Manos llenas de gracia y misericordia
Por la señal de la Santa Cruz+
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Oración inicial
¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, que te apareciste a santa Catalina Labouré en actitud de “mediadora”, para el mundo entero y cada alma en particular, entregamos a tus manos y confiamos a tu corazón nuestras súplicas. Dígnate presentarlas a tu Divino Hijo y concédenos lo que te pedimos, si está conforme a la voluntad Divina y útil a nuestras almas. Amén.
Lectura bíblica del séptimo día:
“Y después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí” Mateo 19, 15
Las manos abiertas de María son para que nosotros alcemos las nuestras, y las crucemos, para que su calor de Madre, caliente y anime las nuestras, muchas veces temblorosas, frías e inseguras. En ellas hallarán acogida, cariño, confianza.
Sus manos luminosas extendidas, que emanan rayos como señal de la misión que tiene como Madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo, y a quienes las pidan. Porque a nuestra Madre le agradan las súplicas que le hacemos y con mucho amor las atiende.
La Virgen de la Medalla Milagrosa es la Madre de la Divina Gracia, que quiere confirmar y afianzar nuestra fe en su omnipotente y universal mediación.
Pidamos con fervor, humildad y perseverancia, y María Inmaculada nos concederá.
- Pedir la gracia que se desea alcanzar de la Virgen de la Medalla Milagrosa en esta novena.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final
Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa eleva tus manos al Señor y vuélvelas luego hacia mí, Virgen poderosa. Envuélveme en los rayos de tus gracias, para que, a la luz y al calor de esos rayos, me vaya desapegando de las cosas terrenas, y pueda marchar con gozo en tu seguimiento, hasta el día en que me acojas en las puertas del cielo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. +