“Nosotros trabajamos por la justicia”
Hoy 16 de noviembre se conmemora a San Roque González de Santa Cruz y sus compañeros mártires.
Nacido en Asunción, Paraguay, en el año 1576. Durante los primeros años de su vida aprendió a hablar el guaraní y a trabajar el campo. Ambas cualidades le fueron de gran utilidad en su futura labor evangelizadora. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal siendo uno de los primeros presbíteros diocesanos ordenados en la región de Río de la Plata.
Al inicio, su labor pastoral se centró en la atención a los indígenas, a quienes amaba entrañablemente. Ocho años más tarde fue nombrado párroco de la Catedral de Asunción por el Obispo Martín Ignacio de Loyola. Su abnegada dedicación a los demás, junto con su espíritu práctico le mereció el cargo de provisor y vicario general del Obispado.
Sin embargo, en medio de estos progresos y reconocimientos, el Padre Roque experimentaba una gran nostalgia por su labor con los indígenas. Así, el 9 de mayo de 1609 abandonó sus cargos y privilegios para ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús, ganando para Cristo a los pueblos indígenas abandonados, fundando las llamadas «reducciones»
Su gran labor misionera comenzó en la reducción de San Ignacio de Loyola. En ella los indígenas aprendían trabajos manuales y las primeras letras, y se les instruía en la doctrina católica. Los misioneros llevaban la paz de Cristo a esos territorios respetando las tradiciones culturales de los nativos. Su anhelo de llevar el evangelio a sus “nuevos hijos”, como él solía llamarlos, le llevó a emprender la fundación de 10 reducciones más. El 22 de marzo de 1615 fundó una reducción en Itapúa (actual ciudad de Posadas, Argentina) y luego fue por la que es hoy Encarnación, Paraguay. Por eso se le reconoce como fundador y patrono de ambas ciudades.
A pesar del bien que los misioneros realizaban en la región, su labor inquietaba a los hechiceros, que los veían como una amenaza para sus supersticiones. En noviembre de 1628, mientras el Padre Roque, el Padre Alfonso Rodríguez y el Padre Juan del Castillo trabajaban celebrando misa en la reducción de Caaró (hoy día en Brasil), un hechicero llamado Nezú organizó una revuelta. En ella los indígenas asesinaron a los misioneros con sus italaás (una especie de hacha) y los quemaron pero milagrosamente, quedó intacto el corazón del Padre Roque. Este corazón tan lleno del amor divino para todos los hombres, se mantuvo incorrupto. Cinco años más tarde fue llevado a Roma junto con el instrumento del martirio: un hacha de piedra para examinarlos. Posteriormente fueron trasladados a Paraguay en 1960 tras una breve estancia en Argentina. Ahora están expuestos en la Capilla de los Mártires en el colegio de Cristo Rey, Asunción, Paraguay. En la misma capilla hay una placa con los nombres de 23 misioneros jesuitas martirizados en la región.
Es importante mencionar que ninguno murió a manos de los indios guaraníes de las reducciones sino por miembros de otras tribus “los paulistas» que eran cazadores de esclavos procedentes Brasil, y tenían a los Padres por enemigos porque defendían a los indios y esclavos de sus injusticias.
En 1934 Roque González de Santa Cruz y sus dos compañeros mártires, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, fueron beatificados por el Papa Pío XI. San Roque y San Alonso y San Juan fueron canonizados por su Santidad Juan Pablo II en su visita al Paraguay, en la ciudad de Asunción, Mayo de 1988.
“Santos Roque, Alfonso y Juan, rogamos a ustedes nos den la fuerza para llevar el mensaje de Dios en palabra y acciones a donde nos lleve el camino, con la fuerza, convicción y valentía que ustedes lo hicieron para que nuestro Padre Dios gane más corazones, que así sea y hasta el cielo no paramos”
Bibliografía.