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María Teresa Badano: «Le hago preguntas a Chiara y siento que con todo su amor me responde»

por Carolina Guadalupe Betique
mamá y amiga de chiara badano en el erj

La mamá y la mejor amiga de la joven beata relataron su historia de santidad y alegría.

María Teresa Badano y Chicca Coriasco, la mamá y la mejor amiga de la beata Chiara (Clara) “Luce” Badano brindaron un emotivo testimonio frente a 1700 jóvenes reunidos en la ciudad argentina de Concordia. Fue en el marco del I Encuentro Regional de Juventud (ERJ), que a fines de septiembre de 2019 convocó a peregrinos de ocho diócesis del litoral del país.

La disertación tuvo lugar en un gimnasio repleto de gente con remeras y accesorios de colores. El escenario estaba coronado por un gran cartel con la frase «Alegrate, Jesús va con vos» y, sobre el telón de fondo, había una ilustración de Chiara y otra de San Felipe Neri. Una réplica de la imagen de la Virgen del Rosario de San Nicolás estaba ubicada a la derecha de las mujeres y un crucifijo de madera las custodiaba por el otro lado.

Chicca Coriasco y María Teresa Badano

María Teresa y Chicca se expresaron en italiano, su lengua natal, y dos traductoras actuaron como intermediarias entre las invitadas y el auditorio que hablaba en español. Así, con humildad y respeto, las intérpretes pusieron sus dones al servicio de Dios.

«Estoy un poco emocionada», confesó la mamá. Aferrada al micrófono y a su fe, luego indicó: «A todos ustedes se los confío a Chiara, son muchos, pero en mis oraciones y en mi corazón estarán cada día; se los confío para que los acompañe en las opciones que hagan, en el camino de cada uno, para que vivan siempre en la alegría y en el amor».

Uno de los mensajes que transmitieron las mujeres es que la beata fue una joven como muchos de los que participaron del ERJ. Refirieron a su gusto por el deporte, a sus chistes y juegos, a sus días en la escuela. De alguna manera, la presentaron como «una santa de jeans y zapatillas», como plantea un conocido poema anónimo que circula por las redes. Era una chica a la que le gustaba divertirse y pasear con amigos.

Darío, un peregrino que participó de la charla, señaló que «a veces creemos que los santos tuvieron vidas de película que nunca podrían ser llevadas adelante en el mundo actual, pero el testimonio de Chiara enseña que la santidad consiste en saber escuchar a Jesús y entregarle lo cotidiano». Antes que repetir citas bíblicas encadenadas, ella prefería «dar al Señor» con detalles y buenas actitudes, según contó su mamá.

«Amás hasta el último minuto»

Chicca fue quien en 1981 invitó a Chiara a formar parte del movimiento de los Focolares, una obra católica fundada en 1943 con el fin de promover la fraternidad entre distintos credos religiosos durante la posguerra. A sus nueve años de edad, la hoy beata quedó encantada con el grupo de personas que conoció y decidió quedarse.

Las niñas crecieron a la par. En el ERJ, Chicca compartió que solían pasar horas conversando sobre sus sueños y proyectos. Relató que su amiga anhelaba casarse con un hombre y tener hijos, así como trabajar de azafata de avión y conocer distintos lugares del planeta. Aseguró que se había propuesto acercar la Palabra de Dios a quienes no la conocían y que le interesaba misionar en el continente africano.

Sin embargo, cuando le dieron la noticia de que padecía un cáncer agresivo y terminal, Chiara debió dejar de lado la mayoría de sus planes. María Teresa manifestó que su hija volvió del hospital abatida y caminando de manera lenta, «como si quisiera alejar el tiempo». Con la voz quebrada, narró que cuando le preguntó cómo le había ido, sin mirarla ella se limitó a decir: «Ahora no me hables». Luego se tiró en una cama y permaneció en silencio.

Parte del testimonio de María Teresa
Badano y Chicca Coriasco

«Por la expresión de su cara, veía la lucha que Chiara libraba por dentro para dar su sí a Dios, como tantas otras veces lo había hecho», sostuvo la mamá. Ante un público que la miraba con ganas de abrazarla, agregó: «Transcurridos 25 minutos de sufrimiento, ella se dio vuelta hacia mí y me dijo con la sonrisa de siempre: ‘Ahora podés hablar'». Aceptó la voluntad divina y nunca más dio vuelta atrás.

A medida de que la enfermedad avanzaba, ella exclamaba: “¡Por ti, Jesús, si lo quieres tú, lo quiero también yo!”. Estaba convencida de que los planes de Dios son mejores que los nuestros. Como comentó Matías, otro participante del ERJ, «por lo que escuchamos, la joven fue permitiendo que Cristo transfigure sus dolores en experiencias de consolación». Así, cargó su cruz con alegría y contagió ese estado de gracia a todo aquel que la visitaba.

María Teresa mencionó que un día, mientras Chiara estaba internada, decenas de adolescentes la esperaban en el pasillo para saludarla. La mamá no estaba de acuerdo con dejarlos pasar porque consideraba que así arriesgaría aún más la salud de su hija, pero ésta le pidió que les abriera la puerta para poder verlos y hablarles. Algo conmocionada, la mujer accedió y le dijo: «Vos amás hasta el último minuto».

La respuesta inmediata fue: “Quisiera entregarles a los jóvenes la antorcha, como se hace en las olimpíadas, que uno corre con ella y en un momento se detiene y la toma alguien más». Hoy, continuar esa posta tiene tanto de desafío como de bendición. En palabras de Chiara: «Vida hay una sola y vale la pena gastarla bien».

La hoy beata no le tenía miedo a la muerte. Más bien, confiaba en que el cielo es un sitio en el que reina la paz, un estado hermoso del alma. Al respecto, Matías advirtió una similitud entre el gozo de esta joven en sus últimos meses de vida y el de la Virgen María en el ocaso de la suya, en el sentido de que «ambas deseaban llegar al lugar que el Señor nos prepara y para el cual nos prepara».

Las mujeres contaron que cuando Chiara falleció, «el dolor era demasiado fuerte» y sólo se atenuó con la oración. En el funeral todo se hizo según ella lo había previsto. Se tocaron canciones alegres y una multitud de personas colmó la parroquia local. Cuando afloró la tristeza, sus familiares evocaron las reflexiones y pedidos de la muchacha.

En eso, una peregrina del ERJ preguntó a las disertantes cómo hacen para «sobrellevar la pérdida», cómo siguen adelante tras la muerte de un ser tan querido. María Teresa contestó primero: «Tal vez no les parezca verdad, pero la sentimos muy cerca y por lo tanto está siempre con nosotros. Con frecuencia le hago preguntas a Chiara y siento que con todo su amor me responde». Chicca coincidió. «Era muy bromista y me sigue haciendo bromas desde el cielo. En momentos difíciles, siento que ella me dice que no me desanime y cuando caigo, me recuerda que hay posibilidad de volver a empezar”, señaló.

«Sos Iglesia y sos de todos»

María Teresa contó además cómo vivió la beatificación de su hija y lo que sintió en relación a un comentario del pasado: «Una persona me dijo: ‘Chiara no es más hija de ustedes’, y yo sentí un poquito de dolor; ‘siempre va a ser nuestra hija’, pensé. Pasó bastante tiempo y creí haberla perdonado, pero recién lo hice durante la ceremonia». Con un tono enérgico, se explayó: «En la misa, una tela cubría una foto grande de Chiara y la fueron destapando de a poco. Lo primero que vi fueron sus ojos, y después su sonrisa. Entonces le dije ‘Chiara, ahora andá, te dejo ir, porque siento que no sos solo nuestra, sino que sos Iglesia y sos de todos'».

Esta beata es el fiel testimonio de que se puede ser luz en tiempos difíciles si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. Como afirmó Matías, ella «falleció cuando muchos de los jóvenes de hoy eramos niños» y tal contemporaneidad abre una puerta a la empatía. Tomemos sus actitudes como ejemplo para afrontar el día a día con verdadera alegría.

Himno e imágenes del ERJ 2019

Para más información sobre la vida de Chiara y la fundación que hoy dirigen sus seres queridos, podés ingresar a www.chiarabadano.org

Fotos: Página oficial de Chiara Badano y Prensa ERJ

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