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10 Minutos con Jesús. El Espíritu y el agua viva

por 10 Minutos con Jesús

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Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y garantía para hacer con fruto este rato de oración, madre mi inmaculada san José mi padre y señor, ángel de mi guarda intercede por mí.

Lenguaje simbólico

La verdad es que somos unas criaturas bastante singulares, por una parte pertenecemos no se  al mundo de lo material, de lo sensible, pero al mismo tiempo somos espirituales, por eso entre otras cosas, somos las únicas criaturas que podemos sonreír, solo los hombres podemos sonreír, los ángeles no sonríen porque no tienen cuerpo, y los animales salvo en Disney no sonríen porque no tienen alma espiritual no tienen espíritu, y porque somos así cuerpo y espíritu, utilizamos continuamente símbolos.

Los símbolos nos sirven de puente entre lo sensible, lo espiritual, por eso los símbolos gustan tanto a los poetas para transmitir lo que tienen en el corazón, en su espíritu. Lenguaje simbólico es también el lenguaje del amor, cuando un enamorado da un ramo de rosas a la niña de sus ojos, le da algo material, sensible, pero no para que las analice como lo haría una bióloga, sino para que esas rosas sean símbolo de su amor, que es espiritual que  es invisible, símbolo está para decir lo que no se puede decir solo con palabras.

Símbolos del Espíritu Santo

Por eso Dios para revelarse utiliza un lenguaje simbólico, la biblia está llena de ese lenguaje de símbolos, pues para preparar la gran solemnidad de pentecostés esta semana previa, en los diez minutos con Jesús vamos a meditar sobre los símbolos del espíritu santo:

el agua; la paloma; la unción con el óleo; el fuego; la nube; la luz; el sello; la imposición de manos;

Hoy vamos a meditar sobre el agua, el agua es símbolo de vida de fecundidad, cuando los científicos buscan vida en otro planeta, lo primero que se preguntan es si hay agua, es lo primero que buscan. El agua es imprescindible para la vida y por eso es símbolo de vida y también símbolo del espíritu santo, que como decimos en el credo es, “señor y dador de vida”. Si lo piensas venimos al mundo también a través del agua, cuando una mujer va a dar a luz que se dice pues que “ha roto aguas”, y en el bautismo también nacemos a la vida del espíritu a través del agua.

Agua viva

Bueno pues hace unos días hice una excursión después de meses de confinamiento, salí a caminar con un amigo sacerdote por un sendero que transcurría precisamente junto a un río de aguas vivas, teníamos esa agradable compañía del murmullo de las aguas que corren junto a nosotros, y estábamos hablando de muchas cosas, pero en un momento determinado nos pusimos a hablar de por qué había cristianos, que habiendo recibido desde pequeños mucha formación y muchos sacramentos, no tenían ese entusiasmo y alegrías propios de la vida cristiana.

Hablamos también del contraste, por ejemplo con quienes después de haber vivido lejos de ellos, se llenaban de asombro y gozo ante el descubrimiento de la nueva vida. Me acuerdo ahora por ejemplo de un chico coreano, que después de bautizarse y descubrir la presencia de Dios en la eucaristía, me contaba con qué alegría entraba en las iglesias por las que pasaba, y las cosas tan bonitas que decía al señor, y decía él “esto lo tiene que descubrir más gente” –típico de converso-.

La samaritana

Es maravilloso pues mientras íbamos caminando, en un momento dado hicimos un poco de silencio en nuestro paseo, para hacer un rato de oración y yo me puse a hablar contigo señor y con el ruido del agua y con la sed que tenía me vino a la cabeza esa conversación tuya con la mujer samaritana, a quien le pediste que te diera de beber en el pozo de sicar esa mujer que se extrañó mucho de que le pidieras agua siendo tu judío y ella samaritana.

Tú Jesús provocaste todavía más asombro cuando comenzaste a hablarle del agua viva, si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva le dijiste, como dice san juan-. Si conocieras el don de Dios, a mí siempre me ha llamado la atención esta expresión, “el don de Dios”, Dios nos ha dado muchos dones muchas cosas, por eso el don de Dios cuando es en singular es el don por antonomasia es decir el espíritu santo, y tú Jesús lo llamas agua viva.

Mirando el riachuelo que corría alrededor de nuestro sendero pensaba en el espíritu santo como agua viva y yo señor tengo sed de esta agua, también esa mujer samaritana más que de agua estaba sedienta de amor y de verdad había tenido cinco maridos su corazón sediento de amor había bebido pues, sobre todo podríamos decir en aguas saladas, el agua salada más que calmar la sed lo que produce es deshidratación cuanta más agua bebés más te deshidratas, y es lo que parece que la ocurrido al corazón de esa mujer.

El agua de la felicidad eterna

Por eso en esa conversación contigo Jesús la mujer samaritana encontró por primera vez un agua que sacia la verdadera sed de su corazón va a descubrir lo que siempre había deseado alguien que le pone delante de su verdad, y al mismo tiempo le mira con un amor que afirma su dignidad de hija de Dios, esa mujer encuentra en ti Jesús un manantial de agua viva, de los ojos del maestro brota esa alegría esa comprensión y ese optimismo, esa celebración del amor como si Jesús le estuviera diciendo qué bueno que existas. Quizá esta mujer no lo había experimentado nunca esa mujer está bebiendo de un agua que antes no había probado, y que salta hasta la vida eterna y que llena de felicidad.

El amor del Espíritu Santo

Recuerdo un sacerdote rector de una iglesia situada en uno de los barrios más difíciles de barcelona al que iban a ver con frecuencia pues algunas prostitutas para charlar con él, hasta tal punto que otro de los sacerdotes que había en la parroquia comenzó a sentir curiosidad y le preguntó a una de esas mujeres cuál era el motivo de que vinieran por la parroquia, esa mujer respondió que el motivo era que nunca a nadie le habían mirado como ese sacerdote, a ella le habían mirado de muchos modos casi todos denigrantes pero decía -ese sacerdote me mira como una hija-.

Que palabras espectaculares, de los ojos y de las palabras de ese sacerdote también brotaba agua viva, porque sin duda habitaba en él el espíritu santo, no se puede mirar así si no está el espíritu santo en el corazón, no puede emanar de un corazón amor ese amor de Dios, si no está lleno de esa agua viva que es el espíritu santo.

¿Y tú, de qué tienes sed?

Pues la mujer samaritana y estas pobres mujeres y todo ser humano somos como la cierva del salmo 42 estamos sedientos del amor de Dios, ese salmo tan precioso que dice “como ansía la cierva las corrientes de agua, así te ansia mi alma Dios mío mi alma está sedienta de Dios del Dios vivo.

En la conversación con la samaritana el agua se convierte en símbolo del espíritu santo, de la verdadera fuerza vital que apaga la sed más profunda del hombre, y le da la vida plena que él espera aún sin conocerla.

BENEDICTO XVI

No ser agua estancada

 Bueno pues ese paseo esa excursión que te estoy contando pues ya llegaba la hora de comer, teníamos hambre entonces empezamos a buscar un sitio para detenernos, y lo primero que vimos fue un recodo con agua estancada, qué diferencia respecto al agua que corría cristalina por el río pues no nos quedamos a comer allí, porque el agua estancada es muy desagradable, produce el rechazo más que gozo es la misma agua, pero no corre, y se llena de bichos e incluso puede llegar a ser desagradable con lo maravillosa que es cuando corre.

 De hecho las aguas estancadas se les llama a veces aguas muertas, y mira con la imagen del agua estancada me vino a la mente la conversación que habíamos tenido antes, y señor en esta agua estancada, me pareció descubrir lo que ocurre en las almas que reciben agua, pero el agua lejos de correr se estanca, y se estanca el agua de la formación e incluso de los sacramentos cuando no se convierte en vida en servicio a los demás en entrega y en apostolado.

Que nuestros corazones sean como agua de río

Entonces más que de una fuente de gozo pues las cosas de Dios parecen como una losa, se pueden cómo pudrir las aguas si no corren, es una expresión un poco fuerte seguro que tú has conocido a veces cristianos o a ti misma te ha pasado, que han recibido mucha formación pero que se acaban haciendo como críticos contra lo que dice la iglesia, quejicas, sin ímpetu a quienes les cuesta pues un congo dar algo de lo suyo, pues yo pienso que se les ha estancado el agua en sus corazones.

Qué pena me quedé pensando, señor y yo te pido que en mi corazón y en la iglesia no se estanque el agua viva, que corra, que vivifique, que fecunde que el espíritu como los primeros cristianos sea verdaderamente un río impetuoso cuanto más perseguían los primeros cristianos más este el día el evangelio, porque allí donde estaban ellos no podían contener la fuerza de ese torrente de vida y de amor, esta es la maravilla de la primera evangelización la fuerza que el espíritu santo daba a esos corazones.

No dejen que el agua del espíritu se estanque

Allí donde estaban hablaban de Dios, no podían permanecer callados las aguas pasaban como dice el salmo, a través de los montes, a través de sitios que parecía que jamás iba a llegar la fe, pues llegó la fuerza de este espíritu de este torrente, no había nada que tuviese ese ímpetu, y es también lo que le ocurrió a la mujer samaritana, dice san Juan, la mujer dejó su cántaro fue a la ciudad y le dijo a la gente: “venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho no será él el cristo” y dice un poco después: “muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer”.

Esta mujer, apenas ha comenzado a beber del agua que salta hasta la vida eterna, y lo primero que hace es lanzarse a anunciarlo a los demás, ella misma que ha comenzado a beber en el encuentro con Jesucristo, se convierte en torrente, en agua que corre en agua viva.

Pues vamos a terminar este rato de meditación, pidiéndole a nuestra madre a la virgen del Rocío, la blanca paloma que celebramos también el domingo que viene, a la esposa del espíritu santo, y que es un torrente de gracia, le vamos a pedir ruega por nosotros yo te pido señora que el agua del espíritu, no se estanque en nuestros corazones, que hagamos lío, que salgamos de nosotros mismos, que demos de beber a tantos corazones sedientos, que salgamos de este confinamiento con la fuerza de un torrente, y que ha estado estancado. Y de que se abren las compuertas a buscar a nuestros amigos, a nuestros compañeros de clase, a nuestros familiares, hablarles de la maravilla de estar junto a Dios del Dios vivo.

Oración final

Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación te pida ayuda para ponerlos, por obra madre mía inmaculada san José mi padre y señor agente guarda intercede por mí.

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