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Gratitud y Felicidad

por Egberto Bermúdez
Quijote

En este texto se nos invita a meditar sobre la gratitud y la felicidad echándole una mirada a esta obra eterna que es El Quijote.

En el capítulo 58 de la segunda parte del Quijote, avanzaban don Quijote y Sancho por un bosque donde se encontraron con dos hermosísimas y jóvenes pastoras las que rogaron al caballero que fuera su huésped junto con su escudero y que ambos las acompañasen en la comida. Don Quijote accedió y al terminar de comer pronunció un sabio discurso sobre la gratitud:

                “ –Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, atiéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno. Este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón, y si no puedo pagar las buenas obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando éstos no bastan, las publico, porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras, si pudiera; porque por la mayor parte los que reciben son inferiores a los que dan, y así es Dios sobre todos, porque es dador sobre todos, y no pueden corresponder las dádivas del hombre a las de Dios con igualdad, por infinita distancia, y esta estrecheza y cortedad en cierto modo la suple el agradecimiento”. [1]

                En este punto es importante recordar que don Quijote es un loco entreverado, pues sólo lo es en lo que concierne al tema de la caballería andante, pero en todo lo demás, al hablar manifestaba inteligencia, sabiduría, profundidad y bondad. Por tanto, es razonableafirmar que el caballero es una especie de portavoz del propio Cervantes.

                En su discurso, don Quijote recomienda la gratitud con los demás y sobre todo con Dios de quien lo hemos recibido todo, como comenta san Pablo en los Hechos de los apóstoles: “Ya que en El vivimos, nos movemos y existimos” (17, 28).

Santa Teresa de Jesús está totalmente de acuerdo con Cervantes cuando comenta: “Es cosa muy clara que amamos más a una persona cuando mucho se nos acuerda las buenas obras que nos hace. Pues si es lícito y tan meritorio que siempre tengamos memoria que tenemos de Dios el ser y que nos crió de la nada, y que nos sustenta y todos los demás beneficios de su muerte y trabajos, que mucho antes que nos criase los tenía hechos por cada uno de los que ahora viven”. [2] Además, para esta santa, la gratitud es una escuela de amor: “porque si no conocemos que recibimos, no nos despertamos a amar”. [3]

También san Josemaría Escrivá recomienda el agradecimiento: “Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. —Porque te hadado esto y lo otro. —Porque te han despreciado. —Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.

Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. —Porque creó el sol y la luna y aquel animal y aquella otra planta. —Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso…

Dale gracias por todo, porque todo es bueno”. [4]

Porque todo contribuye al bien de quienes aman a Dios, como dijo san Pablo a los romanos. (8, 28).

Además, para san Josemaría: “La mayor muestra de agradecimiento a Dios es amar apasionadamente nuestra condición de hijos suyos”. [5]

En los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, la gratitud ocupa un lugar central. Al hacer el Examen General, el santo aconseja: “Primer punto: es dar gracias a Dios, nuestro Señor, por los beneficios recibidos en toda la vida”. [6] Además, al final de los Ejercicios en la Contemplación paraalcanzar amor recomienda: “Pediré un conocimiento íntimo de tanto bien que he recibido, para que yo agradeciéndole todo, pueda en todo amar y servir a su divina Majestad”. [7]También nos invita a meditar sobre los siguientes puntos: 1) Dones que Dios me da. 2) En sus dones Dios se da a sí mismo. 3) En sus dones, Dios trabaja por mí, 4) Los dones nos conducen al Dador. [8] En definitiva, san Ignacio, al igual que santa Teresa de Jesús, está convencido que el agradecimiento es una escuela de amor y el que ama es feliz. “El amor se debe poner más en las obras que en las palabras” porque “el amor consiste en la comunicación de bienes”. [9]

La Virgen María en elMagnificat exclamó agradecida: “Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador: porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1, 46-48).

En los Evangelios, Jesús nos muestra que su vida es una continua acción de gracias al Padre. Por ejemplo, en la multiplicación de los panes, “Jesús tomó los panes y, después de dar gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio cuantos peces quisieron” (Jn 6, 11). También en la Institución de la Eucaristía, antes de consagrar el pan y el vino, el Señor “dio gracias” (Lc 22, 17). La Misa es la celebración de la Eucaristía, que en griego significa acción de gracias. Cada Misa es una invitación a meditar sobre todos los bienes que hemos recibido de Dios y a responder jubilosos y alegres ante tanto bien recibido.

Ciertamente, Jesús, la Virgen María y los santos ya sabían que, para ser felices, en esta vida y en la otra, es necesario ser agradecidos, no ser envidiosos, amar y perdonar. Lo que resulta sorprendente es que éstas también son las claves que ha descubierto la llamada sicología positiva contemporánea para ser felices. [10] Por lo que los cristianos y sobre todo los católicos, tenemos a nuestro alcance un verdadero tesoro de enseñanzas y prácticas en el camino de la felicidad.

[1] Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Madrid: Alfaguara, 2004. (II, 58, 993)

[2] Santa Teresa de Jesús. Libro de la vida.  Madrid: Cátedra, 1987. (10, 5, 186).

[3] Ibídem (10, 4, 185).

[4] San Josemaría Escrivá. Camino. Madrid: Rialp, 1982. (n. 268).

[5] San Josemaría Escrivá. Forja. México: Minos, 1996. (n. 333).

[6] San Ignacio de Loyola. Ejercicios espirituales. Santiago: Paulinas, 1991. p. 29.

[7] Ibídem, p. 91; [8] Ibídem, pp. 91-92.; [9] Ibídem, p. 91.

[10] Christopher Kaczor. The Gospel of Hapiness. New York: Image, 2015 y Francisco Ugarte. El caminode la felicidad. México: Panorama, 2010.

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