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«Dios me quiere tanto que los mismos ángeles no lo comprenden»

por Pbro. Tomás Trigo
Dios te quiere

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Hoy leo unas palabras escritas por san Rafael Arnáiz (el hermano Rafael), el 4 de marzo de 1938:

«¡Qué hipocresía decir que nada tiene… el que tiene a Dios! ¡Sí!, ¿por qué callarlo?… ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué no gritar al mundo entero, y publicar a los cuatro vientos, las maravillas de Dios? ¿Por qué no decir a las gentes, y a todo el que quiera oírlo?… ¿Ves lo que soy?… ¿Veis lo que fui? ¿Veis mi miseria arrastrada por el fango?… Pues no importa, maravillaos, a pesar de todo, yo tengo a Dios…, Dios es mi amigo…, que se hunda el sol, y se seque el mar de asombro…, Dios a mí me quiere tan entrañablemente, que si el mundo entero lo comprendiera, se volverían locas todas las criaturas y rugirían de estupor.

Más aún… todo eso es poco. Dios me quiere tanto que los mismos ángeles no lo comprenden. ¡Qué grande es la misericordia de Dios! ¡Quererme a mí…, ser mi amigo…, mi hermano…, mi padre, mi maestro…, ser Dios y ser yo lo que soy!»

Asombro y alegría

El hermano Rafael percibe de un modo intensísimo el amor de Dios por él. Y es tanto su asombro y su alegría, que quiere gritarlo y publicarlo al mundo entero. No importa lo que he sido, no importa el cúmulo de mis pecados. Lo único que importa es que Dios me quiere entrañablemente. Pero, hasta tal punto, que si comprendiéramos ese amor nos volveríamos locos. Hasta los mismos ángeles no lo entienden. 

Señor, me gustaría percibir así tu amor. No entiendo cuánto me amas. Si lo entendiera un poco más, si lo percibiera en mi carne, me volvería loco. Este amor entre Tú y yo es una verdadera locura. Tú eres un Loco de amor. Y yo podría estar loco de amor por Ti. Y entonces viviríamos como locos enamorados y felices. Incluso en el dolor. ¡Qué maravilla sería este mundo si todos estuviéramos locamente enamorados de Ti, Señor! 

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