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¿Cuál es el mandamiento más importante?

por Mons. Luis José Rueda Aparicio
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Yo te amo Señor, tú eres mi fortaleza, mi alcanzar, mi libertador

Evangelio según San Mateo 22,34-40. 

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él,
y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?».
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor. 

Transcripción de La Voz del Pastor del 25 de octubre del 2020

El mandamiento central de la ley es el amor, el amor a Dios y el amor al prójimo, lo estamos diciendo porque lo enseña el señor Jesús.

En el capítulo 22 de San Mateo se le acerca un maestro de la ley, un shadow seu, para preguntarle y para ponerlo a prueba. Había muchos mandamientos, había un mandamiento para cada día, había 365 mandamientos y muchos más pequeños mandamientos, pero le preguntan cuál es el mandamiento central y eso se lo pudiera preguntar un niño a un papá, ¿cuál es el mandamiento más importante? Se lo puede preguntar un estudiante a su docente, ¿maestro, cuál es el mandamiento más importante? Pero se lo preguntaron a Jesús. 

Y nosotros también hoy le preguntamos, Señor, ¿cuál es el mandamiento más importante? y él nos va a decir el amor y el amor tiene dos caras, el amor a Dios que se manifiesta directamente en la otra cara y en el amor al prójimo, y el próximo es el hombre o la mujer con los cuales compartimos la vida en el trabajo, en el estudio, en los distintos lugares donde vamos, donde compartimos la existencia. 

No importa que no sea católico, no importa que no piense como yo pienso, no importa que sea de otra nación por una razón, porque el Papa Francisco nos dice el amor no tiene fronteras y por eso nos mostró en el Capítulo 10 de San Lucas, en el segundo capítulo de la encíclica Fratelli Tuti nos está diciendo un extraño estaba en el camino pero alguien se acercó para ser prójimo del otro, es acercarme al otro y verlo, es sacarlo de la indiferencia, es visibilizarlo es sentir lo que el otro está sintiendo, es además sentirme responsable de él, de lo que está pasando compañero de su camino, de su vida, de su historia, de su dolor. El Papa Francisco nos está diciendo que el amor no tiene fronteras, el amor de Dios es para todos. 

Dice la Sagrada Escritura salir el sol sobre malos y buenos y cuando le preguntan cuántos son los que se van a salvar y le preguntan aquellos o estos se van a salvar, y algunos quisieran escuchar que Dios dijera ellos no, aquellos tampoco, solo ustedes y sin embargo, el Señor responde: Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva, Dios quiere que nosotros nos convirtamos, eso es fruto del amor y si nos convertimos no nos convertimos y no renovamos nuestra vida por miedo, sino por amor, porque nos sentimos amados porque Cristo en la cruz da la vida por nosotros. Dios es amor y el que vive en el amor vive en Dios. 

Dice el apóstol San Juan en su primera carta, hoy estamos llamados a redescubrir ese camino único del amor. San Pablo en la carta a los corintios capítulo 13, primera carta a los corintios, nos habla del amor, ese digno maravilloso del amor y dice que la fe va a pasar, que la esperanza, pero que el amor es eterno y que el amor es comprensivo, que el amor es servicial, que el amor no tiene envidia y pudiéramos decir el amor no es violento, el amor no cree en la guerra, el amor no le quita la vida al otro, el amor no explota al otro como va a decir la primera lectura del Libro del Éxodo.

En este domingo, entonces el otro es mi hermano, el otro es rostro de Dios, el otro me pertenece. En el Libro del Génesis, Dios le pregunta a Caín, ¿dónde está tu hermano? y él dice, acaso soy yo guarda de mi hermano, acaso mi hermano es algo que debo yo proteger y cuidar, y si usted y yo estamos llamados a protegernos unos a otros, a amarnos, a construir la civilización del amor en lo político, en lo social, en el ambiente familiar, en la relación con la creación, con la casa común que el señor nos ha dado. 

Por eso cuando le preguntan al señor Jesús los saduceos, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley? De esa lista grande el primero es amar, amar a Dios, pero en última es Dios el que toma la iniciativa para amarlo a usted. Él ama a su familia, él ama su historia a pesar de las fallas suyas o mías, él nos sigue amando y por eso nos manda a amar, amar al prójimo como a uno mismo. El amor crea la civilización de la misericordia, la civilización de la fraternidad, la cultura del encuentro. Como nos dice el Papa Francisco, la cultura del perdón, de la reconciliación y del respeto a la vida.

Hoy en este domingo vamos a ser amados por el Señor para que nosotros transmitamos el amor en las palabras y en las actitudes con quienes vivamos, empezando por nuestro hogar. Que su familia se convierta en un santuario del amor, de la misericordia, de la vida en una escuela de la fraternidad y llenen el corazón de sus hijos de los niños y de los jóvenes del amor de Dios, y ellos serán instrumentos de paz dondequiera que vayan. 

Que el Señor nos bendiga en esta semana, que nos haga instrumentos de su misericordia y que el Señor le haga sentir a usted el profundo amor de Dios de tal manera que usted pueda decir con el salmista, yo te amo Señor, yo también te amo, tú eres mi fortaleza. 

Que el Señor nos bendiga y acompañe en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 

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