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Meditación del día 16 de octubre

por Pbro. Luis A. Zazano
Lc. 12 8-12

Evangelio según san Lucas 12,8-12

Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,
porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir».

El Espíritu Santo da vida

1) Reconocer: Es lo lindo a lo que Dios te invita. Solo Él puede hacer maravillas en tu vida y puede saciarte. Es desde allí en donde te convertís en testigo. Es ser un enamorado de la vida, porque es Él mismo la vida. Cuando Dios toca tu corazón y vos lo descubrís, te convertís no en un religioso o un fanático religioso, sino más bien en un enamorado de la vida, donde percibís incluso eso pequeño de Dios que hay en el otro y en los otros.

2) El Espíritu Santo: Es respetar la obra de Dios que hay en el otro. El Espíritu Santo que da vida porque es esa brisa suave que acaricia tu rostro. No podemos olvidarnos que nuestra vida y nuestra Iglesia se mueven en el Espíritu Santo, hoy vos sos un don para el otro.

3) Testigos de esperanza: Es esto lo que hoy vos y yo estamos invitados a construir. Que sí se puede, que la grandeza de todo está en reconocer la obra de Dios en todo y en todos. Ser testigo de vida, en una cultura de muerte. Ser testigo de comunión en un mundo individualista. Ser sonriente ante una sociedad que marca la tristeza. Ser una ayuda para el otro porque vales y sabes que vos podés ayudar al otro.

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