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10 Minutos con Jesús. Hoy: La paciencia.

por 10 Minutos con Jesús

Ya en tiempos de la Navidad, compartimos una de las meditaciones que difunde el equipo de 10 Minutos con Jesús. El equipo de 10 minutos con Jesús está conformado por sacerdotes y laicos de EE.UU, México, Inglaterra, España, Colombia, Kenya, Filipinas, que hacen posible que miles de personas de todo el mundo pasen 10 minutos diarios de conversación con Jesús a través de WhatsApp, Spotify, Telegram, Instagram, YouTube, Ivoox, Podcast de Apple, Google Podcast.

Señor mío y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí; que me ves; que me oyes. Te adoro  con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi Guarda, interceded por mí.

Temprano a la mañana

Algunos días, a primera hora de la mañana, pasó cerca de un colegio. Y hay muchos padres y madres que llevan a sus pequeños de la mano. En las grandes ciudades se funciona con rapidez, con prisas. Es la vida. Y no hay espacio normalmente para los imprevistos. De forma que si uno de esos críos por la mañana, antes de salir de casa, ha tirado la leche en el desayuno, pues ya vamos mal de tiempo, ya hemos tenido bronca y ya tenemos que ir a paso rápido y ligero. Entonces es el papá o la mamá el que  va con el niño de la mano. Pero el niño va literalmente volando. Esta mañana, delante de mí pues iba a un papá hacia el colegio con un pequeño, quizá de tres años, no lo sé muy bien,  porque yo calculo mal. El que marcaba el ritmo era el crío con su paso lento, corto para todo. Los iba a adelantar pero no les adelante. Me quedé detrás un poco. Quizá es una tontería, pero me conmovió. Me removió ver como un tipo hecho y derecho por amor se adapta al paso del niño. Se adapta al paso de su hijo. Pensé que también Dios nos toma de la mano y va a nuestro paso. Tu señor me tomas  de la mano y vas a mi paso.  Un paso que tantas veces es torpe.

En cola del supermercado

Es un Dos paciente. Un Dios que sabe esperar. Además, Señor, quiero darte las gracias porque siempre has tenido paciencia conmigo. También yo debo aprender a ser paciente con los demás. A ser paciente con las circunstancias de la vida, con lo que entiendo, con lo que no entiendo, con lo que me llega. Hace unos días estaba en la cola del supermercado para apagar y había una anciana que había volcado el monedero en la caja. Ya estaba contando un montón de moneditas pequeñas. Una vez parecía que sobraba dinero; otras veces que faltaba. Bueno, no había quien se aclarase y alguien en la cola resopló un poco como con cierta impaciencia. La abuela se dio cuenta y se puso como más nerviosa. En ese momento la cajera, con una voz serena y cálida, le dijo: “Señora, no se preocupe, tenemos todo el tiempo del mundo”. La abuela, levantando los ojos, miró con agradecimiento a la cajera y de repente el dinero cuadro. La vida exige paciencia y quien no ama la vida, ni a los demás,  no tiene paciencia.

El Señor sabe esperar

Estamos ya en los últimos días, en la última semana del tiempo de adviento,  que es tiempo de espera. Por lo tanto tiempo para saber esperar. Para respetar los tiempos. Nuestro Señor, como cualquier criatura,  estuvo nueve meses en el seno de su madre, en el seno de La Virgen. Luego al nacer pues tuvo que aprender a andar, a hablar todo. Y luego empezaría ya a trabajar en el taller de San José. Al principio quizá molestando más que ayudando;  pero San José, mirándole con mucho cariño. Pasa el tiempo y a los 30 años empieza a la vida pública. Jesús respeta los tiempos, tiene paciencia, no es impaciente.  En el evangelio leemos lo que nos cuenta San Mateo, la anunciación. San José que está desconcertado, que se da cuenta que La Virgen está embarazada. No entiende lo que pasa. Y un ángel en sueños le explica lo que pasa. Le explica el plan de Dios. Porqué María no había dicho nada a José. Ella quería a San José. Le quería un montón, como ninguna mujer había querido a su esposo y ninguna querrá así. María sufriría con el desconcierto de José por su embarazo. Sin embargo, ella entendió que no debía decir nada José y no dijo nada. Supo esperar. Pasaba el tiempo,  su embarazo empezaba a ser evidente y parecía que Dios no hacía nada, no actuaba. Dios nos concede tiempo para que aprendamos a esperar. Tiempo para decirte Señor que me sigo fijando de ti. Tiempo para identificarme con tu voluntad. Tiempo en el que no sé qué va a pasar o qué va a ser de mí. Tiempo en el que yo maduro como persona y como cristiano en mí fe. Tiempo en el que aprendo a amar a los demás con sus deficiencias, con sus limitaciones, con su lentitud, con su manera de ser. Y si no hubiera, si no existieran estos tiempos; si yo no aprendo a vivirlos, a respetarlos; si no existieran estos tiempos me perdería grandes cosas.

Ser pacientes como María

María -y San José también-, ella no fue impaciente. María supo esperar. Señor,  te pido que yo sea paciente con los pasos cortos de los niños. Que yo sea paciente con los ancianos. Que sepa respetar sus tiempos. Que sea paciente con los adolescentes y sus tonterías. Y si eres joven, si eres adolescente, se paciente con tus padres que están un poco pesados. Que yo sea paciente con lo que me hace sufrir. Que sea paciente Señor conmigo mismo en la lucha por las virtudes, en las que voy avanzando un poco a trancas y barrancas. Y este ser pacientes no quiere decir que no tengamos urgencia en el amor. Al revés. Decía Benedicto 16 que la paciencia es la forma cotidiana del amor. A la vez por lo tanto tenemos urgencia por amar. Urgencia por ser santos. Pero necesitamos tiempo. San Josemaría decía que las almas como el buen vino mejoran con el tiempo. Así que Señor que yo respete el tiempo que las almas necesitan también para convertirse, para cambiar. Tiempo de Adviento, tiempo de espera. De saber esperar.

Espera y esperanza

Para la llegada del Mesías tuvimos que esperar todo el tiempo del Antiguo Testamento. Saber esperar y tener esperanza. Tener esperanza porque no sé por qué nos ha nacido un redentor. Así que es bueno que saquemos un propósito. Un propósito para el día de hoy y con la gracia de Dios. Con la ayuda de Dios, con la intercesión de San José y La Virgen. ¡Pues venga, vamos a intentar sacarlo adelante! Por ejemplo, Señor, que hoy no sea impaciente. Que hoy no pierda la paciencia. Quizás piensas que hoy es muy largo, son muchas horas y hay muchas situaciones. Imposible no perder la paciencia en algún momento con mi hijo, con mi madre, en mi trabajo, en la enfermedad, en lo que sea. Muy bien. Pues quizá el día de hoy te parece muy largo. Bueno, vamos a ser pacientes de seis de la tarde a nueve de la noche. Tres horas. Quizás todavía te parece mucho. Pues de seis a seis y cuarto de la tarde. Quince minutos. Con la ayuda de La Virgen y San osé vamos a ser pacientes.

Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra: Madre mía  inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda, interceded por mí. Ven Jesús, no te tardes.

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