Alabar a Dios, orar, conversar con el Padre, siempre recordando nuestra condición de hijos amados por Él. Estos son algunos de los objetivos de este proyecto de Misioneros Digitales Católicos, que culminará cuando publiquemos el 150.
SALMO 52 (versículos 1-11)
1 Del maestro de coro. Poema de David.
2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl, diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».
3 ¿Por qué te jactas de tu malicia,
hombre prepotente y sin piedad?
4 Estás todo el día tramando maldades,
tu lengua es como navaja afilada,
y no haces más que engañar.
5 Prefieres el mal al bien,
la mentira a la verdad;
6 amas las palabras hirientes,
¡lengua mentirosa!
7 Por eso Dios te derribará,
te destruirá para siempre,
te arrojará de tu carpa,
te arrancará de la tierra de los vivientes.
8 Al ver esto, los justos sentirán temor
y se reirán de él, diciendo:
9 «Este es el hombre que no puso su refugio en Dios,
sino que confió en sus muchas riquezas
y se envalentonó por su maldad».
10 Yo, en cambio, como un olivo frondoso
en la Casa de Dios,
he puesto para siempre mi confianza
en la misericordia de Dios.
11 Te daré gracias eternamente
por lo que has hecho,
y proclamaré la bondad de tu Nombre
delante de tus fieles.
Fuente: El Libro del Pueblo de Dios.
Voz:Andrea Carrau /Música: Juanjo Cabrera (Spotify) / Juanjo Cabrera (canal de Youtube)
Comentario del Salmo 52
El comienzo de este Salmo es una vigorosa acusación contra los que promueven la injusticia, valiéndose del poder que les confiere su puesto relevante en la sociedad (vs. 3-6). En la denuncia se percibe un acento profético, y la culminación de la misma es el anuncio del castigo que el Señor tiene reservado a los que obran de esa manera (v. 7). El justo, en cambio, puede vivir confiadamente bajo la protección de Dios (v. 10).
Fuente: El Libro del Pueblo de Dios /Editorial San Pablo