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Meditación del 7 de junio

por Pbro. Luis A. Zazano
Juan 3, 16-18

Evangelio según San Juan 3,16-18.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

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La Santísima Trinidad.

1) Dios ama: hoy celebramos a Dios. La Santísima Trinidad, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Siempre digo para explicar que es como la familia: el papá es distinto a la mamá y la mamá es distinta al hijo o a la Hija, pero son una familia. Lo que suma a esto es que este Dios me ama y es distinto a mí, pero puso algo en mí que me une a mi Dios. Y eso es mi alma.

2) Su Hijo: Jesús nos revela la relación con el Padre. Es una relación directa y profunda porque con Dios podemos todo. Vos también sos hijo de Dios, y es ahí donde está tu fuerza y también tu logro. Es comprender que en Dios tu vida tiene un sentido y una búsqueda a la eternidad. No dejes de buscar a Dios que Dios no te deja de buscar a ti.

3) El Espíritu: es ahí donde Dios nos da gracia tras gracia. Es la fuerza del Espíritu la que nos une y la que nos permite crecer en la interioridad. Este tiempo es un tiempo de crecer para adentro y afinar mi relación con mi Dios, que está más cerca de mí que yo mismo. En la interioridad está la fuerza hacia la vida que me toca llevar adelante. No tengas miedo a seguir descubriendo a Dios en tu vida.

Un año con Jesus

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1 comentario

ana alvarellos junio 7, 2020 - 12:13 pm

Entre creer y creer puede haber un abismo, una distancia tan grande que hasta puede provocar que la salvación de Jesús sea ineficaz. Creo que creo porque lo creo, porque voy a misa, porque doy algo a los pobres, porque ayudo a los otros, porque frecuento la parroquia y voy a las reuniones del párroco,etc. etc. Pero en el fondo de mi corazón mantengo sentimientos de miedo por mi vida, de rechazo por los malos (juzgados como tales) de la revancha contra el vecino que hace todo a su manera, algunos celos por las cuñadas siempre vestidas a la moda, de rencor por la suegra que siempre está pegada a su hijo, de enojo per el marido que no quiere crecer y renunciar a la mamita, etc. etc. También pueden ser sentimientos humanamente justificados, pero no puedo decir que realmente creo en el amor de Jesús, que salva a todos los que se reconocen pecadores y frágiles viviendo la propia vida con todas las tentaciones de cada día. Si yo saliera de mí mismo y, sin pensar siempre en mi mismo, enfrentara cada sentimiento oculto que todavía me queda adentro, a lo mejor llegaría a comprender la fe en Cristo Jesús nuestro Salvador sin buscar refugios empaquetados a cada rato. Vivir en y del Espíritu de Amor es creer en Jesús y creerLe, y de este modo no ser condenado.

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