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Vivimos de milagro

por Egberto Bermúdez
Universo

¿Dios contra la ciencia o Dios y la ciencia? ¿Que es el Principio Antrópico? Sobre esto reflexiona, opina, el autor de estas líneas.

     “God vs. Science” o “Dios contra la ciencia” era el título que aparecía en la portada de la revista Time del 13 de noviembre del 2006 y también del artículo de David Van Biema en el que introducía un profundo y serio debate sobre el tema de la ciencia y Dios entre dos científicos de primera magnitud: el biólogo y profesor de la Universidad de Oxford Richard Dawkins, en defensa de la posición atea y  el geneticista y Director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano Francis Collins*, de la teísta. En el meollo de la discusión se encuentran las diferentes interpretaciones de lo que desde hace años se conoce como el Principio Antrópico.

     Este principio fue formulado por primera vez en Cracovia, Polonia, en 1973, durante un Simposio Internacional en el que se celebraba el quinto centenario del nacimiento del astrónomo Nicolás Copérnico, por el astrofísico y cosmólogo de la Universidad de Cambridge, Brandon Carter. En aquel entonces, el profesor Carter señaló que el Principio Antrópico consistía en la constatación que “lo que podemos observar [en el universo] está limitado por las condiciones necesarias para la existencia de nuestra presencia como observadores”. Además, concluyó que: “aunque nuestra situación [en el universo] no es necesariamente central [en el sentido precopernicano de la palabra], es necesariamente privilegiada en algún grado”. (Ciencia y religión …pp. 291-305)

     En 1986, John Borrow y Frank Tipler publicaron su famoso libro The Anthropic Cosmological Principle, en el que proponen una enunciación ampliada del Principio Antrópico: “Los valores observados de todas las cantidades cosmológicas y físicas [del universo] no son igualmente probables sino que aparecen restringidos por el requisito de que existan lugares donde pueda surgir vida basada en el carbono y por el requisito de que el universo posea bastante edad para que ello haya sido así”.(p.16) Es decir, las leyes físicas del universo y las constantes fundamentales están precisamente ajustadas y calibradas para que sea posible la vida.

     Con su formulación ampliada del Principio Antrópico, Barrow y Tipler no hacen más que comprobar que la historia de nuestro universo ha sido tremendamente fructífera. Empezó, aproximadamente, hace 15 mil millones de años, de una manera muy simple: como una bola de energía en expansión. Sin embargo, desde esos modestos comienzos, el universo en que vivimos se ha convertido, a través de su historia evolutiva, en un cosmos rico y complejo con el ser humano como su resultado más sorprendente. Pero nuestro universo tiene una historia fructífera y preñada de vida debido a que es un cosmos muy especial, un universo en un cuatrillón, con unas leyes físicas y unas constantes fundamentales específicas que la han hecho posible; por el contrario, cualquier alteración (aun la más mínima) que hubiera habido de estas leyes y estas constantes fundamentales hubiera desembocado en una historia “aburrida y estéril”, según el físico y teólogo británico John Polkinghorne**. Sabemos, por ejemplo, que si la fuerza de la gravedad fuera un poco mayor, el sol, la estrella que hace posible la vida sobre nuestra tierra, hubiera consumido rápidamente su hidrógeno y no hubiera podido existir de modo estable y durante el tiempo suficiente (cinco mil millones de años gastados y cinco mil millones que le quedan) para permitir el desarrollo de la vida en el planeta tierra.

Vivir en un lugar privilegiado

     Ciertamente, no viviremos en el centro del universo (en el sentido precopernicano de la palabra) pero vivimos en un lugar privilegiado y en un tiempo especial, en una verdadera primavera y en un santuario y paraíso para la vida. Como bien lo señala el físico, filósofo y sacerdote Mariano Artigas: “la vida humana es posible gracias a la coincidencia de muchos factores que remiten, en último término, al universo primitivo. Vistas así las cosas, vivimos de milagro.” (Las Fronteras…p. 32)

     Llámense coincidencias o milagro, el Principio Antrópico, a pesar de su carácter asombroso, es una formulación científica, pues simplemente se limita a afirmar: “si las condiciones físicas y las leyes del universo no hubieran sido las que fueron y son, nosotros, los seres humanos, no existiríamos”. No obstante, dicho principio ha sido sometido, principalmente, a dos interpretaciones metafísicas (en el sentido de más allá de la física) favoritas.

     Para algunos, como el biólogo Richard Dawkins, la explicación podría encontrarse en la posibilidad de la existencia de millones y millones de universos diferentes, cada uno con sus leyes físicas y sus constantes fundamentales distintas, de manera que, en uno de ellos, ya que son tantos, debido al azar, se podrían dar las leyes físicas y las constantes fundamentales que harían posible la vida basada en el carbono. Para otros, como es el caso del geneticista Francis Collins, la explicación se encuentra en el hecho que este universo es una creación y fue ajustado y calibrado desde un principio con esas leyes físicas y constantes fundamentales que permitieran que su historia fuera fructífera y preñada de vida. Es decir, para éstos, el universo tal como lo conocemos es el resultado de la realización de un propósito, de una meta inscrita desde un principio por su Creador. Francamente, para mí, esta segunda explicación es la más persuasiva y satisfactoria desde un punto de vista intelectual ya que Dios puede perfectamente realizar su proyecto a través de causas segundas con el concurso natural de los acontecimientos sin tener que utilizar intervenciones milagrosas. “Dios no hace las cosas, decía el paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin, sino que hace que se hagan”. (Origen del hombre, p. 194)

*Actualmente es director de The National Institutes of Health de los Estados Unidos de América y es el ganador del Premio Templeton 2020 por aunar ciencia y fe.

**Religion in an Age of Science by John Polkinghorne http://www.starcourse.org/jcp/

Artigas, Mariano. Ciencia y religión. Conceptos fundamentales. Pamplona: EUNSA,

    2007.

Artigas, Mariano. Las fronteras del evolucionismo. Pamplona: EUNSA, 2004.

Artigas, Mariano y Turbón, Daniel. Origen del hombre: Ciencia, Filosofía y Religión.

            Pamplona: EUNSA, 2008.

Barrow, John D. & Tippler, Frank J. The Anthropic Cosmological Principle.   

            New York: Oxford UP, 1986.    

Ver también el vídeo del P. Manuel Carreira, S.J. El principio antrópico.

Ver también Jennifer Arizabaleta, “Francis Collins, Premio Templeton por aunar ciencia y fe https://redibinforma.com/art/1060/francis-collins-secuenciador-del-genoma-humano-premio-templeton-por-aunar-ciencia-y-fe

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