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10 Minutos con Jesús. Hoy: Ponte en forma con María

por 10 Minutos con Jesús

A punto de vivir la Semana Santa, compartimos una de las meditaciones que difunde el equipo de 10 Minutos con Jesús. El equipo de 10 Minutos con Jesús está conformado por sacerdotes y laicos de EE.UU., México, Inglaterra, España, Colombia, Kenya, Filipinas, que hacen posible que miles de personas de todo el mundo pasen 10 minutos diarios de conversación con Jesús a través de WhatsApp, Spotify, Telegram, Instagram, YouTube, Ivoox, Podcast de Apple, Google Podcast.

Señor mío y Dios mío. Creo firmemente que estás aquí; que me ves; que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada,  nos encomendamos especialmente a ti porque el miércoles pasado hemos celebramos la fiesta de la encarnación. Celebramos la fiesta de tu sí. Hoy resuena con fuerza esa respuesta tuya al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Madre mía, en estos diez minutos queremos hacer nuestra esta respuesta tuya y que nos muestres el camino para seguir con esperanza. Para poner en forma nuestra libertad en esta situación de cuarentena de la que ya llevamos bastantes días.

Bendita cuarentena

Durante los pasados días y antes de que empezáramos la cuarentena, han sido muy frecuentes las imágenes en las que se veía  como la gente iba a comprar a los supermercados y muchos supermercados se quedaban vacíos  de ciertos productos, porque había gente que quería comprar alimentos para salir lo menos posible. Durante este tiempo de cuarentena y es algo que nos ha hecho sonreír, se ven los gustos de la gente. Por ejemplo, el coliflor y el brócoli  siguen ahí esperando porque no le gusta a casi nadie. Queiro hablarte de un producto que es imprescindible para la vida del hombre pero que no está en los supermercados. Que no se puede comprar en ninguna parte y que su producción depende enteramente de cada uno de los hombres. No hace falta tener una  carrera; no hay límite de edad; todo el mundo puede producir este producto: los jubilados, los niños, los que tienen una carrera o no, da igual. Aquí todo el mundo puede producir. Y es lo que estamos viendo estos días, gracias a Dios. Esos son los efectos buenos que están teniendo esta cuarentena.  Es que la gente está produciendo más. Te estoy hablando del amor.

Produciendo amor

El amor es el producto que estamos produciendo los hombres ahora en mayor cantidad. Porque el amor es algo que sólo puede salir del corazón del hombre y es lo que aprendemos de la Virgen. La Virgen ama tanto porque está muy unida a Dios. Como nos dice San Juan, como Dios es el amor, pues ella es amor. Ella se va haciendo amor a través de esta respuesta que le da al ángel: “Hágase en mí según tu palabra”. ¿Y cuál es la palabra que hemos recibido, que estamos recibiendo estos días? Pues la situación que estamos viviendo y ya que llevamos unos cuantos días de cuarentena, ya nos vamos dando cuenta que no es tan fácil. Quizás se nos ha pasado un poco como la motivación, la ilusión de los primeros días, en los que hacíamos planes y ya empezamos a notar el peso de la espera. Quizá a lo mejor la impaciencia va mostrándose poco a poco. Y tú y yo queremos aprender de  la Virgende ese hágase sincero, entregado. Pues queremos aprender que el amor se manifiesta no en grandes acciones que no podemos hacer ahora porque estamos muy limitados; sino estamos descubriendo que este hágase sincero, que el amor se produce en el sacrificio escondido y silencioso de cada jornada. Así nos damos cuenta de que el amor se produce en nuestra vida no cuando se hacen realidad  esos grandes sueños que tenemos sino cuando aceptamos la realidad que tenemos delante y nos disponemos a ella con generosidad. Me ha acordado en estos días así de encierro de una santa que es Santa Teresita de Lisieux.

No soy yo, es Jesús

Era una chica muy joven que ingresó también muy joven en el Carmelo pero que tenía unas ganas inmensas de ser como misionera. Es curioso que dentro de una comunidad como encerrada, con sus hermanas monjas, ella quería recorrer el mundo. Quería rezar por cada uno de los sacerdotes, por cada uno de los misioneros. Pienso que nos puede ayudar también porque de alguna manera tú y yo estamos de encierro y nuestra familia es nuestra comunidad. Estamos con la gente más querida continuamente. Estamos de convivencia estrechísima y es el momento ideal para que tú y yo crezcamos en el amor, porque fíjate lo que decía ella: “Sí, lo sé. Cuando soy caritativa es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más unida estoy a él más amo a todas mis hermanas. Es únicamente Jesús quien actúa en mí”. Es como volver a decir esta frase de la Virgen: “Hágase en mí según tu palabra”. Tú y yo queremos aprender a querer a los demás o más bien a dejar que Jesucristo quiera a los demás en mí. Esto no es tan fácil porque también en  estos días pues supongo y espero que lo hagas por tu salud y por la salud también de los que están contigo, que hagas ejercicios físicos, pues ya aquí cada uno pues ya depende sobre todo de las limitaciones de espacio que tiene su vivienda. Suerte tienen los que quizás viven en un chalet con jardín. Menos suerte los que están en un apartamento. Ya cada uno pues hace el ejercicio físico que le permite  su vivienda. Un ejercicio  físico que se puede hacer – aunque también depende de la sensibilidad de la comunidad donde vivas- es el subir y bajar escaleras. Puede parecer una tontería y es bastante cansador, pero es un ejercicio excelente subir y bajar escaleras. Te digo yo que si subes o bajas tres o cuatro veces vas a ver como efectivamente te cansas y rápidito.

Poner en forma la libertad

Ahora te quiero proponer poner un poquito en forma tu libertad para vivir con libertad esta limitación que tienes. Vivir con libertad para aprender a amar. Y es una escalera la que te voy a proponer que hagas y que tiene cuatro escalones.  Te los vamos a ir describiendo pero bueno tampoco hace falta que te pases como de cuadriculado y decir bueno: “Pues primero el primer paso, después el segundo, luego el tercero y después el cuarto paso”. Nada de eso. Son orientaciones, porque probablemente pues tú y yo vamos a pasar por estos cuatros escalones varias veces en estos momentos de cuarentena que tenemos. O sea que no te preocupes, son simplemente orientativos. Pero quizá te puedan ayudar para hacer práctica esta respuesta de la Virgen, “hágase en mí según tu palabra”. Tú y yo queremos crecer de la mano de María en amor en estos días. El primer escalón de esta escalera que te propongo para poner en forma tu libertad es la resignación. La resignación es como el escalón más bajo de la generosidad. Resignarse es como decir “bueno la que me ha tocado”. La verdad que la resignación es humana y hay momentos pues que la mejor actitud es la resignación, pero no te instales en la resignación, porque entonces estás perdido. Porque parece que la resignación como que nos bloquea. El siguiente escalón hacia arriba  es conformarse. ¿Qué  es conformarse? Conformarse no es ir a empatar un partido de fútbol. Conformarse quiere decir hacerme a la forma de lo que me viene de fuera. Lo que te está viniendo de fuera ahora es el carácter de los demás que tú no controlas, que quizá tienen partes que no te gustan. Pues vamos a aprender de la mano de María a hacernos a la forma del carácter de los demás. No querer proyectar nuestra forma sobre los demás. Esto tiene muchas concreciones prácticas. A lo mejor tú tienes ciertas rutinas y  tienes ciertas manías, ¡pues nada de proyectar! De proyectar sobre los demás. Pues hay que ir conformándonos también e ir aprendiendo las rutinas, los gustos de los demás. Me voy conformando, me voy haciendo a esa forma. El tercer escalón es querer. Yo ya no me conformo, no solo  me hago a la forma de lo que me viene, sino que quiero esa forma que me viene. Estoy metiendo la voluntad y voy descubriendo que puedo querer a esa persona también con ese defecto. Lo quiero, o sea no me sorprende no me no me resigno, no me no me escandaliza. Estos tres primeros escalones lo que tienen en común es  que son cosas, que son pasivos que me. Me ienen y yo respondo con la aceptación.

El cuarto escalón

¿Cuál es el cuarto? Es aquí donde entra Dios. Está en los tres anteriores pero sobre todo en este cuarto. El cuarto es amar. Que es cuando las cosas ya no me vienen sino que yo salgo de mí. Salgo de mí a querer a esa persona, a esos hijos, a esa mujer. Entonces es cuando creó algo nuevo. Ahí está la creatividad del amor y tú vas creando nuevas capas de intimidad, nuevas capas de entrega, nuevos actos de servicio. Entonces eso es increíble.  Así acabamos estos 10 minutos de oración. Madre mía, te pido que yo sepa a hacer concreta esta respuesta tuya: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Ojalá que tú y yo podamos decir a los que viven con nosotros en esta situación de cuarentena: “Hágase en mí según tu carácter; hágase en mí según sus gustos; hágase en mí también según tus defectos”. Entonces el mundo habrá ganado pues habremos fabricado muchísimo amor.

Final, final

Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía inmaculada, San José, mi  padre y señor, Ángel de mi guarda, interceded por mí.

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1 comentario

Hugo marzo 28, 2020 - 4:36 pm

Amen bendiciones

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