Nuestra Señora de Copacabana es la Patrona de Bolivia y su fiesta central se celebra el 5 de agosto
La Virgen de la Candelaria de Copacabana, Nuestra Señora de Copacabana o Virgen de Copacabana, es una de las advocaciones más antiguas de la Virgen María en América. En la frontera entre Perú y Bolivia, a orillas del lago Titicaca se encuentra la Basílica y Santuario de Nuestras Señora de Copacabana. Su fiesta se celebra el 2 de febrero y el 5 de agosto en Copacabana, Departamento de La Paz, Bolivia. Fue coronada en 1925 y declarada Reina de la Nación.
El culto a la Virgen de Copacabana surgió en 1583 en el pueblo de Copacabana, a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, y a 139 km de la ciudad de La Paz, y recostado sobre una colina, donde la península de Copacabana se adentra en el lago Titicaca, Bolivia, acercándose a las islas del Sol y de la Luna, antiguos lugares sagrados para los pueblos Aymará e Inca.
Durante la colonización, la ciudad de Copacabana formaba parte del llamado Collao o Provincia de Chucuito. La evangelización se le encomendó a la Orden Dominica entre los años 1539 y 1574. Ellos estuvieron a cargo de la primera Capilla de Santa Ana. Es bueno recordar que los dominicos, como orden mariana, transmitieron una profunda devoción a la Virgen María en la región. Ellos eran, desde 1530, los custodios del santuario mariano más importante de España, el de Nuestra Señora de la Candelaria en las Islas Canarias.
En el momento de la conquista en la región existían dos señoríos Aymaras: los Anansayas y los Urinsayas. A pesar de haber recibido la fe cristiana, los Anansayas y los Urinsayas vivían apegados a su religión primigenia. Las malas cosechas y otras desventuras los obligaron a pensar en atraerse los favores del cielo y resolvieron los Anansayas erigir una cofradía y ponerla bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria. Se opusieron los Urinsayas alegando que ellos tenían pensado dedicarla a San Sebastián, pero al final no se hizo nada.
Un hombre llamado Francisco Tito Yupanqui, descendiente del inca Huayna Cápac, no abandonó la idea y concibió el proyecto de labrar una imagen de la Virgen pensando que una vez hecha y trasladada al pueblo sería más fácil establecer la cofradía propuesta. Este escultor aficionado, ayudado por su hermano Felipe, trabajó la imagen de la Virgen en arcilla, de una vara de alto y por los resultados, esta imagen debió representar la buena voluntad alejada de las gracias naturales de María. Fue colocada a un lado del altar por el párroco, Padre Antonio de Almedia. Tiempo después se produjo un cambio de sacerdote y el nuevo párroco, al ver esa imagen desgarbada, tosca y sin proporciones, mandó sacarla del altar y llevarla a un rincón de la sacristía.
Humillado Francisco Tito por este contratiempo y aconsejado por los suyos, se fue a Potosí, donde había destacados maestros en escultura de imágenes sagradas. Llegó a adquirir en el taller del Maestro Diego Ortiz, cierto dominio en la escultura y en la preparación de la madera. Con esos conocimientos resolvió trabajar la imagen definitiva de la Candelaria. Buscó por todas las iglesias de Potosí una imagen de la Virgen que pudiera servirle de modelo, encontrando en el Convento de Santo Domingo a la Virgen del Rosario. Se fijó en ella con suma atención para grabarla en su mente y antes de comenzar su trabajo, hizo celebrar una misa en honor de la Santísima Trinidad, para obtener sobre su obra la bendición divina.
Después de un tiempo, los Urinsayas admitieron fundar la cofradía, pero no aceptaron la estatuilla labrada por Yupanqui, por lo que éste empezó a buscar comprador. En La Paz, la imagen llegó a manos del cura de Copacabana quien decidió llevar la imagen al pueblo. El 2 de febrero de 1583, la imagen de María, llegó a los cerros de Guacuyo, lo que hace de este santuario mariano uno de los más antiguos de las Américas, junto a los de Guadalupe en México y Cocharcas en Perú. Todo el pueblo salió gozoso a recibirla y con gran alegría la condujeron a la Iglesia donde se celebró una misa en su honor.
Descripción de la imagen de Nuestra Señora de Copacabana
El cuerpo de la imagen está tallado en madera de maguey y está totalmente laminado en oro fino y en sus ropajes se reproducen los colores y las vestiduras propias de una princesa inca. Mide aproximadamente 1 metro de altura, incluida la peana. Su forma original está permanentemente cubierta por lujosos mantos y trajes superpuestos a la talla, luciendo además una larga peluca de pelo natural. Con la mano izquierda estrecha a su Hijo y con la derecha sostiene la canastilla de la ofrenda, la vela o candela y un bastón de mando, regalo y recuerdo de la visita que en 1669 le hizo el Virrey del Perú. El detalle que rompe la verticalidad y estatismo de la imagen es el Niño que parece moverse alegremente, tratando de escapar de las manos de la Madre. El rostro moreno tiene un porte de serena majestad y belleza. Aunque está inspirada en una imagen europea, en la Virgen de Tito Yupanqui hallamos algo de rasgos indígenas.
La imagen original nunca sale de su santuario y para las procesiones se utiliza una copia de la misma. Es típico del santuario, que los que visitan salgan de él caminando hacia atrás, con la intención de no darle la espalda a su querida Madre cuya fiesta se celebra el 2 de febrero, día de la Purificación de María o fiesta de la Virgen de la Candelaria, pero, también se celebra el 5 de agosto, con liturgia propia y gran celebración popular.
El primer milagro
En su libro “La historia de Nuestra Señora de Copacabana” el historiador boliviano Alonso Ramos Gavilán asegura que el primer milagro de la Virgen de Copacabana fue con el niño Jesús en sus brazos. El niño estaba muy levantado sobre el pecho de la Madre, de manera que al colocársele una corona quedaba cubierta gran parte del rostro de la Virgen. El cura Montoro exigió al entallador una inmediata solución al caso.
Tito Yupanqui estaba muy afligido, pero había decidido reparar la posición del niño, y solicitó bajar la imagen del altar. Pero entonces ocurrió el milagro: “hallaron al niño reclinado, y como desviado de la suerte que está el día de hoy, sobre brazo izquierdo de la Madre, y también puesto, que en ninguna manera estorba la vista del virginal y materno rostro.” «(Ramos Gavilán, 1972:129).
Construcción del Templo Mayor
Desde un principio la imagen cobró fama de ser milagrosa, lo cual se extendió por toda la comarca y el Virreinato. Los padres Agustinos construyeron la primera capilla Mayor, entre los años 1614 y 1618.
El Virrey de Lima, Conde de Lemos, apoyó moral y económicamente la construcción de la Basílica desde 1668 y asistió a la inauguración de la misma en el año 1678.
La actual Basílica data del año 1805 y la imagen fue coronada durante el pontificado de Pío XI en 1925.
Con el paso del tiempo los fieles donaron, para adorno de la imagen, gran cantidad de valiosas joyas y el templo se llenó de regalos y tesoros. Cuando se independizó Bolivia en el año 1825, existía un ascendiente y permanente presencia de la Virgen de Copacabana, en la fe de todo el pueblo. Sin embargo, en el año 1826 el Presidente de la República de Bolivia, el Mariscal Antonio José de Sucre, expropió todas las joyas coloniales del tesoro del Santuario de la Virgen para fundirlas en las primeras monedas de oro y plata de Bolivia.
Nuestra Señora de Copacabana favorece el encuentro entre mujeres y hombres que visitan su Santuario para mirarla y reconocerse, haciendo fluir desde la memoria y el corazón, una variedad de historias sobre milagros e intercesiones que la Virgen Morena propició.
Consagración de Bolivia a la Virgen de Copacabana – Oración de Su Santidad Juan Pablo II
El martes 10 de mayo de 1988, el entonces Papa Juan Pablo II consagró Bolivia a la Virgen de Copacabana en la ciudad de La Paz, capital del país. La oración es la siguiente:
Madre santísima de Copacabana,
al concluir esta celebración litúrgica
en la que hemos orado unidos
por las familias bolivianas,
imploro sobre ellas tu protección maternal.
Tú, que desde tu santuario nacional
acompañas con mirada bondadosa el caminar de este pueblo,
alienta con tu intercesión poderosa
a las familias de Bolivia,
que hoy confío a tus cuidados.
Protege e inspira
a las madres de familia de esta noble tierra,
que con dedicación admirable atienden
y dan consistencia a sus hogares,
guían a sus hijos por el camino del bien
y buscan su dignidad en lo cristiano y en lo humano.
Ilumina también a los padres
para que sepan ser siempre, en su vida familiar y social,
ejemplos de rectitud,
educadores responsables de sus hijos,
modelo de respeto a los valores religiosos y morales
que hacen estable y sana la familia.
Cuida en especial de los hijos para que, a imitación de Jesús,
crezcan en edad, en sabiduría y en gracia,
recibiendo y difundiendo en su propio hogar
el amor y el respeto entre todos.
Modela su corazón joven
a fin de que, con comprensión y generosidad,
robustezcan la unión familiar,
vivan en obediencia a los principios cristianos
y sean así el apoyo de sus padres
y la esperanza de la sociedad boliviana.
Vela, Madre, con particular ternura
sobre las familias campesinas, que sufren el azote de la pobreza,
sobre los hogares de los mineros,
sobre los relocalizados, los que no tienen pan ni trabajo,
los más pobres y abandonados,
para que experimenten tu consuelo
y la solidaridad de los demás.
Enseña, finalmente,
a todos tus hijos bolivianos,
sin distinción de origen étnico o extracción social,
la fidelidad a la fe cristiana,
la valentía en la adversidad,
la convivencia de la idéntica dignidad de hijos y hermanos,
el empeño para mejorar la patria común,
el compromiso por la honestidad y la justicia,
la esperanza en un mundo nuevo
en el que reinen de veras el amor y la paz. Amén.
Oración a la Virgen de la Candelaria de Copacabana
Oh, Gloriosa Reina, Santísima Virgen de Copacabana,
Madre admirable que desde tu Santuario
y a través de tu santa Imagen
nos deleitas con tu belleza radiante y sereno rostro
y nos cuidas e iluminas en nuestro caminar,
llena con tu amor maternal nuestras vidas,
danos el consuelo que tanto precisamos
y ayúdanos a superar las pruebas e infortunios.
Oh, dulce y tierna Señora de la Candelaria de Copacabana
no te apartes de mí, dame fuerza y protección,
llena mi vida con tu mensaje de amor,
y, con tu infinita bondad y fiel amparo,
levanta de mi todo sufrimiento y aflicción.
Oh, Nuestra Señora de Copacabana,
que siempre muestras tu clemencia y eres auxilio eficaz,
que derramas tus bendiciones y milagros
a los que te invocan y reclaman tu misericordia,
que atiendes a los que confiadamente solicitan tu ayuda,
por la gloria de Dios, tu honor y bien de mi alma
quiero que pidas al Señor que aclare mi oscuridad
y permita que se soluciones mis angustias, mis problemas,
pide, Madre del Señor, una bendición especial para mí.
Oh, mi Virgencita milagrosa, Señora de los imposibles,
en nombre del poder sin límites que el Padre te otorgó,
media para que sea concedido este difícil favor
que con toda mi fe deposito en tus dulces manos:
(decir con gran esperanza lo que se necesita conseguir)
Oh, divina y bienaventurada Madre nuestra,
oh, clemente, oh, dulce Virgen María,
compadécete de mí en mis necesidades,
Tú, que eres sosiego en nuestras penas
y alivio en la adversidad,
dígnate, queridísima Madre, atender mis súplicas,
guárdame en tu corazón desbordante de gracias,
aléjame de todo mal y peligro
y enséñame a ser mejor cada día.
Haz que pueda imitar tu humildad,
y que viva más unido al Cielo con todos mis sentidos
para merecer la bendición y favor de tu hijo Jesucristo
que vive y reina con Dios Padre
en unidad del Espíritu Santo.
Dios por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Rezar la Salve, Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración
Mi bella y perfecta madre, Señora de Copacabana,
no te alejes, tu vista de mí no apartes,
ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes
y ya que tanto me proteges como verdadera Madre,
haz que mis penas sean recibidas con afecto en el Cielo,
haz que me bendiga el Padre Todopoderoso,
me bendigan el Hijo y el Espíritu Santo.
Así sea.