morir en el Coliseo por el solo hecho de ser cristianos. Y eso que este muchacho no era cura, pero su devoción a la Eucaristía era tremenda. Pienso en san Manuel González que nunca dejó de predicar estar en Jesús. La riqueza de la Iglesia no es ni el Vaticano, ni su museo, ni nada. La riqueza mayor de la Iglesia es la Eucaristía. Porque la Eucaristía vive para la Iglesia y la Iglesia vive para la Eucaristia.

Un año con Jesus

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2 comentarios

Dario Polanco junio 13, 2020 - 10:05 pm

Muy bueno

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ana alvarellos junio 14, 2020 - 2:31 am

¿Es esto lo que Jesús quiere de nosotros? ¿Que comamos el pan y bebamos el vino consagrado por el sacerdote durante la Misa? Sólo esto? Si, quiere esto porque quiere vivir con nosotros siempre en esta relación conyugal, es más, quiere ser para nosotros el único deseo verdadero de nuestra vida, como el aire que respiramos y el agua que bebemos. Es una invitación a sacar de una costumbre insignificante los gestos repetidos y banalizados para descubrir verdaderamente Su amor total y pleno, para hacer que nuestros corazones exploten de alegría cada vez que comulgamos. Él quiere ser único e irremplazable para nosotros para no ser confrontado con las cosas que consideramos como si fueran Dios, comportándonos como los paganos que no tienen dios y se adoran a sí mismos y a los placeres transitorios de la tierra. Se renuncia a la Eucaristía para disfrutar de los placeres con un hombre o una mujer e ilusionarse con una fantomática seguridad inexistente. Solo con Jesús tenemos la certeza del Cielo y la vida eterna.

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