Alabar a Dios, orar, conversar con el Padre, siempre recordando nuestra condición de hijos amados por Él. Estos son algunos de los objetivos de este proyecto de Misioneros Digitales Católicos, que culminará cuando publiquemos el 150.
SALMO 42 (versículos 1-12)
1 Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.
2 Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
3 Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?
4 Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
«Dónde está tu Dios?»
5 Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia:
¡cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta!
6 ¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios
7 Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti,
desde la tierra del Jordán y el Hermón,
desde el monte Misar.
8 Un abismo llama a otro abismo,
con el estruendo de tus cataratas;
tus torrentes y tus olas
pasaron sobre mí.
9 De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
10 Diré a mi Dios:
«Mi Roca, ¿por qué me has olvidado?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?».
11 Mis huesos se quebrantan
por la burla de mis adversarios;
mientras me preguntan sin cesar:
«¿Dónde está tu Dios?»
12 ¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
Fuente: El Libro del Pueblo de Dios.
Voz: Flavia Zazano /Música: Juanjo Cabrera (Spotify) / Juanjo Cabrera (canal de Youtube)
Comentario del Salmo 42
14La unidad temática, el estilo y la repetición del mismo estribillo a intervalos regulares (42. 6, 12; 43. 5) indican que los Salmos 42 y 43 forman un mismo poema. En él se armonizan admirablemente la hondura del sentimiento religioso y la eficacia de la expresión lírica. El v. 7 indica que el autor del Salmo -probablemente un levita- se encuentra lejos de la Tierra santa, en las cercanías del monte Hermón, y suspira por volver a gozar de la presencia divina en el Santuario de Sión. A pesar de sentirse olvidado de Dios (42. 10), el salmista no ha perdido la esperanza, y confía en que el Señor volverá a guiar sus pasos hasta su santa Montaña (43. 3).
Fuente: El Libro del Pueblo de Dios /Editorial San Pablo