La Inmaculada Concepción es la Patrona de los Estados Unidos de América y su fiesta se celebra el 8 de diciembre
La Inmaculada Concepción, Patrona de Estados Unidos: la historia del primer obispo católico estadounidense
La Inmaculada Concepción es, quizás, la fiesta mariana más conocida y venerada de la cristiandad. La devoción mariana tuvo gran influencia en los católicos de Estados Unidos. Los Jesuitas franceses fueron misioneros y exploradores en el territorio de Lousiana que se extendía hacia el norte por el río Mississippi hasta Canadá. Ellos honraban a la Madre de Dios con el título de la Inmaculada. Jacques Marquette, S.J., le llamó al río Mississippi el “Río de la Inmaculada Concepción” en el año 1673.
Corría el año de 1792. No se habían cumplido siquiera veinte años desde la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, y la recién nacida nación contaba ya con su primer obispo católico: el jesuita John Carroll, quien habría sido nombrado prefecto de los Estados Unidos apenas la iglesia católica comenzaba –muy discretamente- a tomar raíces en el noreste del país, y quien en 1789 pasó a ser el obispo de la primera diócesis católica estadounidense: la diócesis de Baltimore, en Maryland, que abarcaba prácticamente todo el territorio de las antiguas colonias inglesas. Luego, sería nombrado también administrador apostólico de Florida y Lousiana.
El obispo John Carroll tuvo una gran influencia para que la devoción mariana se propagara en Estados Unidos. Ordenado sacerdote en 1769, era un hombre que llevaba en su corazón una gran espiritualidad mariana. El día elegido por él para su consagración episcopal fue el día de la fiesta de La Asunción (15 de agosto de 1790), título bajo el cual la escogió como patrona de su diócesis, que en aquel tiempo incluía a todo los Estados Unidos. La catedral que el obispo Carroll comenzó a construir, donde más tarde tuvieron lugar los muchos concilios plenarios y provinciales de Baltimore, está dedicada a La Asunción de Nuestra Señora.
No parece casual que el obispo de Maryland (la “Tierra de María”, si lo traducimos al castellano), quien fue además –como buen jesuita- el fundador de la universidad de Georgetown haya decidido poner al naciente país bajo la protección de la Virgen María, consagrando la nación a la Inmaculada Concepción, e iniciando además la construcción de la primera catedral de los Estados Unidos, la Catedral de la Asunción de María, que fue diseñada por el arquitecto Benjamin Henry Latrobe, el mismo que diseñase el Capitolio estadounidense, considerado el padre de la arquitectura del país. El obispo Carroll, quien murió en 1815, no vivió lo suficiente para ver terminada la catedral.
La devoción a María bajo el título de la Inmaculada Concepción floreció en el siglo diecinueve. En el sexto concilio provincial de Baltimore en 1846, los obispos de Estados Unidos, reiterando el gesto con el que el obispo Carroll había iniciado su episcopado, pidieron que la bienaventurada Virgen María bajo el título de la Inmaculada Concepción fuera nombrada patrona de la Iglesia Católica de los Estados Unidos. El decreto fue confirmado por el Papa Pío IX el siguiente año (1847). Esta decisión se confirmó cuando en 1854 fue proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción por la Iglesia Universal y también por las apariciones en Lourdes de Francia en 1858.
De allí en adelante, tres Papas se encargaron de fomentar la edificación de un santuario para la patrona de la nación: el Papa Pío IX formalizó definitivamente el patronazgo de la Inmaculada sobre los Estados Unidos el 7 de febrero de 1847. Pío X inició, en 1913, la construcción del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C., dando incluso una contribución monetaria personal, y Pío XI donó un mosaico, al mismo Santuario, con la imagen de la Inmaculada, en el año de 1923.
Dogma de la Inmaculada Concepción
El dogma de la Inmaculada Concepción de María, proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 dice que «María, por un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer instante de su concepción».
El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma: «…declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…» (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
Desde entonces esta festividad ha pasado a ser la más popular y solemne de la Virgen. Sin embargo, desde el Concilio de Éfeso que proclamó el dogma de la Maternidad Divina de María (año 431), muchos teólogos consideraban a la Virgen como Inmaculada. Y ya desde el siglo VII se celebraba en Oriente, en Irlanda en el siglo IX, en Inglaterra en el siglo XI, y España, dos siglos antes de la definición dogmática, proclamó con autorización pontificia, a la Inmaculada como Patrona de España y de sus Indias. El concilio de Baltimore, la declaró Patrona de los Estados Unidos de Norteamérica en 1846.
El 8 de diciembre de 1854 el Sumo Pontífice, Pío Nono, después de recibir numerosas peticiones de todos los obispos y fieles de todo el mundo se reunió en la Basílica de San Pedro en Roma y proclamó la fiesta de la Inmaculada Concepción. Había más de 200 prelados, cardenales, arzobispos, obispos, embajadores y miles y miles de fieles católicos, en medio de la emoción general declaró solemnemente:
«Declaramos que la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe».
Desde Roma cantidad de palomas mensajeras salieron en todas las direcciones llevando la gran noticia, y en los 400,000 templos católicos del mundo se celebraron grandes fiestas en honor de la Inmaculada.
María es la «llena de gracia», del griego «kecharitomene» que significa una particular abundancia de gracia, es un estado sobrenatural en el que el alma está unida con el mismo Dios.
El camino para la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María fue trazado por el franciscano Juan Duns Scotto.
El beato Juan Duns Escoto (John Duns Scotus) fue un teólogo, filósofo y sacerdote católico escocés perteneciente a la escolástica. Ingresó en la orden franciscana y estudió en Cambridge, Oxford y París; fue profesor en estas dos últimas universidades. Nació hacia 1265/1266 y falleció en Alemania en 1308.
Se dice que al encontrarse frente a una estatua de la Virgen María hizo esta petición: «Dignare me laudare te: Virgo Sacrata» (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti). Se le considera como el teólogo que preparó las bases teológicas para proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción, con siete siglos de antelación.
Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington DC
El Santuario Nacional de la Inmaculada se encuentra en la capital de la nación, Washington D.C., en la basílica católica construida en honor a la Virgen María como Patrona de los Estados Unidos y es el santuario mariano católico más importante a nivel nacional. Su construcción fue aprobada por el Papa Pío X en 1913. La primera piedra fue colocada en 1920 y fue inaugurado en 1959. Tiene capacidad para 10.000 personas y ha sido visitada por tres Papas: Juan Pablo II (1979), Benedicto XVI (2008) y por el Papa Francisco (2015). Aproximadamente un millón de peregrinos lo visitan anualmente.
La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción es una basílica católica situada en Washington D.C. (Estados Unidos de América). Más concretamente, en un extremo del campus de la Universidad Católica de América. Esta dedicada a la Virgen María, como Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, Patrona de los Estados Unidos.
Los Estados Unidos han sido considerados durante mucho tiempo el gran crisol, donde personas de muchas tierras diversas han ido a vivir. La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción se enorgullece de reflejar esa rica herencia de América.
Hogar de más de 80 capillas y oratorios que honran a la Madre de Dios y representan a pueblos de todos los rincones del mundo, el Santuario Nacional refleja la diversidad étnica y cultural de los Estados Unidos y la unidad y universalidad de la Iglesia Católica.
Fue construida por generaciones de fieles católicos estadounidenses para honrar a la patrona de la nación, la Santísima Virgen María bajo su título de Inmaculada Concepción. El Santuario Nacional se conoce cariñosamente como la Iglesia Católica de Estados Unidos. Se comenzó a construir en 1920, y se inauguró en 1959.
Están representadas en toda la Basílica diversas nacionalidades y etnias del mundo, así como comunidades religiosas incluidos los agustinos, carmelitas, claretianos, dominicos, franciscanos, jesuitas, misioneros de Montfort, Oblatos de María Inmaculada, Redentoristas, Salesianos, Hermanas de la Caridad, Hermanas de la Providencia y Vicentinos.
La Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción es verdaderamente la encarnación de las personas que son el tejido de la fe católica y el mosaico de la nación. San Juan Pablo II, el primer Papa en visitar el Santuario Nacional, quizás expresó mejor su esencia:
“Este Santuario nos habla con la voz de toda América, con la voz de todos los hijos e hijas de América, que han venido aquí desde los distintos países…. Cuando llegaron, trajeron consigo en su corazón el mismo amor por la Madre de Dios que era característico de sus antepasados y de ellos mismos en su tierra natal. Estas personas, que hablan diferentes idiomas, provienen de diferentes antecedentes históricos y tradiciones en sus propios países, se unieron en torno al corazón de una Madre que todos tenían en común”. (7 de octubre de 1979)
Imágenes del Santuario
Oraciones a la Inmaculada Concepción de María, Patrona de los Estados Unidos de América
Oración a María, Inmaculada Concepción, Patrona de los Estados Unidos
Santísima Trinidad:
Padre Nuestro en el Cielo, que elegiste a María como la más preciada de tus hijas;
Espíritu Santo, que la elegiste como tu Esposa;
Dios Hijo, que elegiste a María como tu Madre;
unidos a María adoramos tu majestad y reconocemos tu señorío y autoridad supremos.
Santísima Trinidad, ponemos a los Estados Unidos de Norteamérica
en manos de María Inmaculada para que ella te presente el país.
Por medio de ella queremos agradecerte por los muchos recursos de esta tierra
y por la libertad que heredamos en ella.
Por la intercesión de María, ten piedad de la Iglesia Católica en los Estados Unidos.
Concédenos la paz.
Ten misericordia de nuestro Presidente y todos los funcionarios de nuestro gobierno.
Danos una economía fructífera que surja de la justicia y la caridad.
Ten misericordia del capital, la industria y el trabajo.
Protege la vida familiar de la nación.
Protege el precioso don de numerosas vocaciones religiosas.
Por la intercesión de nuestra Madre, ten misericordia de los enfermos, los pobres, los pecadores y
quienes son tentados: de todos los necesitados.
María, Virgen Inmaculada, Madre nuestra, Patrona de nuestra Tierra,
te veneramos y honramos y nos entregamos a ti.
Protégenos de todo mal.
Ruega por nosotros,
para que actuando siempre según tu voluntad y la Voluntad de tu Divino Hijo,
vivamos y muramos agradando a Dios.
Amén.
Imprimatur: +Patrick O’Boyle, Arzobispo de Washington, 8 de Mayo de 1959.
Oración a la Inmaculada Concepción, Patrona de Nuestra Tierra (Escrito a instancias de Nuestra Señora, 5 de octubre de 1956 por la Hermana Mary Ephrem)
Oh, Madre Inmaculada, Reina de nuestro país, abre nuestros corazones, nuestros hogares y nuestra tierra a la venida de Jesús, tu Divino Hijo. Con Él, reina sobre nosotros, oh, Señora celestial, tan pura y tan brillante con el resplandor de la luz de Dios brillando dentro y alrededor de ti. Lidéranos contra los poderes del mal puestos en arrebatar el mundo de las almas, redimidos a tan gran costo por los sufrimientos de tu Hijo y de ti misma, en unión con Él, de ese mismo Salvador, que nos ama con infinita caridad.
Nos reunimos en torno a ti, casta y santa Madre, Virgen Inmaculada, Patrona de nuestra amada Tierra, decidida a luchar bajo tu estandarte de santa pureza contra la maldad que haría de todo el mundo un abismo de maldad, sin Dios y sin tu amado maternal cuidado.
Consagramos nuestros corazones, nuestros hogares, nuestra Tierra a tu Purísimo Corazón, oh, gran Reina, para que el reino de tu Hijo, nuestro Redentor y nuestro Dios, se establezca firmemente en nosotros.
No te pedimos ningún signo especial, dulce Madre, porque creemos en tu gran amor por nosotros y depositamos en ti toda nuestra confianza. Prometemos honrarlo por la fe, el amor y la pureza de nuestras vidas de acuerdo con tu deseo.
Reina, pues, sobre nosotros, Virgen Inmaculada, con tu Hijo Jesucristo. Que su Divino Corazón y tu casto Corazón sean siempre entronizados y glorificados entre nosotros. Usa, tus hijos de América, como tus instrumentos de paz entre los hombres y naciones. Obra tus milagros de gracia en nosotros, para que seamos gloria de la Santísima Trinidad, que nos creó, redimió y santifica.
Que tu valiente esposo, San José, con los santos ángeles y santos, te ayuda, y a nosotros a “renovar la faz de la tierra”. Luego, cuando nuestro trabajo haya terminado, ven, Santa Madre Inmaculada, y como nuestra Reina Victoriosa, condúcenos al reino eterno, donde tu Hijo reina por siempre como Rey.
Amén
Nihil Obstat: Daniel Pilarczyk, S.T.D. Imprimatur: + Paul F. Leibold, V.G. Cincinnati, 25 de enero de 1963