Introducción
El día 1 de noviembre de 1950, Pío XII definió solemnemente la Asunción de la Santísima Virgen María: “Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siembre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la Gloria celestial” (DS 3903).
Era obvio que la Madre de Dios, recibiera antes que nadie morada en el cielo y fuera glorificada para que desde allí continuase velando por sus hijos.
En momentos importantes, difíciles de la vida o en fechas memorables, nuestro primer pensamiento va, con frecuencia hacia la “madre”: su pensar, su sentir, su actuar… con cariño de hijos, nos gusta recordar sus palabras, sus consejos. También la Virgen María, antes de su Transito al cielo, nos dejó unas palabras, pocas, pero que son la clave para desvelarnos su semblanza humano-espiritual, a su paso por este mundo.
Para nosotras el día de la Asunción es el Aniversario de la Fundación. Alabemos y demos gracias al Señor por el don de la Virgen María y por nuestro Instituto de las Siervas de María.