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La iglesia rupestre de Budapest

por Horacio Espinosa

Budapest es una ciudad llena de palacios y templos muy bellos. Hoy, sin embargo, centraremos nuestra mirada en una iglesia sin tanto lujo material en su interior, pero desbordante de espiritualidad.

Varios peregrinos húngaros que habían visitado la Gruta de Lourdes, en Francia, quedaron tan deslumbrados por el lugar que tuvieron la idea de crear algo similar en su querida Budapest.

Así fue que, conociendo la existencia de unas cuevas en el lado sur del Monte Gellért, decidieron ampliarlas. Para ello usaron la dinamita que una antigua empresa minera había dejado en el lugar. De esa manera, el único arquitecto que tuvo el templo fue el Señor, ya que no se hicieron modificaciones a las perforaciones en la roca que surgieron del estallido original.

Desde sus comienzos, la iglesia fue administrada por monjes paulinos, cuya orden es la única congregación de Fe nacida en Hungría. La aparición de estos ermitaños en ese país fue un suceso paralelo con la llegada del cristianismo. Vivían junto a arroyos y en montañas de manera pacífica, alejados de la civilización. Aunque no tenían ninguna jerarquía específica, debían obedecer las disposiciones de los obispos de las diócesis donde habitaban.

La iniciativa de formar la orden se atribuye al beato Eusebio, quien solicitó al papa Urbano IV que permita a la comunidad vivir bajo la Regla de San Agustín. De esta forma, en 1263 el papa confió a Pablo, obispo de Veszprém que, si consideraba que la orden podía sostenerse por sí misma, fuese reconocida. La cuestión fue que el obispo húngaro consideró que solamente podían llevar adelante tal vida monástica los siete religiosos que había en ese momento. No obstante, en 1308 el cardenal Gentilis, enviado del papa Clemente V, permitió a los paulinos seguir la regla agustiniana y un año después se constituyó formalmente la orden.

Los bienes netos de la orden paulina fueron creciendo hasta que en el siglo XVIII eran en extremo abundantes y, en gran medida, su éxito se basaba en sus habilidades financieras. Sin embargo, el emperador germánico José II de Habsburgo, quien era también rey húngaro y deseaba germanizar ese país consideró que los monjes no eran útiles a sus planes. En tal sentido, el 7 de febrero de 1786 confiscó sus vastos territorios y abolió sus privilegios.

En 1790, Pablo Ladislao Esterházy, uno de los miembros de la orden paulina se convirtió en obispo de Pécs, y con dificultad se resignó a la disolución de la orden. Remodeló la iglesia paulina de Püspökszentlászló, y construyó un monasterio disfrazado de residencia obispal de veraneo, en donde permitió que sus hermanos continuaran con su estilo de vida de manera secreta. Se sabe que estos eremitas vivieron en esa residencia hasta mediados del siglo XIX.

Luego de 1819, cerraron las residencias paulinas en la provincia de Prusia-Polonia y en 1864 en la de Rusia-Polonia. Solamente quedó funcionando la más importante de ellas, la de Częstochowa y el monasterio principal de Cracovia. Luego de varios intentos infructuosos, la orden logró conseguir la capilla en la cueva de la montaña Gellért en Budapest en 1934.

Como eran tiempos de guerra, el templo fue usado como hospital de campaña, e incluso como escondite de los perseguidos por el régimen nacional socialista. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, Hungría fue invadida por los ejércitos soviéticos, se instauró un gobierno comunista y en 1950 los soviéticos dispusieron la disolución de la orden paulina.

En la Pascua de 1951, la policía secreta comunista irrumpió violentamente en la capilla en la cueva de la montaña Gellért en Budapest, y reunió a los religiosos paulinos. Algunos consiguieron escapar y mezclarse entre la gente, pero no todos lograron evadir el peligro. La entrada de la cueva fue sellada con un muro de concreto de dos metros de grosor y luego de un breve encarcelamiento fue ahorcado el monje piror paulino Ferenc. En 1958, el monje Ferenc Kováts, que también había sido capturado, fue asesinado a golpes.

A pesar del muro de concreto, la actividad en el templo siguió: se instaló allí un refugio para disidentes del régimen y perseguidos por algún motivo.

Para 1979, la orden paulina seguía existiendo en el extranjero. Luego de la caída del régimen comunista soviético en 1989, la iglesia en la cueva de la montaña Gellért fue rescatada y desde entonces recibe a peregrinos de todas las latitudes.

Entre las cuevas, el Señor

Para ingresar a la iglesia hay que subir por el camino que empieza al lado del hotel y baños termales Gellért. A la derecha, hay un pequeño sendero que va casi de manera directa hasta la puerta del templo.

El portal de la iglesia no es más que una cavidad grande en la roca precedida por rejas. Uno entra a la cueva original, y a partir de allí se va adentrando en los huecos caprichosos de la dinamita, o mejor dicho, en los designios del Señor al diseñar su lugar.

Desde la entrada se pueden ver dos cuevas: la de la derecha es la nave principal y la de la izquierda, la capilla de Adoración.

En este templo, las devociones del pueblo polaco tienen un lugar preponderante. Hay una imagen de la muy venerada Virgen de Częstochowa, comúnmente conocida como Virgen Negra de Polonia, junto al águila, que es símbolo de ese país. Además, no muy lejos de allí hay una obra artística en la que está representado San Maximiliano Kolbe, sacerdote polaco que en su momento también pasó por este templo.

El altar principal -siempre dentro de la montaña-, es muy sencillo y muy sentido a la vez. Este espacio no es más que una cueva un poco más grande a las demás. Realmente, la iglesia es impresionante, se nota la mano del Señor en cada pared.

La visita

Este fue un viaje pensado como experiencia turística y religiosa. Así fue que tratamos de encontrar nuestro lugar de oración y, en los mejores casos, tener la oportunidad de compartir la Eucaristía, en cada ciudad que recorrimos.

Encontrar esta iglesia no fue nada fácil. Aunque sabíamos de su existencia en Budapest, nos costó llegar ya que no es uno de los puntos más visitados de la ciudad. Ya allí, ingresamos casi como turistas, al punto de que adquirimos un audio guía porque no sabíamos con certeza de qué se trataba el sitio en el que estábamos. (https://fooplugins.com)

Nos adentramos en la cueva y nuestra sorpresa fue aumentando poco a poco. Primero vimos un video sobre la historia de la iglesia -en el que aparece parte de lo aquí relatado-. Después, pasamos por un pequeño pasillo que nos condujo a una de las capillas pequeñas dedicada a Santa Isabel de Hungría.

Moviéndonos por los pasillos, llegamos a la capilla de Polonia. Esta parte del templo fue especial. Las señales llegaron de a poco, la virgen de Częstochowa y San Maximiliano Kolbe nos estaban esperando, como anticipando nuestra visita a sus lugares de origen.

Un poco más adelante, ingresamos al corazón de la cueva y llegamos a la nave principal, que consiste en un gran espacio con sillas y un bello altar. A un costado, hay una capilla dedicada a la Virgen de Fátima.

Por último, visitamos la capilla de Adoración, donde pudimos orar en el silencio inmenso de la montaña, lejos de todo ruido externo, con poca luz, un encuentro íntimo con el Señor. Nos sentimos acogidos por la creación, dentro de la montaña éramos como pequeños niños en el útero de su madre, escuchando la voz del Padre.

Tips de Viajero

• El ingreso al templo sólo es gratuito en los momentos de celebración. De todas maneras, el precio es simbólico e incluye una audio guía que ayuda en todo el recorrido a comprender los significados de todos los detalles.
• La iglesia se encuentra un poco alejada del resto de monumentos de Budapest. Sin embargo, ofrece muy buenas vistas del Puente de la Libertad.


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