La Virgen de Lourdes ha concedido tantos milagros de curaciones que el 11 de febrero, día de su primera aparición, ha sido establecido como día mundial de los enfermos.
La historia de esta aparición empieza cuando Bernardita, quien nació el 7 de enero de 1844, salió junto a dos amigas en busca de leña en la roca de Massabielle, para ello tenía que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma no podía meter los pies en el agua fría y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas, por eso ella se quedó a un lado del río mientras las dos compañeras iban a buscar la leña. Fue en ese momento que Bernardita experimenta el encuentro con nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida: “Sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza, volví a mirar y vi que las ramas de espinas que bordeaban la gruta de Massabielle se estaban moviendo, en ese momento apareció en la gruta una bellísima señora, tan hermosa que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver. Ella venía vestida toda de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza, yo creyendo que estaba soñando me restregué los ojos, pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara, pero yo no me atrevía, no es que tuviera miedo porque cuando uno tiene miedo huye y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario, me arrodillé, vi que la señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía, mientras iba pasando las cuentas del rosario ella escuchaba las avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario y cuando decía el Gloria al Padre, ella lo decía también inclinando la cabeza, terminando el rosario me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció”. Por un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la niña en medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la hermosa señora, pero la Virgen solo se le aparecía a la niña.
En reiteradas ocasiones, Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las autoridades eclesiales y civiles del pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su fe Mariana, sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado: la construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una procesión.
Más adelante, el 2 de marzo, la Virgen le dice a Bernardita que le diga a los sacerdotes que ella desea que construyan allí un templo y que vayan en procesión.
El 25 de marzo, al verla más amable que nunca, Bernardita le pregunta varias veces: “Señora, ¿quiere decirme su nombre?”, la Virgen sonríe y al fin ante la continua insistencia de la niña, eleva las manos y sus ojos al cielo y exclama: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
Finalmente, el 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, nuestra Señora se apareció más hermosa y más sonriente que nunca e inclinando la cabeza en señal de despedida, desapareció. Ya nunca más la volvió a ver Bernardita en esta tierra, hasta esa fecha la Virgen se apareció a Bernardita 18 veces, desde el 11 de febrero.
Luego de esta última aparición, Bernadette ingresó a la orden religiosa de Las Hermanas Enfermeras y allí permaneció hasta su muerte, a los 34 años de edad.
En 1876 se edificó allí la actual Basílica, uno de los lugares de peregrinación del mundo católico.
Bernadette fue canonizada por el Papa Pío XI, el 8 de diciembre de 1933.
De esta manera, Lourdes se convirtió en uno de los lugares de mayor peregrinaje en el mundo, millones de personas acuden cada año y muchísimos enfermos han sido sanados en sus aguas milagrosas. La fiesta de nuestra Señora de Lourdes se celebra el día de su primera aparición, el 11 de febrero.
Pidamos hoy, a lo largo de este día la intercesión de nuestra tierna madre, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes.
Más sobre Nuestra Señora de Lourdes:
L.J.M. Cross, Histoire de Notre-Dame de Lourdes (1901), 3 vols. Histoire exact des apparitions de N. D. de Lourdes, de P. H. Petitot (1935).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI