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Compartir en Navidad con quién menos tiene

por Lorena Bais
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Se acerca la Navidad y una vez más escucharemos frases que suenan un poco desgastadas, seguramente nacen de buenas intenciones y expresan los mejores deseos, pero en algunos contextos hasta pueden ser difíciles de decir o de escuchar. Solo movidos por una fe confiada y sincera podemos hablar de paz en algunos lugares del planeta, solo impulsados por una gran esperanza es posible desear felicidad en algunos campos de refugiados, solo con mucha caridad podemos admirar la pobreza de la cueva de Belén en esos sitios en los que la miseria destruye los cuerpos y las almas.

Los cristianos hemos aprendido de boca del Maestro que Dios está en los pobres, “les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt. 25, 40) y por eso allí se encuentra el verdadero pesebre. Los otros, el que pusimos en nuestras casas, o el que vemos en algunas esquinas de nuestras ciudades, o el que decora el consumismo en un centro comercial; esos pesebres solo son figuras, recordatorios del verdadero, de aquel que está en esos sitios en los que la vida de los pobres no parece una frase navideña ni se ilumina con luces de colores.

Dice el Papa Francisco: “a través de gestos sencillos, a través de acciones sencillas y generosas, que honran a Cristo en sus hermanos y hermanas más pequeños, conseguimos que la fuerza de su amor entre en el mundo y lo cambie realmente. Los pobres nos facilitan el acceso al cielo, desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor.”

Si Dios está en los pobres y se identifica con ellos entonces deberíamos acercarnos a la Navidad como lo hizo Moisés a la zarza ardiente. Jesús está presente donde están los pobres, los enfermos, encarcelados y en los que sufren. Jesús está presente y los ama mucho.

Según se relata en el Éxodo aquel día a Moisés en un primer momento lo movió la curiosidad y pensó: “Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?”. Pero al aproximarse escuchó la voz de Dios que le dijo: “No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa” (Ex.3,4). Si Dios está en los pobres debemos “quitarnos las sandalias para acercarnos a ellos” y saber que todo lo que digamos es tentativo y provisorio. Avanzamos por un terreno sagrado.

Deberíamos tener siempre presente, y en especial en Navidad, que habitamos en un mundo que no sabe qué hacer con Dios y por eso no sabe qué hacer con los pobres. La advertencia de no separar lo que Dios ha unido vale también en esta dolorosa cuestión, deberíamos aceptar el desafío: las preguntas sobre los pobres son preguntas sobre Dios, sobre el lugar de Dios en nuestras vidas y nuestras sociedades.

Los pobres son tratados como basura, sin embargo, el Reino de Dios les pertenece y en ellos hay un poder salvador. Son víctimas de la nueva esclavitud que los convierte en inmigrantes, huérfanos, personas sin hogar, marginados. Los pobres son el fruto cada vez más numeroso de una sociedad con fuertes desequilibrios sociales que construye muros y barras en las entradas y que le gustaría deshacerse de ellos; pero también son aquellos que «confían en el Señor» y la Iglesia, como todo cristiano, está llamada a un compromiso particular hacia ellos.

Estamos llamados a “tocar la carne” para comprometernos en un servicio que es la auténtica evangelización. La promoción social de los pobres no es un compromiso externo en el anuncio del Evangelio, por el contrario, muestra el realismo de la fe cristiana y su validez histórica. El amor que da vida a la fe en Jesús no permite a sus discípulos encerrarse en sí mismos, en un individualismo asfixiante, oculto en segmentos de intimidad espiritual, sin ninguna influencia en la vida social.

Dice el Papa Francisco en su Mensaje por la tercera Jornada Mundial de los pobres: “En primer lugar, los pobres necesitan a Dios, su amor hecho visible por las personas santas que viven a su lado, que en la sencillez de sus vidas expresan y resaltan la fuerza del amor cristiano. Dios usa tantos caminos e infinitas herramientas para alcanzar los corazones de las personas. Por supuesto, los pobres también se acercan a nosotros porque les estamos distribuyendo alimentos, pero lo que realmente necesitan va más allá del plato caliente o el sándwich que ofrecemos. Los pobres necesitan de nuestras manos para levantarse, nuestros corazones para sentir nuevamente el calor del afecto, de nuestra presencia para superar la soledad. Simplemente necesitan amor.”

Te propongo unas sugerencias para pensar y ayudar a los pobres, para hacer una Navidad pensando en quién más lo necesite:

  1. Cocina pensando en el verdadero significado de la Navidad, sin desperdiciar, sin necesidad de los excesos. ¡El verdadero significado de la Navidad es la sobriedad!
  2. Si cocinas algún pan dulce, budín o comida, siempre pensá en alguien que puedas ayudar. Regálale ese pequeño gesto. Para ellos es muy importante tu ayuda cercana.
  3. Recordá que las personas que trabajan en un supermercado o en tiendas, también merecen descansar y estar con sus familias, por eso compra todo lo que necesites con anticipación. ¡No dejes todo para último momento!
  4. Si hiciste mucha comida, congelar o freezar aquello que sabemos que no vamos a usar, pero nunca la tires. ¡Recordá que hay muchos que la necesitan y están esperando para comer!
  5. Guarda lo que te sobra en Navidad en recipientes bien cerrados, si se van a comer al otro día o al otro que estén en recipientes donde se conserven bien pero que no se pudran.
  6. Planea una comida a posterior para juntarse con los amigos o familiares y aprovechar todo lo que sobró. ¡Pero nunca tirar!
  7. Ayuda a otros en varias alternativas para llevar en éstas fiestas, medicinas, comida, agua, educación y otros apoyos.
  8. Acércate a tu parroquia y pregunta como podes ayudar a los que más necesiten. En varios países hay muchas opciones, especialmente relacionadas a Cáritas o a San Vicente de Paul.
  9. Si tenés ropa en buen estado, alimentos, o todo lo que no ocupes más, no te olvides de regalarlo. Otros lo necesitan y serán muy agradecidos.
  10. Es importante ayudar a quien necesite, en todo aspecto. Si tu amigo necesita tu oído, regálale tu tiempo. Si necesitan de vos para cocinar, poné todo lo mejor de vos para que la comida sea rica. Si tu familia te quiere temprano para disfrutar de un compartir, no llegues tarde, ellos merecen tu atención.

Y como dice Gloria Estefan en su canción: “Más allá del rencor, de las lágrimas y el dolor brilla la luz del amor dentro de cada corazón. Ilusión, Navidad, con tus sueños a volar, siembra paz, brinda amor, que el mundo entero pide más…”

¡No te olvides que hay personas que te necesitan! ¡Jesús quiere renacer en nuestros corazones! ¡Feliz Navidad!

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