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Jesús sentado junto al mar

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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En este domingo el Señor va a hacer algo que dice en Mateo 13, uno sale de su casa se sienta junto al mar y la comunidad se reúne. 

Hoy es domingo, el Señor ha salido y nosotros nos reunimos juntos en lectura del Santo Evangelio según San Mateo: aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar y acudió a Él tanta gente que tuvo que subirse a una barca, se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas, salió el sembrador a sembrar, al sembrar una parte cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se la comieron, otra parte cayó en terreno pedregoso donde apenas tenía tierra y como la tierra no era profunda brotó enseguida, pero en cuanto salió el sol se quemó y por falta de raíz otra cayó entre abrojos que crecieron y la ahogaron; otra cayó en tierra buena y dio fruto, una siento otra 70 otra 30. 

El que tenga oídos que oiga. Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: ¿por qué les hablas en parábolas? Él les contestó: a ustedes se les han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no porque el que tiene se le dará y tendrá de sobra y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene, por eso les hablo en parábolas, porque mirar, sin ver y escuchar, sin oír ni entender, así se cumple en ellos la profecía de Isaías, ustedes oirán con los oídos sin entender, mirarán con los ojos sin ver porque está enbotado el corazón de este pueblo. 

Son duros de oído, han cerrado los ojos para no ver con los ojos ni oír con los oídos ni entender con el corazón ni convertirse para que yo los cure, pero bienaventurados los ojos de ustedes porque ven y los oídos de ustedes porque oyen, en verdad les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ven y no lo vieron, y oír lo que oyen y no lo que oyeron ustedes; pues oigan lo que significa la parábola del sembrador, si uno escucha la palabra del reino sin entenderla viene el maligno y roba lo sembrado en su corazón. 

Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría pero no tiene raíces es inconstante y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra enseguida sucumbe. Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende que se da fruto y produce 170 o 30 por 1.

Palabra del Señor. 

Transcripción de La Voz del Pastor del 11 de julio de 2020

Quiero detenerme inicialmente en un punto muy sencillo y es lo que dice el versículo 1 de este capítulo 13 de San Mateo, el Señor sale de su casa, sale y cuando el Papa Francisco nos está diciendo una iglesia en salida y cuando nosotros en medio de la pandemia estamos tratando de llegar como sacerdotes, como catequistas, como misioneros a distintos lugares es que estamos repitiendo esa salida de Jesús. 

Él sale para que nosotros lo encontremos, Él sale para que nosotros podamos descubrir ese misterio de la encarnación, Él sale al encuentro de la humanidad, del hombre que está feliz y del hombre que está triste; de la mujer que está trabajando, de la mujer que está descansando. Él sale al encuentro de la humanidad y de nuestras familias, Él sale de su casa para entregarse a la humanidad, pero además dice que se sentó frente al mar. 

Qué bueno ver a Jesús sentado junto al mar, no es la actitud del turista, es la actitud del Hijo de Dios que mira más allá del mar y el mar se convierte en el espacio que hay de comunicación entre Cafarnaún y la otra orilla. Él quiere siempre ir con su mirada, con su corazón, con su mensaje a la otra orilla y tal vez en la otra orilla se encuentra con nosotros, se encuentra con su familia, se encuentra con la humanidad. 

Ese versículo 1 del capítulo 13 de San Mateo es hermoso, téngalo en cuenta hoy. Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar, la comunidad se reunió junto a Él. Ahora vayamos a lo que hace Jesús. Jesús ve la multitud, sube a una barca, ese se convierte como en el lugar de la predicación y me hace pensar, y nos hace pensar a todos, en la barca de Pedro, en la barca de la iglesia, en el lugar donde Jesús llamó a los primeros discípulos, que fue junto al lago de Galilea. Subir a la barca es estar nosotros junto a Jesús, nos hace pensar que Él camina con nosotros, que él navega con nosotros, que Él está en la tormenta y está en la calma, y que Él en medio de esa situación de vida, de trabajo y de vocación nos habla del reino y nos habla a través de parábolas. 

Esta es una primera parábola donde Jesús expone de una manera sencilla, de una manera pedagógica que Él es el gran maestro del reino y nos dice que el sembrador, también como Jesús, salió a sembrar y esa siembra es la que hace la iglesia, su parroquia, su grupo eclesial, esa pequeña comunidad suya y esa pequeña comunidad que su familia, la iglesia, en todos los cinco continentes ha  sembrando el reino sembrando las semillas del reino y hay abundancia de semilla, y hay cuatro terrenos. 

Y fíjense que sólo uno de los terrenos dé fruto. Un papá o una mamá siembra la semilla del amor, siembra la semilla de los valores en el corazón de sus hijos, eso también lo hace un párroco y eso también lo hace un catequista. 

Si el párroco dijera no voy a sembrar, simplemente en algunos en el que el terreno me asegure que la semilla no se pierde. Pero el señor Jesús en esta parábola está mostrándonos la generosidad de Dios con nosotros. Nosotros tenemos todas las clases de terreno en nuestro corazón y en distintas etapas de la vida ha habido etapas de mucha fecundidad donde damos fruto, pero también hay etapas de la vida en que nos parecemos al terreno donde otros vienen y se roban la semilla, y cuando digo otros no me refiero a otras personas, sino a situaciones que nos roban la semilla del reino y de la palabra. Pero también puede ser que nosotros estemos ahogados por espinos o puede ser que tengamos poca profundidad, que tengamos mucho entusiasmo inicial y después se nos baje el ánimo. 

Hoy yo vengo a decirles a pesar de que seamos toda clase de terrenos y a pesar de que solamente un terreno da frutos, el Señor riega con generosidad, con abundancia las manos de Jesús. 

A través de la iglesia siguen regando la semilla en cada uno de nosotros y en la humanidad entera a Él le interesa al regar la semilla en todos los terrenos nosotros debemos dar frutos. Estamos llamados a fructificar, ojalá que esta semana nosotros invitemos a Jesús y también seamos misioneros en los ambientes donde vivimos y sin medir, sin decir este sí o aquel no lleguemos la semilla de manera abierta, de manera generosa sin discriminar a nadie que tarde o temprano esa semillita regada dará fruto abundante. 

Que el Señor los bendiga y bendiga a su familia, bendiga su trabajo. Que el Señor haga fructífera la semillita que hay en su corazón y en su hogar, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 

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