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El justo san José

por Elena Fernández Andrés
El justo san José

«El ángel le ordenó partir rápidamente y llevar a Nuestra Señora y a su Hijo muy querido a Egipto; inmediatamente José parte sin decir palabra.

No pregunta: ¿A dónde iré? ¿Qué camino tomaré? ¿Con qué nos alimentaremos? ¿Quién nos recibirá? Parte sin planes, con sus herramientas al hombro, a fin de ganar su pobre sustento y el de su familia con el sudor de su frente. ¡Oh! ¡Cuánta pesadumbre le tenía que causar esta preocupación de la que hablamos, teniendo en cuenta que el ángel no le había dicho el tiempo que deberían quedarse allí!; no podía instalar ninguna morada estable puesto que no sabía cuándo le ordenaría el ángel regresar. El ángel no le dijo hasta cuándo se quedaría en Egipto y san José no se lo preguntó. Allí se quedó mucho tiempo, sin preguntar sobre su vuelta, seguro de que Aquel que le había mandado que partiera, le ordenaría nuevamente cuándo tendría que regresar, a lo cual estaba siempre dispuesto a obedecer. Estaba en tierra no solamente extranjera, sino enemiga de los israelitas; tanto que los egipcios estaban aún resentidos porque se habían ido, y habían sido la causa de que una gran parte de ellos murieran ahogados, cuando los perseguían.

Pensad qué deseos tendría san José de volver a causa de los continuos temores que padecería entre los egipcios. El disgusto de no saber cuándo saldría de allí, sin duda debía afligir enormemente y atormentar su pobre corazón; sin embargo, siempre es el mismo, siempre manso, tranquilo y perseverando en su total sumisión a la voluntad de Dios, por la que se dejaba conducir plenamente; porque, como es llamado justo, tenía siempre su voluntad ajustada, adaptada y conforme a la de Dios.

Ser justo no es otra cosa que estar unido perfectamente a la voluntad de Dios, y estar siempre conforme con ella en toda clase de acontecimientos, sean prósperos o adversos. Que san José haya estado en toda ocasión siempre perfectamente sometido a la voluntad divina, nadie puede ponerlo en duda. Pero ¿es que no os dais cuenta? Mirad cómo el ángel lo pone a prueba sin temor. Le dice que hay que ir a Egipto, y parte; le ordena que regrese, y vuelve» (San Francisco de Sales)

(del libro «Id a José» de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)

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